Thursday, December 29, 2016

Filosofar concepto "educación" II


10. La educación es una de esas realidades –como también política o religión- que parece ser conocida suficientemente por todo el mundo; al menos así lo parece cuando se observa la seguridad rotunda con que cualquiera opina sobre ella. Hay una razón que lo justifica: prácticamente todo el mundo ha recibido educación, o cuando menos, ha sido sometido a unas actividades que conoció con ese nombre; existe por tanto una experiencia más o menos común y compartida que apoya suponer que se conoce, y consecuentemente, se puede opinar de educación, como dice el refrán, con conocimiento de causa. Sin embargo, oyendo tales opiniones, se percibe una discrepancia notable de matices y rasgos esenciales de qué, para qué y cómo educar. El significado conceptual de educación, a primera vista, no está claro como sus opinantes creen, y hay más confusión de lo pensado. También ocurre con otros conceptos vinculados a la educación, a cuyo valor se asume conocer o asentir, pero su sentido y alcance es problemático apenas se empieza a hablar con cierta precisión: verdad, conocimiento, libertad, igualdad, responsabilidad, enseñar, aprender, evaluar, etc.

11. Convendría recordar la etimología del concepto o del vocablo “educar”, es un análisis típico en los textos introductorios a la pedagogía y la filosofía educativa, en español, porque en inglés y otras lenguas, latín no es idioma referente para explicar la educación. El término educar procede de educare y de educere, términos latinos de gran riqueza significativa. Educare significa “criar, cuidar, alimentar, formar o instruir”. Educere significa “sacar, extraer, avanzar, elevar”. Tal polisemia originaria, no es ambigüedad, sino al contrario, es la expresión de pluralidad de dimensiones de la realidad humana y de la educación.  

12. Alimento que nutre proveniente desde afuera de la persona. Actividad interior personal de fortalecerse y de sacar afuera lo mejor de sí. Dos procesos simultáneos. Inseparables. Se enriquecen mutuamente, siempre y cuando existan las condiciones externas e internas que permitan el desarrollo integral de la persona en su sociedad. Dos procesos necesarios en la dinámica de educar. Lo que ocurre afuera -condiciones materiales y espirituales- que le facilitan al ser humano, sobrevivir desde el nacimiento, y vivir bien el resto de sus días. Lo que acontece adentro -potencialidad- es la capacidad personal en asumir responsabilidad en decisiones de su vida. Un balance difícil en la vida humana, ese equilibrio tan complejo de dos procesos o dinámicas, lo que viene de afuera y lo que se hace adentro.

13. Educare hace referencia a actividades materiales como alimentar y extraer. La relación con nutrición es más que metáfora. Es una realidad. También el término griego paideia, que designa la educación, significa originariamente “nutrición”, y en este sentido es más que un dato histórico, pues perdura a lo largo del tiempo, casi hasta nuestros días: todavía a finales del siglo pasado se podía encontrar un libro titulado La educación de las abejas que era un tratado de apicultura de la nutrición y cuidado de las abejas. La etimología de “educación”, en su conjunto, muestra unos sentidos materiales correspondientes a actividades físicas en la sociedad, semejantes a la acción educativa; y muestra aspectos de pensar, emocionar, actuar, que caracterizan al desarrollo interior de la persona. De la consideración de ambos aspectos o ambos procesos en educación, podemos ver algunas notas conceptuales.

- la educación no es tanto “poner dentro”, sino más bien “sacar afuera”, o sea, extraer, lo cual supone que hay algo en el educando, un potencial latente cuya actualización le da sentido a la responsabilidad y autodeterminación que es central en educación;
 - “criar”, más ampliamente que “alimentar”, sugiere la existencia de un dinamismo propio del educando que debe favorecerse o promoverse; no se trata, pues, de tarea productiva o fabril, la educación no fabrica humanos como si fuesen artículos de consumo o recursos de la economía (idea implícita en los estudios universitarios y desde la escuela superior); la  causa propia de tal dinamismo es ajena al mundo externo, a las personas que se encargan de educar, el ambiente y las personas pueden, eso sí, potenciarla, ayudarla, pero la causa del dinamismo o del desarrollo humano radica en el sujeto, en el espíritu de la persona.
 - el significado de “avanzar” supone evolución, una mejora para quien se educa; “elevar”, acentúa esa mejora en la dimensión simbólica de ‘altura’, esto es, de las aspiraciones y las realizaciones más elevadas en la vida humana;
 - “conducir” remite a una acción intencional e inteligente de educadores (desde el kínder a la universidad, si se asiste a instituciones con roles educativos); esa intencionalidad son los fines o las razones para educar, no hay neutralidad en ello; el término “conducir” es fuerte y antipático si se toma por manipulación y control, pero esa no era la idea griega de paideia; se refería más bien a saber guiar con tacto, con delicadeza, con inteligencia;
 - en estos sentidos se recoge implícitamente el carácter de relación que tiene la acción de educar; no es nada que un sujeto -educador o educando- pueda realizar por separado o sin contar con reciprocidad en la actuación del otro; en otras palabras, no se puede educar uno mismo fuera de un contexto socio-cultural; ni tampoco se puede educar sin contar con la acción activa de quien se educa.

