Thursday, December 29, 2016

Qué no es educación


Curioso el uso del lenguaje. Hay palabras elásticas que se estiran, moldean, según la intención y el interés del interesado. “Amor” es típica en su polisemia de significados. Estas frases reflejan sentimientos diferentes: ¿Me amas? Amo la naturaleza. ¡Gran amor de madre! ¿Hacemos el amor? Amar a los animales es signo de sensibilidad. Ama a tu prójimo como a ti. Amo la vida. El amor de amigos perdura, el amor conyugal puede terminar. Amar no es sacrifico. Dios me ama. Te amo. Misma palabra en tonos diferentes evoca imágenes diversas.

Otras palabras tienen definiciones precisas, su uso se delimita a lo que es por naturaleza o por cultura. El árbol es lo que es, no otra cosa, aunque la palabra “árbol” no suene igual que “tree”. Pero ambas dicen lo mismo de algo en la naturaleza, no creado por el humano. Un árbol tiene muchas “funciones”, pajaritos se posan, decoración navideña, madera para construir, colgamos al ahorcado. Creo, creencia que creo correcta, pero sin evidencia, que esas funciones están fuera del “ser del árbol”, no sabemos si el árbol decide o le gusta lo que su arboreidad “hace” más allá de simplemente estar enraizado en la Madre Naturaleza. Con el advenimiento humano en el Planeta Tierra, poblada de infinitos árboles antes de aparecer esa especia destructora, al arribar humanos empiezan a nombrar cosas. Hace 10 millones de años había árboles, entonces no existía Pedro Pérez merodeando alrededor inventando la palabra para señalar la cosa en que se trepó huyendo de un jabalí. Una vez los humanos llaman árbol al árbol, en todo lenguaje, de ahí en adelante esa cosa no es el sol ni un rinoceronte, tampoco la oreja del vecino -aunque se parezca-.

¿A qué viene esto? A que eso ocurre con educación. Una palabra usada en el mundo entero, en todo idioma, palabra que se le adscriben sinnúmero de objetivos, un montón de funciones. Es un vocablo hiperbólicamente elástico. Es mágico. Los humanos creen - sin evidencias- que con sólo decir “educación” es un abracadabra, aparece de inmediato el efecto. Educación es la salvación a salir de crisis y de problemas que impidan el desarrollo de los pueblos. Es la palabra clave en la democracia, paz, justicia, derechos humanos. No ser educado en un grave pecado secular.

¿Qué es educación? ¿Para qué educarnos? Si preguntas a profesores, maestros, a quienes trabajan en instituciones educativas, a gente como yo con rol de “educar”, sería interesante escuchar lo que dicen. Luego de las respuestas, si indagas más podrías interrogar ¿eso que usted dice es educación es lo que hacen escuela, universidad, usted mismo? Pero no lo hagas, no vayas ahí. Basta el arduo intento de sólo “definir”.  

Te propongo invirtamos la pregunta al revés. ¿Qué no es educación? Atrevernos a pensar fuera de lo establecido. Resistir costumbres. Desafiar usos comunes. Alejarnos de condicionamientos culturales y psíquicos. Pero sin altavoces. Es pensar entre nosotros, en la intimidad del curso. Sin alardear que poseemos verdad en mano (o cerebro), sin arrogancia de creernos más espabilados por pensar fuera de lo ordinario o a contracorriente. Nada de esas vanidades petulantes de uno pensar es mejor que los demás o más ingenioso en prender ON el intelecto crítico, no seamos tan estúpidos. Simplemente jugar el juego de pensar el lenguaje y los conceptos en las implicaciones, acciones, resultados, que se asumen o se esperan de ese lenguaje/concepto: educación. Y dudar.     


Propongo por eliminación, desojar supuestos, hipótesis, premisas, ideas y creencias sobre qué se cree es educación, pero cartesianamente dudamos (a diferencia de él sin buscar lo indubitable). 

Educación no es actividad productiva de hacer cosas, objetos, artefactos, utensilios, tecnologías. Tales actividades se hacen mediante entrenamientos, instrucciones, enseñanzas, aprendizajes, inventos, y otras acciones, podrán ser eficaces, eficientes, exitosas, hechas con gran precisión y gran dedicación. Pero son neutrales. En sí mismas no educan. Habrá que verse la intencionalidad.

Los conocimientos que se enseñan en escuelas y universidades, la infinidad de datos y hechos a memorizar, todas las materias o disciplinas del currículo, no son en sí y de por sí educativos. Son meros conocimientos, datos, hechos, información, depósitos contenidos en memoria que podrían o no activarse en recuerdo, y el recuerdo podría o no ser aplicado en una práctica. Si esa práctica es un bien, una verdad, una belleza, se podría hablar de educere, el surgir interior del ser. Los filósofos griegos consideraban que la forma más alta del conocimiento tiene como fin el bien de la comunidad, ello explica que conceptos “política”, “ética”, “educación”, son sinónimos. Polis y Paidea coinciden en la Atenas que intentó por un tiempo breve la democracia.

El empresarismo, moda en sistemas educativos, tampoco es educación. Inventarse una empresa podrá ser un acto de gran ingenio, pero en sí, la empresa no educa. Las empresas son eso mismo, empresas, entidades económicas para obtener beneficios en el mercado de bienes y servicios. Es un motor productivo que usa trabajo, capital, tecnologías, tierra. Valioso, claro está, en el sentido de valor económico. Pero ¿educación? Habrá que hilar fino en argumentar sí. Intencionalidad del empresario en prácticas de bienestar al mundo, por ahí podría razonarse una lógica o argumento.   

Tecnologías no educan, son sistemas de conexión, transmisión. No existe educación en línea”. Líneas tecnológicas aceleran tiempo, acortan distancias, conectan y masifican gente. Nada más. Sin embargo, qué acontece en la consciencia de cada persona en interiorizar y practicar valores, en otro sentido, axiológico, en virtud de las tecnologías, estamos en la experiencia educativa.

Grados y diplomas no son educación, aunque el esfuerzo y la intención del proceso sí podría ser una experiencia educativa en acrecentar la confianza y la responsabilidad del sujeto educando. Profesiones no indican personas educadas. Educación no mercadea profesiones. Educación no emite juicios para fiscalizar y penalizar un error. Educación no culpa, no castiga. Nadie fracasa (F) en educación. No clasifica ni separa en tipos definitorios de “condición” humana. Educación no excluye, ni compara, no establece jerarquías. No evalúa del exterior del sujeto educando a partir del cumplimiento o no de estándares para acreditar las instituciones.

Aristóteles hizo una interesante distinción entre dos clases de acciones humanas, desplegadas en dos direcciones. Una, producir o fabricar objetos (poiesis, griego), cuando el sujeto realiza algo exterior a sí, la actividad de producir cosas, objetos, utensilios, instrumentos. Otra, la acción que no procura efecto exterior, no produce nada material, es acción que queda en el sujeto que obra, transforma el ser, (praxis, griego): ahí comenzamos a filosofar la educación en otros ensayos.



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