Saturday, December 31, 2016

Sobre teoría y práctica


1. Dos palabras en ciencias, conocimientos, profesiones, trabajos, en la vida cotidiana: teoría y práctica. Nada fácil ver diferencias ni integraciones, exceptuando en las ciencias naturales que estudian cuestiones abstractas, que especulan, que analizan objetos en la materia o en la naturaleza. Por ejemplo, matemática, tiene un aspecto teórico fácil de discernir, y un aspecto práctico también fácil de identificar: lado teórico derivado de lógica, axiomas, la teoría no conlleva práctica directa; y lado práctico, en finanzas, economía, negocios, estadísticas, etc., en que cuantificar importa al establecer consecuencias prácticas. Pero cuando se busca la comprensión del ser humano en el conocimiento de sí, en las relaciones intersubjetivas con otros, en vida sociocultural, la diferencia entre teoría y práctica es difusa. Porque el ser humano es el mismo sujeto que estudia al ser humano, no es un objeto externo, es decir, el sujeto que estudia es él o ella el sujeto estudiado. Diferente a química, física, geología, astronomía, en que el sujeto humano estudia objetos no humanos. Es muy difícil, acaso imposible, en nuestras vidas, saber cuándo teoría y práctica se separan o se integran o se convierten en un mismo proceso. Somos seres complicados.

2. Pensar, sentir, imaginar, interpretar, decidir, actuar, querer, desear, sufrir, meditar, contemplar, amar, ¿dónde las fronteras o diferencias en esas notas existenciales?, ¿cuándo y cómo es teoría y práctica?, ¿hay módulos corporales o mentales que localizan pensar y sentir?  Imposible. No somos seres fabricados por piezas y pedazos, no somos un producto como del doctor Frankenstein.

3. La joven mamá “dio a luz” -exquisita metáfora de parir- a su primer hijo. Durante el embarazo, leyó de teorías de crianza. Hasta que la experimentada bisabuela partera del mundo rural, una sabia campesina, le dijo “Mijita, ahora tus teorías se van al carajo, vas a tener que inventarte la tuya”. 

4. Teoricemos la teoría pensando en abstracto. Se habla de algo abstracto cuando no es concreto, porque lo abstracto, por definición, está fuera del tiempo y lugar en aplicación o concreción. Aristóteles, que lo pensó todo en su época, decía “No hay más ciencia que la de lo general, ni más existencia que la de lo singular”. Toda ciencia, por definición, es abstracta, aspira a la generalidad de ley, relación, patrón, concepto, no singularidad de existencia concreta. La ciencia no existe sino a condición de abstraerse de lo particular, lo concreto, lo específico.  Abstraer es separar, aislar con el pensamiento lo que existe junto a otra cosa. Mi camisa rosa es concreta. Camisa y rosa separados son conceptos abstractos. Rectángulo y esfera son abstractos; el marco rectangular con un dibujo de rostro esférico pintado por Picasso, es concreto (aunque el artista hizo obra abstracta). Interesante fenómeno: concreto y abstracto a la vez. Intenta describir completamente el sol. Imposible, es abstracto. El sol del templo azteca, concreto. Toda idea es abstracta. Ninguna idea se parece a su objeto. Spinoza, un filósofo de precisión geométrica, decía que el concepto perro no ladra. Pensemos, pues, esa interesante relación.

5. Abstracción, ab (de) y traere (traer, sacar); en griego, aphairein (separar algo de algo); sacar de las cosas su esencia. Abstraer (y teorizar) es una operación del entendimiento que separa un aspecto de la realidad prescindiendo de los demás, y así, genera conceptos universales, no particulares, conceptos abstractos no concretos. Tomás de Aquino: “Nuestro entendimiento entiende las cosas materiales por un proceso de abstracción”. En teoría nos situamos en un espacio abstracto. En práctica nos situamos en un espacio concreto. Concreto se refiere a lo palpable, observable por los sentidos, los actos que se perciben. Abstracto no es sensorial, es dimensión del entendimiento en conocimientos y ciencias que especulan ideas, sin interés inmediato ni concreción en la práctica. Leer teorías de recién nacidos es instructivo, pero tarde o temprano, la mamá y el papá, a la hora de actuar en lo concreto al criar al bebé, tendrán que practicar. Leer manual de natación al borde de la piscina, es lectura entretenida, instructiva, sin embargo, si el lector desea nadar, mejor suelte el manual, se tire al agua, patalee fuerte, y practique respirar por nariz según indica teoría natatoria, o se ahoga el idiota creyendo que saber teoría era suficiente para saber flotar. Diferente de matemática, física, cosmología, en que teorizar es la orden del pensar, en otros conocimientos y actividades la especulación y abstracción son insuficientes, puesto que hay que actuar en espacio/tiempo en que la práctica es decisiva. Es praxis, enseguida veremos.

