Curioso el uso del
lenguaje. Hay palabras elásticas que se estiran, moldean, según la intención y el
interés del interesado. “Amor” es típica en su polisemia de significados. Estas
frases reflejan sentimientos diferentes: ¿Me
amas? Amo la naturaleza. ¡Gran amor
de madre! ¿Hacemos el amor? Amar a los animales es signo de sensibilidad. Ama a
tu prójimo como a ti. Amo la vida. El amor de amigos perdura, el amor conyugal puede
terminar. Amar no es sacrifico. Dios me ama. Te amo. Misma palabra en tonos
diferentes evoca imágenes diversas.
Otras palabras
tienen definiciones precisas, su uso se delimita a lo que es por naturaleza o por
cultura. El árbol es lo que es, no otra cosa, aunque la palabra “árbol” no
suene igual que “tree”. Pero ambas dicen lo mismo de algo en la naturaleza, no
creado por el humano. Un árbol tiene muchas “funciones”, pajaritos se posan,
decoración navideña, madera para construir, colgamos al ahorcado. Creo,
creencia que creo correcta, pero sin evidencia, que esas funciones están fuera
del “ser del árbol”, no sabemos si el árbol decide o le gusta lo que su
arboreidad “hace” más allá de simplemente estar enraizado en la Madre Naturaleza.
Con el advenimiento humano en el Planeta Tierra, poblada de infinitos árboles
antes de aparecer esa especia destructora, al arribar humanos empiezan a
nombrar cosas. Hace 10 millones de años había árboles, entonces no existía
Pedro Pérez merodeando alrededor inventando la palabra para señalar la cosa en
que se trepó huyendo de un jabalí. Una vez los humanos llaman árbol al árbol, en
todo lenguaje, de ahí en adelante esa cosa no es el sol ni un rinoceronte,
tampoco la oreja del vecino -aunque se parezca-.
¿A qué viene esto?
A que eso ocurre con educación. Una palabra usada en el mundo entero, en todo
idioma, palabra que se le adscriben sinnúmero de objetivos, un montón de funciones.
Es un vocablo hiperbólicamente elástico. Es mágico. Los humanos creen - sin
evidencias- que con sólo decir “educación” es un abracadabra, aparece de
inmediato el efecto. Educación es la salvación a salir de crisis y de problemas
que impidan el desarrollo de los pueblos. Es la palabra clave en la democracia,
paz, justicia, derechos humanos. No ser educado en un grave pecado secular.
¿Qué es educación?
¿Para qué educarnos? Si preguntas a profesores, maestros, a quienes trabajan en
instituciones educativas, a gente como yo con rol de “educar”, sería interesante
escuchar lo que dicen. Luego de las respuestas, si indagas más podrías
interrogar ¿eso que usted dice es educación es lo que hacen escuela,
universidad, usted mismo? Pero no lo hagas, no vayas ahí. Basta el
arduo intento de sólo “definir”.
Te propongo
invirtamos la pregunta al revés. ¿Qué no es educación? Atrevernos a pensar fuera
de lo establecido. Resistir costumbres. Desafiar usos comunes. Alejarnos de
condicionamientos culturales y psíquicos. Pero sin altavoces. Es pensar entre
nosotros, en la intimidad del curso. Sin alardear que poseemos verdad en mano
(o cerebro), sin arrogancia de creernos más espabilados por pensar fuera de lo
ordinario o a contracorriente. Nada de esas vanidades petulantes de uno pensar
es mejor que los demás o más ingenioso en prender ON el intelecto crítico, no
seamos tan estúpidos. Simplemente jugar el juego de pensar el lenguaje y los conceptos
en las implicaciones, acciones, resultados, que se asumen o se esperan de ese
lenguaje/concepto: educación. Y dudar.
Propongo por
eliminación, desojar supuestos, hipótesis, premisas, ideas y creencias sobre
qué se cree es educación, pero cartesianamente dudamos (a diferencia de él sin
buscar lo indubitable).
Educación no es
actividad productiva de hacer cosas, objetos, artefactos, utensilios,
tecnologías. Tales actividades se hacen mediante entrenamientos, instrucciones,
enseñanzas, aprendizajes, inventos, y otras acciones, podrán ser eficaces,
eficientes, exitosas, hechas con gran precisión y gran dedicación. Pero son
neutrales. En sí mismas no educan. Habrá que verse la intencionalidad.
Los conocimientos que
se enseñan en escuelas y universidades, la infinidad de datos y hechos a
memorizar, todas las materias o disciplinas del currículo, no son en sí y de
por sí educativos. Son meros conocimientos, datos, hechos, información,
depósitos contenidos en memoria que podrían o no activarse en recuerdo, y el
recuerdo podría o no ser aplicado en una práctica. Si esa práctica es un bien, una
verdad, una belleza, se podría hablar de educere,
el surgir interior del ser. Los filósofos griegos consideraban que la forma más
alta del conocimiento tiene como fin el bien de la comunidad, ello explica que
conceptos “política”, “ética”, “educación”, son sinónimos. Polis y Paidea coinciden
en la Atenas que intentó por un tiempo breve la democracia.
El empresarismo,
moda en sistemas educativos, tampoco es educación. Inventarse una empresa podrá
ser un acto de gran ingenio, pero en sí, la empresa no educa. Las empresas son
eso mismo, empresas, entidades económicas para obtener beneficios en el mercado
de bienes y servicios. Es un motor productivo que usa trabajo, capital,
tecnologías, tierra. Valioso, claro está, en el sentido de valor económico.
Pero ¿educación? Habrá que hilar fino en argumentar sí. Intencionalidad del
empresario en prácticas de bienestar al mundo, por ahí podría razonarse una
lógica o argumento.
Tecnologías no educan,
son sistemas de conexión, transmisión. No existe educación en línea”. Líneas
tecnológicas aceleran tiempo, acortan distancias, conectan y masifican gente.
Nada más. Sin embargo, qué acontece en la consciencia de cada persona en
interiorizar y practicar valores, en otro sentido, axiológico, en virtud de las
tecnologías, estamos en la experiencia educativa.
Grados y diplomas
no son educación, aunque el esfuerzo y la intención del proceso sí podría ser
una experiencia educativa en acrecentar la confianza y la responsabilidad del
sujeto educando. Profesiones no indican personas educadas. Educación no mercadea
profesiones. Educación no emite juicios para fiscalizar y penalizar un error. Educación
no culpa, no castiga. Nadie fracasa (F) en educación. No clasifica ni separa en
tipos definitorios de “condición” humana. Educación no excluye, ni compara, no
establece jerarquías. No evalúa del exterior del sujeto educando a partir del
cumplimiento o no de estándares para acreditar las instituciones.
Aristóteles hizo
una interesante distinción entre dos clases de acciones humanas, desplegadas en
dos direcciones. Una, producir o fabricar objetos (poiesis, griego), cuando el sujeto realiza algo exterior a sí, la
actividad de producir cosas, objetos, utensilios, instrumentos. Otra, la acción
que no procura efecto exterior, no produce nada material, es acción que queda
en el sujeto que obra, transforma el ser, (praxis,
griego): ahí comenzamos a filosofar la educación en otros ensayos.
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