Wednesday, June 26, 2013

En qué pensamos al filosofar la educación? 3

Universidad de Puerto Rico
Recinto de Río Piedras
Facultad de Educación
Departamento Fundamentos de la Educación

Fundamentos Filosóficos de la Educación (EDFU 4019)
Pedro I. Subirats Camaraza

¿En qué pensamos al filosofar la educación? (3)

Al estudiar una escuela, universidad o sistema educativo, ¿cómo proceder? Primero, no reinventar la rueda, porque existen abundantes y suficientes documentos con detalladas categorías de criterios o de estándares para evaluar o estudiar. Esos documentos los usan entidades públicas y privadas con el fin de autorizar, acreditar, certificar, proponer políticas normativas, etc., que se aplican según normas o reglas de cada entidad. Existe todo eso a nivel local y global. Para investigar sistemas desde párvulos a estudios postdoctorales. Los criterios o estándares son de diversa índole: cualitativos o cuantitativos; con sus lógicas particulares; con evidencias diferentes; y metodologías variadas. A continuación, una muestra de “qué” se puede estudiar:

- normas, leyes, reglamentos - estatutos corporativos
- juntas de síndicos o directores - perfiles de estudiantiles
- perfiles de egresados - perfiles docentes
- perfiles de empleados - formación continua
- currículo o programa educativo - métodos de enseñar y aprender
- sistemas de evaluación - sistemas de planificación y desarrollo
- organización y administración - condiciones de salubridad
- sistema de alimentación - servicios médicos o de emergencia
- espacios de ocio - espacios recreativos, deportivos
- recursos tecnológicos - contexto sociocultural y geográfico
- arquitectura y estructuras físicas - áreas naturales o zonas verdes
- participación en decisiones - financiamiento
- contabilidad, controles, auditorias - involucración de familias y comunidad
- responsabilidad social - investigaciones, patentes
- salarios, incentivos - condiciones de trabajo
- servicios profesionales - agencias que certifican o acreditan
- titulaciones, diplomas, grados - sector público, privado
- carácter secular, religioso, político - historia institucional
- pruebas de salud mental - liderazgo de la dirección
-  sistemas de apoyo al estudio - educación a las familias
- filosofía educativa - otros

Desde luego, para cada factor existen modelos de interpretación con sus preguntas, problemas y métodos. Algunos son fáciles de estudiar por ser concretos, objetivos, están a la “vista”; se pueden registrar mediante observación, aritmética, estadística, fotos, videos, entrevistas, affidavit notarial. La evidencia está ahí, y la confiabilidad es creíble. No se necesita una interpretación con teorías sofisticadas para ver los baños insalubres, ni una hermenéutica rigurosa para mirar el menú que espanta. No se necesita un doctorado de MIT para inventariar el estado de equipos electrónicos.
 
Pero otras variables intangibles, abstractas, cualitativas son difíciles, polémicas. La pertinencia del currículo, la adecuación de la pedagogía de enseñar y aprender, la validez de evaluaciones, la calidad interpersonal de las relaciones entre maestros y estudiantes, el aprendizaje real de los estudiantes, son ejemplos del tipo de análisis que exige sofisticación de conocimientos y experiencias. No se improvisa el peritaje intelectual en esos aspectos. Discernir si un currículo es excelente o mediocre, pide un ojo bien entrenado.

Pero en educación cualquiera opina creyendo en su buen criterio, por haber tenido “experiencias educativas” de mucho tiempo. Es un problema. No cualquiera puede opinar sobre la topografía físico-química de Marte. En cuanto educación, parece que la democracia del conocer es absoluta.

Sostenemos que en educación no es suficiente la sola experiencia sin la reflexión más metódica de su significado o sentido. Así como la estabilidad estructural de un edificio escolar es competencia de ingenieros en la materia, también la filosofía de la educación es competencia de todo el que se disponga a ese tipo de estudio.

¿Dónde “ver” la “filosofía educacional” de una institución o sistema educativo? Para empezar: en un documento formal. Se encuentra en una oficina o página web. ¿Qué dice ese texto? Contiene básicamente tres cuestiones generales: 1) enunciados sobre fines, misión, objetivos, etc., de la educación ofrecida; 2) características, perfiles, cualidades, etc., del tipo de estudiante que al egresar ha sido educado; 3) currículo o programa de estudio y de experiencias que es consonante con 1 y capaz de hacer 2.
Pero (pero importante): es un texto escrito, es decir, son palabras en papeles o en pantallas. Poner por escrito lo que una institución dice ofrecer y hacer, con el fin de atraer estudiantes y persuadir familias, es un compromiso moral y contrato social en sentido fuerte. Los lenguajes educativos presentan unas dificultades analíticas, debido a las discrepancias o inconsistencias entre palabras y realidades. El lenguaje educativo promocional suele ser sublime. Pero si las palabras se inflan sin contenido real, esto es, si el discurso no corresponde a los actos y los resultados, estamos ante situaciones de fraude moral y educativo. En Hamlet, words, words, words.

Leer “educar para la democracia o pensar críticamente o solidaridad…” es sólo leer palabras, nada más. No obstante, las palabras que expresan una filosofía educativa tienen el imperativo de la concreción y contextualización: deben ser accionadas. Los latinos decían una expresión gráfica ante las palabras vacías de realidad: fatus vocis, soplar aire vacío con la boca. La filosofía educativa sin duda contiene palabras, pero han de ser reales en la experiencia concreta de seres de carne, hueso y espíritu.

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