6. Teoría proviene del verbo griego theorein, significa contemplar, es un enunciado que expresa un conocimiento especulativo con independencia de aplicación práctica. Fue Aristóteles quien elaboró la idea de teoría, bios theoretikós o vida contemplativa, que él asemejó a espectadores en juegos olímpicos: no actuaban ni participan, sólo observaban. Es observación activa y pasiva. Es activa en el sentimiento, la emoción, la identificación del espectador ante el acontecimiento; espectadores sienten lo que acontece en el espectáculo, es catarsis. Es pasiva en conducta pues el espectador no se lanza al ruedo del juego. El análisis etimológico de teoría es instructivo. El sustantivo oros indica quien observa un espectáculo, thea, de donde procede teatro. Theorós es “aquél que da mirada”, “espectador”. Teoría es un acto de facultad intelectual, del sujeto pensante, del ser racional retirado a su intimidad, en distancia de las cosas para conocerlas, contemplarlas con perspectiva de lejos, sin involucrarse en una conducta práctica. Aristóteles consideró la teoría como la actividad propia del intelecto, la acción por excelencia, de hecho, la cima de la felicidad y la virtud, “alegría del conocer”, “perfecta felicidad” (Ética a Nicómaco X, 7). En Platón, su maestro, la teoría ocupa rango superior en la jerarquía humana desde los actos corporales a la actividad contemplativa. Por eso él era platónico (sin saberlo). Si te acusan de un amor prohibido, y tú aclaras es un inocente amor platónico, a él le debes el subterfugio filosófico, no es prohibido lo platónico, jajaja.

7. En la historia del pensamiento filosófico, científico y otras áreas del saber, se dan interpretaciones del concepto teoría, según el conocimiento o parcela de la realidad en que se aplica la noción de teoría. Repasemos varias interpretaciones. Descripción de realidad. Explicación de realidad. Anticipar probable realidad futura. Conjunto de leyes o principios en relacionar fenómenos. Conocimientos especulativos (conjeturas, proposiciones) independientes de aplicación. Conjunto de pensamientos para sistematizar hallazgos experimentales. Conjunto de ideas que permiten explicar gran número de hechos. Simbolismo útil para entender un fenómeno. Perspectiva mental ante algo.  Síntesis y generalización de la experiencia práctica. Corpus de conocimiento de sistemas generales de creencias, valores, ideales, utopías. Modelo para comprender una realidad natural o humana. Constructo desde disciplina del saber. Teoría como filosofía: pensamiento acerca del pensamiento. Etcétera. Cada teoría en sus diversos ámbitos tiene su concepción de teoría: teoría del caos, teoría atómica, teoría estructuralista, teoría evolucionista, teoría keynesiana, teoría crítica, teoría cuántica de campos, teoría Big Bang, teoría de la relatividad, teoría creacionista, teoría del conocimiento, teoría psicoanalítica, teoría microeconómica, tantos ámbitos, tantos significados, en un solo vocablo.

8. Entre los griegos antiguos, la teoría es una actividad contemplativa racional, una visión intelectual ante la realidad. La tradición medieval heredará esa idea y mantendrá la diferencia entre teoría y práctica (o praxis), en teología se expresa con los términos “vida contemplativa” y “vida activa”. En monasterios que originan la idea de universidad la vida teórica de la contemplación y la vida activa de la práctica o praxis se respetan en sus espacios de realidad, si van por separados, así sea, si van juntas en interacciones o integradas, así sea. El sentido que la ciencia moderna experimental da a la teoría no es contemplación, sino de construcción intelectual en sistema de proposiciones universales, comprobables y comunicables. Teorías científicas explican una parcela de lo real, de fenómenos problemáticos, siempre que se efectúen experimentos aceptados con protocolos de las comunidades científicas.

9. Recordemos. En intención y formulación, la teoría no es igual en cuestiones humanas que en estudios de naturaleza, la materia, lo físico, lo abstracto, lo simbólico. En la naturaleza física la teoría no modifica, en principio, la realidad, sólo se ajusta al experimento que explica o predice. En lo humano, formulación e intención teórica intentan modificación o transformación del humano. Teoría para entender propiedades geológicas de montaña no son teorías para entender un alpinista que la escala. Sin embargo, hay teorías del alpinismo en montañas de tierra, hielo o roca; teoría del hielo y roca son diversas, así las aplicaciones de escalar montañas de hielo y de roca.
10. Teoría y práctica se integra por necesidad, por racionalidad y por exigencia de la realidad.

