Universidad de Puerto Rico
Recinto de Río Piedras
Facultad de Educación
Profesor: Pedro I. Subirats Camaraza
Instrucción, Enseñanza, Educación: etimologías, sentidos y prácticas distintas
Vocablos que se usan habitualmente como sinónimos. No lo son. Tienen un horizonte semántico diferente; no es una trivialidad conceptual de sólo interés a lexicógrafos. Las diferencias son sustantivas en pensar cada concepto en sus implicaciones educativas, teóricas y prácticas Si nos remontamos al origen, encontramos claves para comprender sus significados en las raíces etimológicas, pues lenguaje y pensamiento se condicionan. Es posible “enseñar” sin educar, es decir, enseñanza que denigra la dignidad humana; también es posible enseñar para educar lo noble y virtuoso en la humanidad; es posible también instruir sin educar e instruir educando. Buceemos, pues, las etimologías que revelan origen de palabras, y el pensar que las crea.
Instrucción procede del latín instructio, tener acopio de conocimiento, pero en su acepción más lejana viene de instruere, que significa “colocar o ensamblar una estructura”. En la base de este término está la raíz ster cuya significación es “extender, apilar, amontonar”. De ahí surge struo del que deriva el término structura “estructura, construcción, fábrica, industria”. Al decir instrucción, en su origen, decimos que para realizar o hacer algo, es preciso recibir la instrucción que proporciona los conocimientos y habilidades para realizar esa determinada tarea con éxito. Se puede instruir en modos efectivos y exitosos sobre robar, asesinar, mentir, hacer actos terroristas; o también rezar, curar leprosos, albergar niños abandonados, atender ancianos moribundos. Instrucción es un acto neutral, no contiene en sí una valoración positiva ni negativa, simplemente es una acción cuyo valor axiológico depende de las intenciones, los procesos y los resultados.
Enseñanza viene de in signare literalmente “colocar un signo”, “colocar un ejemplo”. La base de este término es la raíz indoeuropea sekw cuyo significado es “seguir, mostrar, hacer ver”. Se trata por tanto de señalar hacia, de brindar orientación sobre un camino a seguir. Es una tarea de dar ejemplos, señales e indicaciones de qué hacer y cómo hacerlo, de facilitar la comprensión de algo. Pero no existe una relación causa-efecto entre enseñar y aprender, no hay vínculo lógico en que necesariamente enseñar causa aprendizaje. Se puede enseñar sin que el otro aprenda lo enseñado, y viceversa, aprender a pesar de una enseñanza torpe o deficiente. El vocablo insignare, dejar señales o imprimir marcas, indica la representación de las informaciones y conocimientos in signo sensibili, es decir, un sistema de signos sensibles (conocimientos, valores, habilidades) a ser enseñados, por ejemplo, enseñar a pelear en guerra, a torturar cristianos, a cocinar, a construir puentes, infinidad de enseñanzas que, como instruir, su valor depende del contenido y propósito a que se dirija. Instruir y enseñar, reiteramos, son actos neutrales.
Por el contrario, la educación es un concepto de contenido ético sobre el bien. Si decimos “educar para maleducar” es un sinsentido, una contradicción lógica. En la década del ’70 visité una escuela en México, invitado por una investigadora antropóloga. Era un colegio muy eficaz en métodos de instruir, con un currículo específico en los resultados a lograr, la enseñanza orientada a competencias para lograr los resultados deseados, el ambiente era amigable, buena limpieza y orden en los salones, tasa alta de éxito en graduar, etc. La directora escolar y yo tuvimos una conversación profesional y cordial sobre nuestras diferencias filosóficas. Para ella, las estudiantes se educaban bien en su escuela, yo sin embargo, sin dudar de su éxito curricular en instruir y enseñar, argumenté con prudencia que no pensaba era “educativa” una escuela destinada para instruir futuras prostitutas.
El término ‘educar’ proviene de dos raíces latinas, educare con el sentido de criar, nutrir, cultivar, alimentar, no sólo niños sino animales también; ; y educere con el sentido de hacer salir, sacar afuera, desarrollar. En el primer sentido educare la educación se refiere a los aspectos exteriores de intervención de la sociedad en la persona. El segundo sentido hace referencia a un proceso interior de la persona. Educación, por tanto, es un concepto polisémico con esa doble significación: lo que se hace al ser humano desde lo exterior en la familia, tribu, comunidad, vecindario, cultura, sociedad, para socializarle en los valores y costumbres; y lo que la propia persona hace desde su interior en sacar afuera, desarrollar su potencial inherente (vocación, talentos, disposiciones). Toda educación se funda en los dos sentidos, pues nadie se educa solo, la educación es una práctica social, un educare; y a su vez, el condicionamiento externo reposa en la potencialidad y disponibilidad del que se educa, como condición de posibilidad de la educación, pues, en última instancia, depende de lo que uno realice internamente, lo que cada persona haga consigo, de educere.
Conceptuamos la educación a partir de ambos procesos, social y personal. La educación es la conjunción de factores sociales externos y de disposiciones internas de la persona, en promoción, estructuración y consolidación de las capacidades personales fundamentales para vivir la vida de un modo consciente, libre, responsable y solidario, en el mundo y con las demás personas, en el fluir del tiempo y las edades, en las relaciones interpersonales, y la vida social. La educación es ambas dimensiones: 1) interioridad personal en que uno se hace cargo de su vida, realizando su potencial en libertad, decisión y responsabilidad; 2) exterioridad social de ayudar, facilitar y encaminar a la persona en su trayecto de vida, en la cultura y el mundo que le toda vivir. Las acciones son propiamente “educativas” cuando se ayuda desde afuera a la génesis de lo mejor y más noble de la humanidad, y cuando la persona, desde su interior, actualiza su potencial de bien: a los demás, al mundo, a sí mismo. El término latino de esa concepción educativa es caritas, el vocablo griego es ágape, en español se llama: amor. ¿Qué cualidades emanan de ese proceso?
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