Thursday, December 29, 2016

Qué ver si queremos "ver" una filosofía educativa


Para conocer los diferentes aspectos o áreas de la organización y el funcionamiento de una institución educativa, por ejemplo, la población estudiantil, el personal, las infraestructuras físicas, las áreas verdes, el financiamiento, el presupuesto, la gerencia y administración, la toma de decisiones, la reglamentación y las normas, la salubridad, la nutrición, el currículo y la pedagogía, la biblioteca y demás recursos de estudio, las tecnologías, las familias y su compromiso, la filosofía educativa, etc., ¿qué vemos y qué hacemos para conocer?

En cada aspecto hay conocimientos y experiencias, con profesionales y peritos que saben qué ver y métodos necesarios, con criterios de calidad, listas de cotejo, instrumentos con escalas, medidas para evaluar el estado de situación o las condiciones, tablas para informar data y estadística, etc. No hay que ser demasiado sofisticado en ver baños, patio, salubridad general y otros aspectos, para captar con inteligencia y sentido común las condiciones. Pero ver la filosofía educativa, son otras palabras. Estamos en un área a la vez invisible de ideas y valoraciones, y visible en la concreción de las ideas y valores en experiencias concretas. Nos movemos simultáneamente en teorías y prácticas, lo abstracto a lo concreto, del pensar al actuar, viceversa. Ideas filosóficas en educación tienen implicaciones prácticas. Prácticas en educación repercuten en la ideas.     

La palabra “ver”, filosóficamente proviene de raíces griegas con doble significado: visión sensorial y visión intelectual. Ver con el cuerpo. Ver con la mente. Visión sensorial con corporalidad y sentidos, sensibilidad orgánica. Visión intelectual con mente y pensamiento,  visión intelectual de ideas, el lógos.

En educación[1] vemos lo tangible y lo intangible, lo material y lo inmaterial, lo concreto y lo abstracto. Vemos cosas tangibles que se cuentan y analizan con matemática, se evalúan con métricas cuantitativas. Vemos ideas y conceptos intangibles, inmateriales, lo invisible con lenguaje cualitativo, sin aritmética ni métrica.   

Filosofar educación es acción del pensamiento en ideas, conceptos, creencias, valoraciones acerca del ser humano en el mundo que es y podría ser con educación posible por deseable.

Si queremos conocer la filosofía educativa de una escuela o universidad lo que hacemos es ver qué piensa esa institución en su comprensión del humano, del mundo y de la educación. ¿Cómo? De dos modos: conversar y leer. Arte de conversar es difícil, complejo. No tratamos ese tema[2] aquí, pero importa anticiparlo porque pensar es una acción con otros, aunque la hagamos solos. Filosofar educación es conversación con la historia de las ideas -filosóficas, políticas, psicológicas, educativas- y las personas que piensan con nosotros esas ideas. Arte de leer pide disciplina, concentración atenta. Eso hacemos: conversar y leer pensando las ideas, el lenguaje y las prácticas educativas.

Metafóricamente, la filosofía educativa es el ADN del organismo educacional. Cromosomas son ideas del humano, el mundo, la educación. La filosofía educativa de una institución es el lógos, la razón, la palabra, acerca de un bien que se denomina educación. Del logos nace el logotipo, emblema distintivo en latín o griego; si el logotipo lee “excelencia”, ¿qué es eso?  

Ideas, lenguaje y prácticas educativas se filosofan por largo tiempo, al menos, 2, 500 años. Temáticas centrales, entre otras:

El ser humano.           El humano educado.              La vida buena.
Fines educativos.       Mundo ideal.                          Lenguaje.
Conocimiento.            Currículo.                               Pedagogía.

Todo se corresponde, todo se interconecta, cada parte está en el todo. En apretada síntesis:

Educar supone una idea del humano. ¿Qué somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Qué es ser un ser humano? Se supone la educación educa. ¿Qué es ser educado? ¿Cómo los sabemos? ¿Qué ideas falsas hay de personas educadas o no? Educar para estupidez, ignorancia o maldad es un contrasentido. Se asume educar hace bien. ¿Qué es ese bien? ¿Qué es vida buena? Entonces, hay que pensar por qué, para qué, razón de educar, los fines educativos. Esos fines se relacionan con la idea del ser humano y el mundo en que debería y podría vivir, con ciertas valoraciones de qué es una vida buena para todos. Tenemos que comunicarnos. El lenguaje nos constituye como seres de razón (en griego lógos es palabra y razón). Filosofar, entre otras cosas, es averiguar qué se dice con palabras. ¿Qué significan las palabras que usamos para decir lo anterior? Estamos ya en el conocimiento. El humano nace en mundo que no hizo, lo hereda. El conocimiento y la verdad es un fin educativo que se privilegia por siglos. De los conocimientos y sus tradiciones aparecen los currículos, algo así como el menú del restaurant: la oferta que se presume sabrosa y nutritiva, la propuesta curricular de conocimientos, saberes, valores, costumbres, prácticas, que se presumen son las necesarias en una sociedad o cultura. Las pedagogías, es decir, las teorías y las prácticas de enseñar y aprender, es lo que posibilita la propuesta curricular en acción concreta.

Esas grandes temáticas se preñan de ideas, no existen en un vacío conceptual.

Algunas ideas, entre otras: felicidad, justicia, libertad, autoridad, verdad, bien y mal, ciencia, arte, poder, virtud, carácter, cultura, racionalidad, falsedad, sufrir, morir… ineludibles en comprender al humano y su educación.

Filosofamos educación para pensar, conversar y obrar un bien llamado educación.

¿En qué consiste ese bien? Para eso filosofamos la educación.








[1] Hablamos de educación institucional, no educación que acontece en cualquier tiempo, espacio y circunstancia, sin organizaciones que asuman ese rol. La vida educa, la sociedad educa, la polis educa, cada persona se educa.
[2] Ver ensayo Conversar, discutir y dialogar: no se parecen ni son iguales. 

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