Thursday, December 29, 2016

Filosofía: significados y temas

Significados

La palabra “filosofía” nace en Grecia hace unos 2,600, se compone de dos vocablos, “philos”, que significa amigo, amante, y “sophia” que equivale a sabiduría. Filosofar es ser amante de un tipo de saber poco común, no es específico de esto o aquello en particular, no es saber maquillar, operar vesículas, pilotear aviones, cocinar, dibujar, esas son ciencias, técnicas y artes específicas que se aprenden en escuelas; la sabiduría se aprende en el vivir cotidiano consciente que destila una madurez notable llamada experiencia de vida.

Amistad con la sabiduría es aspirar a vivir bien, una vida que merece vivirse, ser feliz. Pero seamos prudentes, honestos, no decimos que filosofar es panacea automática de felicidad, no es receta para conducirse felizmente por la vida. No es así. Los humanos somos frágiles, vulnerables, sufrimos en un mundo duro, cruel, expuestos a violencia e injusticia, sentimos frustraciones y desencantos que debilitan o dudan la esperanza y la fe, es difícil amar con tanto odio alrededor… y la filosofía no es antídoto ante los males del mundo.

Eso no quita la aspiración a pensar la vida que merecemos vivir. Filosofar es terapéutico, el poder del pensamiento no debe subestimarse. Pensar cómo vivir bien es una plataforma en el hard drive mental. Sin pretensión arrogante de poseer sabiduría, la mente puede amarla. Es posible diseñarnos un sistema operativo mental de vivir, con las aplicaciones (Apps) que se necesitan para navegar mares tumultuosos del mundo. En este sentido, la filosofía sirve de brújula en el camino. Más sobre eso lo conversamos en clase.

En la filosofía encontramos tradiciones que interpretan diversos significados de filosofar. Todas acogen una idea: filosofar es maneras de pensar con intenciones. Veamos algunas.   
           
·         Pensar la vida en busca del sentido de vivir.
·         Pensar sobre la verdad, el conocimiento.
·         Pensar principios de lo existente, una explicación coherente de lo real.
·         Pensar de modo racional, con argumentación lógica, sin acudir a mito o religión.
·         Pensar el lenguaje aclarando sentidos y significados.
·         Pensar en síntesis holista.

Estas seis aproximaciones a filosofar se interconectan. Quizá es un ojo con seis miradas.
   
Temas

Los temas de la filosofía son ilimitados. Nacen con preguntas, como las que hacíamos en nuestra niñez: ¿qué es eso?, ¿por qué?, ¿por qué es así y no de otra forma?, ¿cómo es posible que exista eso?, ¿es verdad?, ¿para qué?, ¿quién lo dijo?, ¿cómo lo sabe?, ¿qué quieres decir? 

Preguntas filosóficas son de wake up call, ¡despierta!   

Grosso modo, señalo grandes temáticas, que no abarcan la totalidad de filosofar, pero son indicativas de asuntos claves en pensar la vida, el mundo, pensarnos nosotros.

¿Qué es lo que existe? ¿Por qué? ¿Qué es lo real?
¿Qué es conocimiento? ¿Qué podemos conocer? ¿Cómo sabemos?  
¿Qué decimos? ¿Qué significa esa palabra, ese concepto, esa idea o creencia?
¿Qué es la verdad?
¿Qué es el bien?
¿Qué es la belleza?
 ¿Qué o quién es el ser humano?

En la historia de la filosofía encontramos áreas del filosofar con una terminología especial, con tono sofisticado, que piensan esos temas. Se conocen como metafísica, epistemología, ética, estética, ontología, antropología, y otros. Es un problema de conocimientos que usan un lenguaje para iniciados. Pero eso es otro tema. Pues en el amplio horizonte de filosofar la filosofía es ilimitada. ¿Qué filosofamos? Todo. ¿Cómo? Pensando todo con preguntas que problematizan. Las ciencias, artes, profesiones, trabajos, tecnologías, política, economía, la historia, religiones, negocios, ocio, sexualidad, salud, ecología, derechos de animales, poder, espiritualidad, el universo… A todo se aplican las preguntas ¿qué?, ¿por qué?, ¿cómo es así y por qué no?, ¿qué hacer y no hacer?, ¿para qué?

Es lamentable que en escuela y universidad no se estimule a filosofar para cuestionar todo, repensar todo lo que se cree definitivo y final. Si una carencia tenemos es pensar, aunque se “piense” lo contrario. Si en algo excedemos es la banalidad de ideas y la estupidez. Si una adicción terrible nos atrapa es la distracción en tonterías.

A quienes estudian educación, conviene filosofar la educación.  Porque ella, la educación, es la más ultrajada de las realidades humanas, violada por sistemas y por las instituciones “educativas” con absurdos y sinsentidos. Pero no quiero estar demasiado trágico.

También hay razones para la esperanza, la fe, la amistad amorosa de filosofar. La luz habita en la oscuridad, dice la filosofía estoica. La importancia de filosofar la educación se debe no sólo a vivir en la oscuridad de la caverna, sino que somos conscientes de esa oscuridad; y en ocasiones vemos la luz que penetra la oscuridad. Entonces experimentamos algo de la liberación que habla Platón en el mito de la caverna (República, libro VII, 514a-515a.). Y nos reconocemos como el género que atraviesa de la oscuridad a la luz, de la inconciencia a conciencia, de la ignorancia a la sabiduría, amigos del saber vivir, la vida que nos sabe bien. Ese género es el humano.



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