11. La práctica supone buena teoría en lo teórico y buena práctica que se teoriza.  
  
12. No confundamos teoría con doctrina. Eso ocurre cuando hay fuerte inversión psicológica y económica en defender una teoría (científicos, intelectuales, religiosos, los que tipifican ideologías). Morín y Popper, advierten: teoría es un sistema abierto, en regeneración, se autocorrige si se le ven costuras, corrupción. Teorías son corregibles, “falsificables”, biodegradables. A la teoría se la cuestiona, problematiza, se duda, sólo así es posible evolución o revolución en la comprensión, explicación, aproximación a entender un fenómeno. Doctrina, en cambio, afirma su verdad ya es comprobada, es autosuficiente, no es falsificable ni biodegradable. El dogma es la última palabra doctrinal. La teoría siempre es abierta a repensarse, dudarse, someterla al pensar imaginativo, crítico, experimento, experiencia, y se abandona si la razón la argumenta errónea, si la evidencia la prueba falsa, si la experiencia la cuestiona al no encajar en la propia experiencia.

13. La práctica reina en la experiencia humana. La experiencia de vivir es una práctica. Si bien la teoría se diferencia de práctica en algunos casos, no son radicalmente contrapuestas. La práctica en muchos casos engendra, prueba, mejora la teoría, mientras que la teoría esclarece, orienta, verifica la práctica. Un juego dialéctico. Teorizar ayuda a practicar la práctica. Practicar ayuda a teorizar la teoría. Juegos del lenguaje.

14. Si no interesa el puro conocer por sólo conocer, sino lo que interesa es obrar, actuar, la experiencia, entonces hablamos de la práctica. Si lo que interesa es una acción para modificar un estado de situación, una decisión para emprender una acción, entonces la práctica es primordial. La razón y el sentido común nos hace ver que los conocimientos teóricos de poco o nada sirven ante las acciones y las decisiones. La razón teórica que conoce por conocer es insuficiente a la hora de actuar. Se necesita la razón práctica que conoce para actuar. En Ética a Nicómaco afirma Aristóteles la insuficiencia del conocimiento teórico para orientar y mejorar la acción humana. Es necesaria la práctica dirigida por el saber, “lo que hay que hacer después de haber aprendido, lo aprendemos haciéndolo” (Eth. Nic. 1103a 32-33), saber práctico (episteme praktiké) cuyo fin es la acción, a diferencia del saber teórico (episteme theoretiké). Para Kant, la Razón, en su uso práctico, se ocupa del conocimiento para ser efectivo. Se refiere no a lo que es, por un especular teórico de realidad abstracta, sino a lo que debe ser, por un imperativo del bien.    

15. Lo práctico es lo realizable, se puede llevar a cabo, lo que se puede hacer, que concierne a la acción. Lo práctico pone en obra principios, reglas, teorías… de un arte, una técnica, una ciencia, un conocimiento. ¿Sabes cocinar paella valenciana? ¡Sí! Manos a la obra. Lo estudiado en libros de recetas, los principios, las reglas, las teorías generales culinarias, ahora a practicar en una acción de cocinar.

16. Lo práctico, en el habla común, se reconoce en seguida, es más fácil que entender la teoría, a pesar de que vivimos a partir y desde teorías, decía Ortega en lo que llamó ideas y creencias. Somos portadores de ideas que pensamos de modo reflexivo; las creencias las vivimos en convicciones profundas, tácitas, que hemos absorbido en la socialización. Es prácticamente imposible vivir día a día sin ideas y creencias por las que vivimos, en las que vivimos, desde las que vivimos, con las que existimos. De modo consciente o tácito, vivimos con explicaciones, comprensiones y concepciones de la vida, las personas, la naturaleza, el mundo, quiénes somos, qué queremos, es la práctica de vivir con sentido o sinsentido.

17. La práctica es lo que transforma algo o alguien. Sin práctica no hay movimiento de energía, sea una práctica muscular deportiva, práctica de pilotear aviones, práctica de una meta en que uno se empeñe en aprender o lograr. ¿Pudiéramos hacer tal o cual cosa? No sabemos, hasta que se pueda practicar. Porque la práctica es, precisamente, lo que se hace. Es la práctica lo que valida o no una teoría, precisamente, mediante prueba experimental o experiencia reflexionada. Ese “precisamente” es lo que se precisa para saber qué hacer, por qué hacerlo, y cómo hacerlo, en la generalidad de las situaciones.