14. Trascendiendo el plano de actividades físicas a que se refiere originalmente el término “educación”, vemos las implicaciones de tales elementos en acciones espirituales. Teniendo referencia originaria material, y no perdiéndola del todo en diferentes culturas, ya desde muy pronto paideia y educare empiezan a representar la actuación propiamente humana. Así Aristóteles cuando plantea si la paideia debe ocuparse más de la inteligencia o del carácter del alma[1], es decir, si educar debe atender más al desarrollo del entendimiento (hoy se llama pensar crítico) o la formación de la conducta (hoy es educar en valores). Aún en nuestro tiempo continúa vigente la pregunta de Aristóteles y la dificultad que le mueve a plantearla: no hay acuerdo sobre la naturaleza intelectual o moral de la virtud -areté-. La educación, pues, se consolida como acción espiritual desde su origen, lo que es un proceso frecuente en la evolución semántica de las lenguas clásicas; así, por ejemplo, de liber –el adolescente que alcanza la capacidad de generación sexual-, viene libertas, la capacidad de obrar desde sí. En la etimología de “educar” se apuntan también otros rasgos conceptuales derivados de los aspectos inmateriales o espirituales supuestos en su significado:
- educación es acción de humanos, no de cosas y objetos; esto es obvio, sin duda, pero sus implicaciones no lo son tanto. Cuando se estudia la educación, por ejemplo, debe adoptarse un talante diverso al de otras ciencias y saberes de carácter teórico o práctico. La realidad humana educativa se constituye desde el conocimiento del humano educando; yo puedo conocer lo que han hecho otros en astrofísica o ingeniería sin tener que “meterme en su piel” al decir de Unamuno; pero no conoceré verdaderamente una acción educativa hasta que no la haya realizado según mi conocimiento del fin y de los medios. La educación es un saber práctico, y no se rige por el conocimiento de la verdad de un objeto ni teoría de un fenómeno, sino por la experiencia de una praxis que transforma;
 - educación es necesaria al humano en cuanto humano, aunque tengamos rasgos y genética animal de primates superiores; en la etimología educere y educare, según vimos, es posible hablar de la crianza y nutrición en animales, pero se refiere sólo a los aspectos materiales u orgánicos; si tras la cría de animales cabe una actividad humana destinada a conseguir de ellos el ejercicio de determinadas habilidades que, de suyo, no se hubieran desarrollado en su ambiente natural, eso es ajeno a la crianza: es adiestrar, no educar; si mi cotorra Petunia dice “vete a la mierda” tiene mímica fonética, pero no es “maleducada”;
 - educación tiene sentido integrador y de integridad; no cabe atender separadamente el cuerpo, sentimientos, pensamientos; la unión sustancial ontológica humana significa que la educación es integral del humano entero; y más aún, los conocimientos que se aprenden deben reflejar esa integralidad epistemológica y ética en los currículos educativos;
 - educación, aunque atienda integralmente todas las capacidades humanas, incide de modo primordial en las facultades mentales -pensamiento, razón, inteligencia, emocionalidad-,  de tal manera que pudiendo alcanzarse gran eficacia en el ejercicio de algunas habilidades corporales y sensoriales, no cabe hablar propiamente de educación si ese desarrollo no supone una mejora en la racionalidad, en la capacidad de pensar, en el uso de la inteligencia para guiar la vida, en la vida afectiva o sentimental; un cuerpo robusto o atractivo por ejercicios o cirugías en una mente malvada o estúpida, no es la educación que hablamos;
 - crecimiento corporal tiene tope, de lo contrario, la materia no sería finita; pero el humano como tal puede crecer sin barra material, por eso vivir es radicalmente crecer en cuanto ser pensante, racional, espiritual, y la educación, en cuanto ayuda a ese crecimiento irrestricto, dura toda la vida si hay condiciones favorables, a pesar del cuerpo enfermo o envejecido, el humano es capaz de educar su sanidad mental con sabiduría y en paz;
 - educación es una acción recíproca, es imprescindible la concurrencia de las acciones del educador y educando para que pueda hablarse realmente de educación. Se puede aprender por uno mismo, como también se puede enseñar sin ser atendido o comprendido; pero mejor se habla de educación como una acción relacional interpersonal-social, esto es, como conjunción de acciones de diversos sujetos. El tema polémico de la “educación a distancia” por medios tecnológicos lo trato en otro ensayo, aquí es evidente mi reticencia a llamar educativa esa modalidad, debido a la confusión entre informar y conocer, y por el carácter eminentemente del trato humano relacional que comporta la educación;
- educación es una acción recíproca de ayuda; al educar se asiste a una acción del sujeto que aprende, se concurre al impulso natural propio del sujeto educando; éste no es materia prima informe e indefinida ante la educación. El principio de actuación educativa no está en el educador, sino en educando; como toda ayuda, debe ser proporcionada a necesidades e intereses de quien la recibe, de quien realmente “se mueve”, al decir de Freinet, Decroly, Tolstoi, Montessori, Dewey, Freire, Faure, Morin, y tantos que filosofaron al  humano, un ser en movimiento, un ser activo más que en pasividad receptora; esta idea está preñada de consecuencias prácticas, derivadas del carácter protagonista del educando, que podría resumirse en la proposición de que lo primero en educación es el dinamismo propio del que aprende, su autoeducación y responsabilidad en ejercer libremente las decisiones; esta afirmación que no es fruto de una benevolencia humanitaria sino del puro rigor lógico del conocimiento del desarrollo humano integral, de lo que sabemos por teoría estudiada y por experiencia en la práctica ;
 - educación es ayuda al perfeccionamiento, mejoramiento, si se prefiere usar otra palabra, a la evolución (es mi preferida) humana; no es educativa la relación de ayuda que no busque intencionalmente elevar el bienestar, la integridad, del ser humano educando; es educativa la relación que ayude, guíe, facilite, mejorar sus potencialidades y extraer de su interior lo mejor de sí. Forzar adaptarse a que obedezca ciegamente, manipular sentimientos, hacer memorizar respuestas, dar resueltos los problemas, etc., no es educar en sentido auténtico. Al contrario, la acción educativa consiste en suscitar retos y desafíos, plantear problemas, incitar la superación de obstáculos, en crear una atmósfera de confianza para sentirse libre de buscar, inquirir, dudar, hacerse preguntas, cuestionar ideas, abrirse mentalmente a la investigación de la verdad, del bien, de la belleza, de lo que une en solidaridad a todos;

