¿Qué es un mosquito? la respuesta es clara y definida, con tres tareas sencillas:
ir al diccionario, buscar un mosquito o preguntar a un estudioso de mosquitos. Hay
realidades con definiciones precisas, gente que las conoce. Otras realidades son
difíciles de definir. O imposibles.
¿Qué es educación? no se responde tan fácil acudiendo a diccionarios ni preguntando
a expertos. Además, ¿quién se atreve a decir es un “experto” en educación?
Podrá tener un peritaje altísimo en la enseñanza de astronomía o de
contabilidad, ¿pero eso es ser educado? Sin duda en NASA encontramos expertos
astronautas. ¿En educación? Vayamos con cautela antes de responder.
¿Qué es amor? ¿Qué es el bien? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es Dios? Quizá el
modo de formular la pregunta “qué es” es incorrecto. Es preferible dar una idea
de lo que uno piensa, cree o siente, y aceptar lo difícil o imposible de
definir esas realidades complejas como amor, bien, verdad, dios, con una definición
tajante y determinante que clausure pensar otras posibilidades.
Así con “educación”, vocablo con múltiples significados y diferentes
interpretaciones. A través de la historia, se ha escrito, hablado, propuesto y
discutido tanto de educación, que uno se siente mareado de los incontables
discursos que favorecen o atacan, y las innumerables prácticas que se cantan
mejores o peores. ¡Qué lío con esa palabra!
Hagamos un recorrido por la polisemia de la palabra. ¿Qué se dice sobre
educación?
Históricamente, transmisión de cultura en mantener y mejorar la sociedad.
Antropológicamente, iniciar jóvenes en ritos de paso a ser miembro activo en sociedad
adulta. Sociológicamente, internalizar
e institucionalizar las tradiciones culturales.
Políticamente, preparación para la ciudadanía en la vida pública.
Económicamente, adquirir conocimientos, valores, destrezas, en entrenar el capital
laboral. Institucionalmente, ordenar saberes
históricos a transmitirlos en programas que ofertan grados. Existencialmente, concienciación de ser y estar en el mundo con
sentido de vivir.
Religiosamente, ascesis de salvación en lo sagrado.
Ecológicamente, cultivar la sensibilidad de cuidar y preservar el hogar planetario.
Etcétera.
La voz “educación” es elástica, se estira como quiera con el significado
de quien hable o escriba. Las anteriores interpretaciones (hay otras) son meros
constructos teóricos, lenguaje simbólico. Educación no “es”, propiamente, esos
lenguajes interpretativos. Nunca lo real
es lo que se dice, se cree o se piensa. Lo real siempre escapa las redes
mentales que atrapan en doctrinas, dogmas.
La educación también se comprende en acentuar prácticas sociales. En el uso
cotidiano al hablar de educación se suele entender una actividad de personas en roles
sociales -maestros, profesores, tutores-, con encargo de ‘educar’ nuevas
generaciones en transmisión de la cultura. Por tanto, se cree que la educación ocurre
en espacios y tiempos específicos en instituciones
formales que otorgan grados y certificados, como son las escuelas,
colegios, universidades.
La educación sin duda se asume es algo que, ante todo, acontece en las
familias. Es un derecho, así se dice, anterior al estado. En la familia nacen
las nuevas generaciones. Madres y padres no deberían descargar su responsabilidad
en las instituciones educativas y en las personas que ahí trabajan. Una
interesante modalidad, que yo defiendo si existen las condiciones apropiadas,
es el legítimo movimiento home-schooling.
En otro sentido, se habla de educación como resultados evaluados en función de unos perfiles de estudiantes en
cumplir o no estándares del estado y agencias acreditadoras. Estudiantes
“salen” bien o mal en esas pruebas que los examinan. Por ignorancia o
estupidez, se cree que educación se refleja en las evaluaciones. Pero ese tema
lo trato en otros ensayos.
O se habla de educación en sentido macro-social, desde la sociología,
economía y política, como un subsistema institucional, entre múltiples
sistemas, que componen una sociedad compleja con diferenciación de funciones y
distribución de trabajos. El subsistema educativo son las escuelas,
universidades, institutos, etc., privadas o pública, con programas de estudios
acreditados que otorgan certificados o grados o diplomas. Y se dice educación
es un bien socio-político, cultural,
histórico a ser enseñado y aprendido en una sociedad.
Por si fueran pocos los anteriores rostros de educación, se habla con
frecuencia de la educación de la calle, la universidad de la vida, el barrio,
los amigos, los juegos, la educación informal, la espontánea, sin planificar,
nadie la controla fuera de las personas mismas y las reglas en uso.
¿Qué es educación? nadie puede responder de manera definitiva, final,
absoluta. Mejor así.
Entonces ¿para qué pensar y filosofar algo que no se sabe? Buena
pregunta.
El que no exista única definición
no significa que no exista la realidad del fenómeno educativo. Sí podemos
pensar, estudiar, conocer de educación. Sí teorizamos con psicología,
sociología, economía y otras disciplinas que investigan la educación. Sin duda
se practica la educación por miles de años como un fenómeno social de
aculturación, socialización, sobrevivir la especie.
Estamos ante una realidad compleja que se señala con una sola palabra:
educación. La realidad a que se refiere es multidimensional. Por eso, es una
palabra polisémica.
Me atrevo a insinuar lo más parecido a educación podría ser por sus frutos la conoceréis.
¿Qué frutos? Modos de ser en la vida con bondad, decencia, dignidad.
El fruto que la educación siembra podría ser el arte de vivir bien: sabiduría.
Si ahondamos al fondo del humano, educación,
a falta de mejor palabra, es amar.
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