18. Práctica es lo crucial en el humano. En Aristóteles el saber práctico unifica la ética y la política, en Kant la razón práctica conoce las cosas para hacerlas efectivas, es el tránsito de lo que es a lo que debe ser. En la práctica radica la esperanza de lo posible. En la práctica se generan las transformaciones en política, economía, salud, educación, espiritualidad, que son esos grandes ejes vertebradores de la praxis.

19. Praxis, palabra griega, significa acción o energeia. No cualquier acción. Es una acción que, a diferencia de la teoría, es intrínsecamente transformadora de la realidad exterior al sujeto; en el marxismo es la realidad del trabajo en el mundo alienante. Marx, el gran teórico de la praxis, acusó a los pensadores que le habían precedido, de ser demasiado teóricos. En lugar de interpretar el mundo, lo que debería hacer el filósofo es transformarlo. Praxis también es transformadora del sujeto, en sentido próximo a la filosofía clásica idealista. La noción de praxis, como transformación del sujeto y del mundo por el trabajo, hace referencia a la ética y política, que desde Aristóteles a nuestro tiempo es uno de los problemas centrales del pensamiento: cómo articular teoría-praxis. En una síntesis admirable, Marx: “es la actividad humana concreta” (Tesis sobre Feuerbach, 1), de la que el trabajo es un caso particular. Pues no sólo se trabaja para producción material, se trabaja para la creación del ser solidario, del ser liberado y liberador. Que sea o no utopía, no quita su verdad, su belleza, su ética de posibilidad en la esperanza.

20. Práctica, praxis, realización del ser. Es praxis para efectuar obras externas. Es praxis interior en la persona. En la II Guerra Mundial, la Resistencia Francesa efectuaba praxis revolucionaria, muchos de los combatientes eran Juventud de Acción Católica, en praxis de oración entre batalla y meditación. Algunos eran filósofos que, paradójicamente, junto a teólogos alemanes, fueron consultores del Concilio Vaticano II de la Iglesia Católica. En la praxis, hasta de guerra, las personas se transforman.

21. En la praxis educativa lo importante es experiencia de un aprender que nos transforma, que acontece en situaciones inciertas, impredecibles, en aquí y ahora nuevo, aunque se haya vivido antes. No sabemos por anticipado las consecuencias o resultados de acción práctica en educación. Es importante reconocer esa realidad en este tiempo de manipulación interesada en pretender controlar y dirigir al humano desde afuera. En pretender que los procesos educativos son controlables por planificación a base de estándares, exámenes y tipologías. El intento de pensar la acción educativa pide explícita referencia al modo como ésta se constituye prácticamente. La acción educativa se configura siempre como práctica humana.

22. En educación, es precisamente la experiencia práctica en que teoría y praxis se integran[1]. Quizá sea el tema filosófico principal en una Facultad de Educación. Para todo conocimiento y en toda acción.







[1] Ver Sobre Teoría y Práctica en Educación. 

Elephant in the Room


El sistema escolar es un anacronismo. Peligroso. Empezó mal, continuó peor y sigue vigente. Es una de las tantas idioteces humanas. La idea y la práctica de que nuevas generaciones vayan a la escuela para enseñarles conocimientos, comportamientos, habilidades, encerrados en un salón de clase, antes que aprendan en vida cotidiana, la familia, data del siglo XVII, un autor lo justifica, Comenio. En siglos XVIII y XIX, Europa, Estados Unidos, América Latina, y colonias europeas, se forman sistemas escolares calcados a imagen y semejanza de hospitales, cárceles y fábricas de la naciente era industrial. La escuela nace con ideas falsas: 1) escuela y educación es lo mismo; 2) niños y jóvenes no se motivan intrínsecamente; 3) idea patológica del humano pecaminoso en su origen, que requiere doble disciplina, castigos físicos y disciplina de disciplinas académicas a memorizar; 4) que niños y jóvenes son incapaces de decidir su aprendizaje, y eso es dominio del adulto con absoluta autoridad; 5) humanos son uniformes y deben ser sometidos a idéntica forma de enseñanza y aprendizaje, al mismo molde y patrón; 6) se nace como una tabla rasa, ser vacío a ser llenado desde afuera; y otras ideas estúpidas.  