- educar hábitos mentales referidos al uso de la razón, del pensar inteligente, equilibrado; el humano se adueña de sí mediante sus decisiones y actos; su evolución no es una cualidad adventicia, sobrevenida a estirones como el crecimiento corporal en la pubertad. El ser humano se apropia de sí mediante su obrar consciente; hábitos realizan esa autoposesión, que se adquiere en repetición de actos en las circunstancias propicias, de ahí que el pensar inteligente, el pensar lúcido y crítico, el pensar imaginativo y creativo, pueda ser habitual, una segunda naturaleza mental; recordemos, y esto es importante de recordar, que hábito significa también incremento cualitativo de las virtudes -éticas e intelectuales- que forman el carácter de la persona. Las virtudes en la filosofía aristotélica lo tratamos en otro lugar.

15. Este filosofar conceptual sobre “educación” pueden corregir el sentir común de que la educación se realiza principalmente en instituciones escolares y en las aulas. Que se enseñe y se instruya en centros escolares no significa lógica ni necesariamente, que esas acciones sean educativas. Está pendiente, pues, la cuestión de los contenidos y formas de acciones educacionales, es decir, la pregunta problemática: ¿cómo saber si una acción es educativa? Y veremos que aquí también somos herederos del pensar aristotélico. Seguimos.  

  

[1] ARISTÓTELES, Política, IV, 15, 1337 b 37-40.

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