Universidad de Puerto Rico
Recinto de Río Piedras
Facultad de Educación
Departamento Fundamentos de la Educación
Fundamentos Filosóficos de la Educación (EDFU 4019)
Pedro I. Subirats Camaraza
¿En qué pensamos al filosofar la educación? (4)
Mientras era juzgado, acusado de corromper a la juventud ateniense, Sócrates explicó por qué sería imposible renunciar a la filosofía. Como él dijo: “una vida no examinada no merece la pena ser vivida”; desde su punto de vista, una vida no enriquecida por la reflexión filosófica no era mejor que la muerte. Pocos son los llamados a sacrificarlo todo por la filosofía, pero aun así, hay hondas razones por las que ésta sigue siendo de gran importancia durante largos siglos en la historia del pensamiento Occidental y Oriental. La razón más evidente es que la mayoría de las personas con inteligencia deben pensar la manera correcta de conducir su vida. Las prácticas convencionales podrán no ser las mejores, tanto en las relaciones entre padres e hijos, gobernantes y gobernados, patronos y empleados, naciones entre sí. No obstante, toda persona inteligente y responsable tiene que hacer una pausa, al menos durante momentos de su vida, para reflexionar sobre si verdaderamente están haciendo lo adecuado y si están viviendo correctamente. Es decir: filosofar.
Sin embargo, la filosofía no tiene que ver únicamente sobre cómo las personas deberían conducir sus vidas. Los seres humanos son criaturas pensantes que buscan conocer, y para las que comprender es un fin en sí mismo. Es posible que averiguar el origen del universo, propiedades del ente, naturaleza del ser humano, no suponga una diferencia en la manera de comportarse de una persona. Pero iría en contra de la naturaleza indagadora e inquieta humana no plantearse estas preguntas sobre el origen de las cosas, qué es existir de manera consciente. Una sociedad en la que los seres humanos no cuestionan la naturaleza de la realidad, se empobrece. De hecho, toda sociedad ha pensado y respondido los grandes interrogantes a través de mitos, narraciones, religiones, artes, folklore, ciencias, filosofía…
¿Y de qué trata la filosofía? ¿Qué hace que una pregunta sea filosófica más que mítica o científica? Cabe dudar si hay temas específicos que son exclusivamente filosóficos. Por otra parte, también se puede afirmar que la filosofía es necesaria cuando uno se topa con preguntas que, además de ser importantes, nos dejan perplejos. Este es el requisito que distingue a la filosofía. Es cuando quedamos asombrados de que ni ciencia ni mito ni religión ni tecnología es capaz, no sólo de responder preguntas inquietantes con el uso de la razón y del pensar crítico, sino ni siquiera de plantear con seriedad si en verdad se pueden responder desde su zona de ver las cosas. En la ciencia hay abundantes preguntas por responder: ¿hay vida en otras partes del universo?, ¿cuántas fuerzas fundamentales existen?, ¿puede la biotecnología crear órganos humanos hoy impensables?, ¿qué pasaría si fundamos una colonia humana en la Luna? Pero estas preguntas no tienen respuestas porque todavía no se han reunido suficientes pruebas empíricas ni teorías sofisticadas ni técnicas apropiadas para llegar a una conclusión. Preguntas filosóficas conllevan otro tipo de dificultad, otra problemática reflexiva. Cuando uno se pregunta si los seres humanos disfrutan de libre albedrío, o si los animales tienen derechos morales, o si la dignidad humana es un elemento intrínseco en vez de cualidad otorgada socialmente, o si el bien propio ha de corresponder al bien común, la perplejidad no se debe únicamente a falta de información que ahora provea la ciencia o técnica, pero luego se puede tener con el avance del conocimiento o eficacia tecnológica. Más bien, estas cuestiones son intrínsecamente perplejas por su naturaleza. Para pensarlas no podemos recurrir a experimentos, ni pruebas, ni eficiencias técnicas. Para pensarlas es preciso escrutar detenidamente los términos “libre albedrío”, “derecho moral”, “dignidad humana”, “naturaleza del bien”, “condición humana”.
En la historia de la filosofía se usa la analogía del árbol filosófico con diversas ramas que representan áreas de reflexión surgidas del mismo tronco . De interés a la educación, destaquemos tres áreas de reflexión filosófica:
La antropología filosófica que estudia al ser humano en sus características inmerso en relaciones sociopolíticas, económicas, culturales, morales, trascendentes. Temas centrales son: la persona humana, la conciencia, la libertad, la dignidad, los valores, la trascendencia, el ser y el tener.
La epistemología y lógica que estudian las características del conocimiento correcto y verdadero. La corrección es su orden interno, la adecuación lógica de sus partes. La verdad es su adecuación con la realidad que representa. Temas centrales son: posibilidad del conocimiento, fuentes, limitaciones, condiciones; sujeto y objeto del conocimiento; criterios para saber cómo sabemos que conocemos la verdad.
La axiología que estudia valores éticos y estéticos. La ética reflexiona la experiencia moral en la sociedad. La estética que pone la belleza y la armonía en el centro de la reflexión filosófica. Temas centrales: el bien, el mal, creatividad, experiencia estética, cuidado ético-estético del propio ser.
La antropología, epistemología y axiología convergen en un desiderátum, sabiduría y felicidad, las claves fundantes de la filosofía de la educación.
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