El siglo XX trae la escolaridad masificada y obligatoria en países “desarrollados” en democracia.
El sistema escolar, que nace defectuoso, empeora, por aquello que árbol torcido no se endereza. Es una lástima someter a millones de seres nacientes al mismo régimen escolar, misma anatomía psicológica y espiritual. Lástima por ignorancia. Del siglo XVIII a hoy hablan voces elocuentes sobre educación en general, y en particular la modalidad escolar. Primera voz profética fue Rousseau, siguen centenares, Pestalozzi, Thoreau, Emerson, Alcott, E. Key, Montessori, Steiner, Decroly, Ferrer-Guardia, Tolstoy, Krishnamurti, Dewey, son tantos con frescas ideas filosóficas en educación y prácticas pedagógicas sensatas, racionales, de sentido común, inteligentes, en el placer de aprender…

La plataforma escolar que padecemos desde el siglo XVIII está atrapada en un chip algorítmico que programa instrucciones al sistema: todos/as estudiantes son iguales en genética, psiquismo, necesidad, interés, talento, talante, ritmo, vocación, contexto, esa identidad uniforme es para ser formados (de ahí la palabra “formación” tan fea y tan usada), se forman para ser conformados en una enseñanza en línea de ensamblaje industrial, mecánico, que insertan en molde prefabricado a estudiantes para darles la forma o formación con el mismo currículo, tiempo, salón, contenido, enseñanza, aprendizaje, estándar, evaluación, exámenes, grados, premios, castigos, diplomas; es lo mismo para todos en la fábrica escolar que moldea, forma y conforma. Pero si nos fijamos atentamente, es fácil saber que Ana, José, María, Luis, Sonia, Olga, Julio, poseen tonos diversos, talantes distintos, en variaciones de ritmos, con su propia musicalidad existencial. Merecen de la sociedad adulta el respeto, la confianza, la libertad, y por qué no, el amor, de poder ser.      
   
Mark Twain en su delicioso cuento, The Stolen White Elephant, narra unos detectives ineptos que buscan un elefante en un comedor, es evidente está ahí, fastidia, molesta, caga, todos saben ahí está un elefante jodiendo con mal olor. Es metáfora literaria perfecta a un problema obvio que se sabe, es evidente, todos reconocen el problema, saben la solución inmediata, pero nadie lo admite diciendo  “carajo, saquemos a ese elefante”. Cualquier parecido con el sistema escolar actual no es coincidencia.



Thursday, December 29, 2016

Filosofía: significados y temas

Significados

La palabra “filosofía” nace en Grecia hace unos 2,600, se compone de dos vocablos, “philos”, que significa amigo, amante, y “sophia” que equivale a sabiduría. Filosofar es ser amante de un tipo de saber poco común, no es específico de esto o aquello en particular, no es saber maquillar, operar vesículas, pilotear aviones, cocinar, dibujar, esas son ciencias, técnicas y artes específicas que se aprenden en escuelas; la sabiduría se aprende en el vivir cotidiano consciente que destila una madurez notable llamada experiencia de vida.

Amistad con la sabiduría es aspirar a vivir bien, una vida que merece vivirse, ser feliz. Pero seamos prudentes, honestos, no decimos que filosofar es panacea automática de felicidad, no es receta para conducirse felizmente por la vida. No es así. Los humanos somos frágiles, vulnerables, sufrimos en un mundo duro, cruel, expuestos a violencia e injusticia, sentimos frustraciones y desencantos que debilitan o dudan la esperanza y la fe, es difícil amar con tanto odio alrededor… y la filosofía no es antídoto ante los males del mundo.

Eso no quita la aspiración a pensar la vida que merecemos vivir. Filosofar es terapéutico, el poder del pensamiento no debe subestimarse. Pensar cómo vivir bien es una plataforma en el hard drive mental. Sin pretensión arrogante de poseer sabiduría, la mente puede amarla. Es posible diseñarnos un sistema operativo mental de vivir, con las aplicaciones (Apps) que se necesitan para navegar mares tumultuosos del mundo. En este sentido, la filosofía sirve de brújula en el camino. Más sobre eso lo conversamos en clase.

En la filosofía encontramos tradiciones que interpretan diversos significados de filosofar. Todas acogen una idea: filosofar es maneras de pensar con intenciones. Veamos algunas.   
           
·         Pensar la vida en busca del sentido de vivir.
·         Pensar sobre la verdad, el conocimiento.
·         Pensar principios de lo existente, una explicación coherente de lo real.
·         Pensar de modo racional, con argumentación lógica, sin acudir a mito o religión.
·         Pensar el lenguaje aclarando sentidos y significados.
·         Pensar en síntesis holista.

Estas seis aproximaciones a filosofar se interconectan. Quizá es un ojo con seis miradas.
   
Temas

Los temas de la filosofía son ilimitados. Nacen con preguntas, como las que hacíamos en nuestra niñez: ¿qué es eso?, ¿por qué?, ¿por qué es así y no de otra forma?, ¿cómo es posible que exista eso?, ¿es verdad?, ¿para qué?, ¿quién lo dijo?, ¿cómo lo sabe?, ¿qué quieres decir? 

Preguntas filosóficas son de wake up call, ¡despierta!   

