Wednesday, June 26, 2013

Maleducar

Universidad Interamericana de Puerto Rico
Recinto Metropolitano
Facultad de Educación

Fundamentos Filosóficos de la Educación
Profesor: Pedro I. Subirats Camaraza

Maleducar

Toda institución educativa presume y afirma hacer bien lo que debe hacer, esto es, educar bien. Para hacerlo debería hacer otras cosas que respaldan y apoyan educar bien, por ejemplo: contratar y retener al personal más cualificado y facilitarle su formación continua, con incentivos y condiciones justas de trabajo; desarrollar unos currículos pertinentes, revisados con regularidad y con criterios racionales que la comunidad educativa ha pensado y dialogado y acordado; tener recursos suficientes y adecuados para facilitar la pedagogía; una organización, gerencia y planificación eficaz; financiamiento; etc. Es razonable que la institución educativa hará bien todo eso, porque dice educar bien, no mal. ¿Qué es educar bien, con qué criterios definen una buena educación, quién los determina, a qué intereses responden, qué visión del humano y del mundo -filosofía educativa- subyace en los procesos educativos? Esas preguntas, y otras, piden respuestas. En este ensayo pensamos la posibilidad inversa de que se maleduque, lo que me parece frecuente. Selecciono algunas categorías de análisis.

Una institución maleduca…

Cuando las fallas provienen de los propios educadores:
Ignoran los contenidos que enseñan
Lo que conocen es obsoleto, no se actualizan
Conocen pero son ineptos en enseñar bien, carecen de habilidad pedagógica
Lo que enseñan no tiene pertinencia a la realidad o al contexto del educando
Neuróticos, inmaduros, amargados, dementes, injustos, irresponsables
Carecen de pasión de educar con entusiasmo
Vanidosos, arrogantes, cínicos, con superioridad moral o intelectual.

Es trágico transmitir a jóvenes generaciones la aflicción, ignorancia y desaciertos que padece la generación adulta.

Cuando las fallas provienen de los propios estudiantes:
Por no asumir responsabilidad y autodisciplina de su educación
Por falta de hábitos para aprender con esfuerzo y perseverancia
Por carecer habilidades de interacción social positiva
Por no tener capacidad física, emocional y mental para estudiar
   
No culpo al estudiante, simplemente registro lo que impide un proceso educacional. Educar exige condiciones internas del sujeto que hagan posible su autoeducación. Pero tampoco disculpo el sentido de responsabilidad personal que es intransferible.


Cuando las fallas provienen de los procesos pedagógicos:
Currículos fragmentados, balcanizados, incoherentes, desarticulados
Currículos sin pertinencia al contexto y la realidad circundante
Irracionalidad en organización por grados, edades y materias
Métodos de enseñar ineficaces, disfuncionales, medievales
Sistemas de evaluación irrelevantes, irracionales, antipedagógicos
Confusión entre calidad y cantidad, mejor y más
Pedagogía que inhibe la creatividad, el pensar imaginativo y crítico
Pedagogía que inhibe las interacciones sociales del aprender comunitario
 
Se maleduca cuando la pedagogía infantiliza a estudiantes y maestros, por continuar la tradición escolar iniciada en el siglo XVI.

Cuando las fallas provienen del ambiente, la organización y dirección:
Espacios estéticamente feos, incómodos, insalubres, disfuncionales
No hay incentivos al personal docente y de apoyo
No hay sistemas de trabajo que estimulen la inteligencia colectiva
Falta de mecanismos de tomar decisiones participativas y democráticas
No hay liderazgo auténtico, sino autoritarismo jerárquico
Intervención del partidismo político o el fundamentalismo religioso

Se maleduca en cultura organizacional diseñada como corsé o prótesis que amarra, inhibe e impide moverse con iniciativas, libertad, confianza, talentos, creatividad; en un aparato burocrático rígido y pesado que asfixia la gente; un ambiente emocional y mental tóxico.

Y si los problemas provienen de la sociedad enferma, ¿la escuela es el contrapunto de heroísmo que reforme la sociedad? Si la escuela habita en un ambiente de locura y violencia, ¿cómo educar cordura y paz? Si la sociedad padece desidia colectiva, ¿cómo la escuela anima las consciencias? Si instituciones sociopolíticas, familiares, económicas, religiosas, se han pervertido en corrupción, ¿cómo educar a estudiantes en su responsabilidad cívica-ciudadana? Si la sociedad está enferma y demente, la escuela reproduce ese malestar. La erosión de credibilidad proviene de hipocresías, mentiras y fraudes en la sociedad. Los valores para educar auténticamente, como son integridad, veracidad, reciprocidad respetuosa, libertad, y otros, se respiran en un ambiente macro-social. No estoy recargando las tintas en una postura en exceso estructuralista, sólo indico que esos valores piden el concurso de responsabilidades que trascienden el ámbito escolar. Es injusto, insensato y cruel pedir a educadores asumir responsabilidades sociales, familiares y de otra índole que deben ser parte del contexto de apoyo a los mismos educadores.

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