Grosso modo, señalo grandes temáticas, que no abarcan la totalidad de filosofar, pero son indicativas de asuntos claves en pensar la vida, el mundo, pensarnos nosotros.

¿Qué es lo que existe? ¿Por qué? ¿Qué es lo real?
¿Qué es conocimiento? ¿Qué podemos conocer? ¿Cómo sabemos?  
¿Qué decimos? ¿Qué significa esa palabra, ese concepto, esa idea o creencia?
¿Qué es la verdad?
¿Qué es el bien?
¿Qué es la belleza?
 ¿Qué o quién es el ser humano?

En la historia de la filosofía encontramos áreas del filosofar con una terminología especial, con tono sofisticado, que piensan esos temas. Se conocen como metafísica, epistemología, ética, estética, ontología, antropología, y otros. Es un problema de conocimientos que usan un lenguaje para iniciados. Pero eso es otro tema. Pues en el amplio horizonte de filosofar la filosofía es ilimitada. ¿Qué filosofamos? Todo. ¿Cómo? Pensando todo con preguntas que problematizan. Las ciencias, artes, profesiones, trabajos, tecnologías, política, economía, la historia, religiones, negocios, ocio, sexualidad, salud, ecología, derechos de animales, poder, espiritualidad, el universo… A todo se aplican las preguntas ¿qué?, ¿por qué?, ¿cómo es así y por qué no?, ¿qué hacer y no hacer?, ¿para qué?

Es lamentable que en escuela y universidad no se estimule a filosofar para cuestionar todo, repensar todo lo que se cree definitivo y final. Si una carencia tenemos es pensar, aunque se “piense” lo contrario. Si en algo excedemos es la banalidad de ideas y la estupidez. Si una adicción terrible nos atrapa es la distracción en tonterías.

A quienes estudian educación, conviene filosofar la educación.  Porque ella, la educación, es la más ultrajada de las realidades humanas, violada por sistemas y por las instituciones “educativas” con absurdos y sinsentidos. Pero no quiero estar demasiado trágico.

También hay razones para la esperanza, la fe, la amistad amorosa de filosofar. La luz habita en la oscuridad, dice la filosofía estoica. La importancia de filosofar la educación se debe no sólo a vivir en la oscuridad de la caverna, sino que somos conscientes de esa oscuridad; y en ocasiones vemos la luz que penetra la oscuridad. Entonces experimentamos algo de la liberación que habla Platón en el mito de la caverna (República, libro VII, 514a-515a.). Y nos reconocemos como el género que atraviesa de la oscuridad a la luz, de la inconciencia a conciencia, de la ignorancia a la sabiduría, amigos del saber vivir, la vida que nos sabe bien. Ese género es el humano.



La Caverna y la Luz: de lo irreal a lo real


Aburrido, distraído, estoy viendo tv, pasando canales con noticias, anuncios, cocineros, novelas, vendedores vendiéndome lo que no me interesa, hasta que aparece en pantalla una vendedora seductora y atractiva mirando al televidente, dice “amor mío, escucha…”, sus labios en pantalla. “Amor mío” soy yo. El producto que vende, si lo uso, la hará satisfecha. Me abochorno pensar lo necesito. La miro, no compro, disfruto verla. Cuento mi cuento privado no para que sepas mi intimidad, sino por otro cuento, éste es público, en que puedes identificarte conmigo. 
Supongo has tenido la misma experiencia de ver en tv personas, noticias, anuncios, películas. Usualmente mientras vemos tv suspendemos el juicio crítico que discierne lo real de lo ilusorio. Suponemos ver en la pantalla algo de realidad, aunque sabemos es irreal. No creemos que hay unos seres diminutos detrás de la pantalla. Pero existen en algún sentido, al menos, cuando los filmaron, aunque ahora estén muertos. ¿Es real lo que vemos en ese momento? Una película se disfruta sólo al suspender el juicio de saber es película. Si la película es irreal, pero son personas reales haciendo eso irreal ¿qué realidad es esa? En definitiva ¿qué es lo real en lo virtual?, ¿qué es la verdad?, ¿cómo saber la realidad de la ilusión? Al ella decir, mirándome, “amor mío”, ¿soy yo Pedro a quien habla? ¿Es un ser ideal desprovisto de cuerpo o soy yo? Estamos filosofando.

Platón, sin tecnologías modernas, hizo esas preguntas. El filósofo narra una parábola que nos induce a cuestionar si lo que vemos y oímos es real. En la parábola los humanos habitamos en una caverna, desde infancia estamos atados por el cuello y por las piernas, por lo que tenemos que permanecer siempre en el mismo lugar y sólo podemos mirar en una dirección. Un camino pasa entre nosotros, y un fuego que arde a nuestras espaldas. A lo largo del camino se levanta un muro, parecido al que los ilusionistas instalan entre ellos y las miradas de los espectadores, para mostrar sus habilidades. A lo largo de ese muro los ilusionistas de la caverna desplazan objetos diversos, esculturas, imágenes de piedra y madera, que sobresalen por encima del muro. Algunos lo hacen hablando, otros callan. Nosotros, aprisionados, lo que vemos de nosotros mismos, de nuestros vecinos y de lo que se mueve sobre el muro, son las sombras que el fuego proyecta sobre la pared de la caverna frente a nosotros. No solamente no vemos nada iluminado por el sol, sino que no vemos luz alguna, ni del fuego ni del sol[1]. El relato sigue: un prisionero se libera, regresa a liberar a los demás, se burlan de él, posiblemente lo asesinan.

La parábola se refiere a nosotros. Platón se sirve de un extrañamiento de nuestra condición humana, un sentimiento de extrañeza, es extrañamiento de que nos asombremos de nosotros mismos. Por lo general no sólo vivimos una falsa familiaridad con el mundo, sino también con nosotros mismos. Tal vez nos extrañan situaciones extraordinarias, pero no nos sorprende nuestra situación habitual. El vivir cotidiano no llama atención, la rutina de siempre, repetición monótona de cada día. En este sentido, piensa Platón, no nos sentimos los más próximos, sino más alejados de nosotros mismos. El sentirse enajenado por la extrañeza de nuestra situación humana, rompe tal familiaridad, surgida de la larga costumbre, y nos permite rencontrarnos allí donde no habíamos sospechado: en la caverna. Y ésta llama atención. ¿Qué es esto (realidad)? ¿Qué hago aquí (situación)? Para tomar consciencia de cuán rutinaria es nuestra cotidianeidad, necesitamos una situación que provoque, espolee, despierte. Veamos tres aspectos del relato:

Uno: somos prisioneros de imágenes que nos presentan los ilusionistas, los sofistas en tiempos de Platón, charlatanes y demagogos de hoy. Sus puntos de vista son para nosotros la realidad. Dos: filosofía es la liberación de esa cárcel de las opiniones. Y dado que la cueva es también una imagen del seno materno, cabe decir que la filosofía es la liberación del seno materno de nuestros prejuicios. 
Con lo cual la filosofía viene a ser una especie de segundo nacimiento. Tres: pero contra esa liberación se alza una resistencia en nosotros. Una tendencia a permanecer en la caverna de nuestros miedos, inseguridades, prejuicios. Tenemos miedo al dolor del segundo nacimiento. La filosofía no es inocua, sino que nos hace dudar, temblar, destruye. Nos arranca de la seguridad rutinaria de nuestras creencias no cuestionadas, nos conduce a dónde ya no nos sentimos en cómodos en casa. Como si nos trasladaran a otro planeta. Y desde luego, la tierra, es decir, la cueva, resulta extraña desde la perspectiva del liberado. La liberación permite una visión extraña que nos hace ver aquello que nos fue familiar, ahora como si fuese por primera vez. Pero esta visión nos saca del orden humano habitual. De ese modo la filosofía viene a ser una especie de muerte del que está aprisionado en prejuicios y distorsiones de lo real. Filosofar equivale también a morir[2], una idea platónica con el sentido de una metáfora.

La luz que hace visible las cosas que están afuera de la caverna, es la luz del sol. Pero en la parábola de Platón el sol es imagen del iluminado por sabiduría. El que un rayo de luz penetre en la oscuridad de nuestra caverna e ilumine por breves momentos con la luz la penumbra en la que vivimos (inautenticidad, falsedad), es el comienzo de filosofar. El camino de la oscuridad a la luz, en casi todos los tiempos y culturas, se ha visto como el símbolo decisivo de la filosofía. La luz de la verdad y lo real. Despertar, Buda. Tao, Lao-Tsé. Renacer, Jesús. 

1] Ver República, libro VII, 514a-521a.
[2] Ver Fedro, 64a-68b.

Qué ver si queremos "ver" una filosofía educativa


Para conocer los diferentes aspectos o áreas de la organización y el funcionamiento de una institución educativa, por ejemplo, la población estudiantil, el personal, las infraestructuras físicas, las áreas verdes, el financiamiento, el presupuesto, la gerencia y administración, la toma de decisiones, la reglamentación y las normas, la salubridad, la nutrición, el currículo y la pedagogía, la biblioteca y demás recursos de estudio, las tecnologías, las familias y su compromiso, la filosofía educativa, etc., ¿qué vemos y qué hacemos para conocer?

En cada aspecto hay conocimientos y experiencias, con profesionales y peritos que saben qué ver y métodos necesarios, con criterios de calidad, listas de cotejo, instrumentos con escalas, medidas para evaluar el estado de situación o las condiciones, tablas para informar data y estadística, etc. No hay que ser demasiado sofisticado en ver baños, patio, salubridad general y otros aspectos, para captar con inteligencia y sentido común las condiciones. Pero ver la filosofía educativa, son otras palabras. Estamos en un área a la vez invisible de ideas y valoraciones, y visible en la concreción de las ideas y valores en experiencias concretas. Nos movemos simultáneamente en teorías y prácticas, lo abstracto a lo concreto, del pensar al actuar, viceversa. Ideas filosóficas en educación tienen implicaciones prácticas. Prácticas en educación repercuten en la ideas.     

La palabra “ver”, filosóficamente proviene de raíces griegas con doble significado: visión sensorial y visión intelectual. Ver con el cuerpo. Ver con la mente. Visión sensorial con corporalidad y sentidos, sensibilidad orgánica. Visión intelectual con mente y pensamiento,  visión intelectual de ideas, el lógos.

En educación[1] vemos lo tangible y lo intangible, lo material y lo inmaterial, lo concreto y lo abstracto. Vemos cosas tangibles que se cuentan y analizan con matemática, se evalúan con métricas cuantitativas. Vemos ideas y conceptos intangibles, inmateriales, lo invisible con lenguaje cualitativo, sin aritmética ni métrica.   

Filosofar educación es acción del pensamiento en ideas, conceptos, creencias, valoraciones acerca del ser humano en el mundo que es y podría ser con educación posible por deseable.

Si queremos conocer la filosofía educativa de una escuela o universidad lo que hacemos es ver qué piensa esa institución en su comprensión del humano, del mundo y de la educación. ¿Cómo? De dos modos: conversar y leer. Arte de conversar es difícil, complejo. No tratamos ese tema[2] aquí, pero importa anticiparlo porque pensar es una acción con otros, aunque la hagamos solos. Filosofar educación es conversación con la historia de las ideas -filosóficas, políticas, psicológicas, educativas- y las personas que piensan con nosotros esas ideas. Arte de leer pide disciplina, concentración atenta. Eso hacemos: conversar y leer pensando las ideas, el lenguaje y las prácticas educativas.

Metafóricamente, la filosofía educativa es el ADN del organismo educacional. Cromosomas son ideas del humano, el mundo, la educación. La filosofía educativa de una institución es el lógos, la razón, la palabra, acerca de un bien que se denomina educación. Del logos nace el logotipo, emblema distintivo en latín o griego; si el logotipo lee “excelencia”, ¿qué es eso?  

Ideas, lenguaje y prácticas educativas se filosofan por largo tiempo, al menos, 2, 500 años. Temáticas centrales, entre otras:

El ser humano.           El humano educado.              La vida buena.
Fines educativos.       Mundo ideal.                          Lenguaje.
Conocimiento.            Currículo.                               Pedagogía.

Todo se corresponde, todo se interconecta, cada parte está en el todo. En apretada síntesis:

Educar supone una idea del humano. ¿Qué somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Qué es ser un ser humano? Se supone la educación educa. ¿Qué es ser educado? ¿Cómo los sabemos? ¿Qué ideas falsas hay de personas educadas o no? Educar para estupidez, ignorancia o maldad es un contrasentido. Se asume educar hace bien. ¿Qué es ese bien? ¿Qué es vida buena? Entonces, hay que pensar por qué, para qué, razón de educar, los fines educativos. Esos fines se relacionan con la idea del ser humano y el mundo en que debería y podría vivir, con ciertas valoraciones de qué es una vida buena para todos. Tenemos que comunicarnos. El lenguaje nos constituye como seres de razón (en griego lógos es palabra y razón). Filosofar, entre otras cosas, es averiguar qué se dice con palabras. ¿Qué significan las palabras que usamos para decir lo anterior? Estamos ya en el conocimiento. El humano nace en mundo que no hizo, lo hereda. El conocimiento y la verdad es un fin educativo que se privilegia por siglos. De los conocimientos y sus tradiciones aparecen los currículos, algo así como el menú del restaurant: la oferta que se presume sabrosa y nutritiva, la propuesta curricular de conocimientos, saberes, valores, costumbres, prácticas, que se presumen son las necesarias en una sociedad o cultura. Las pedagogías, es decir, las teorías y las prácticas de enseñar y aprender, es lo que posibilita la propuesta curricular en acción concreta.

Esas grandes temáticas se preñan de ideas, no existen en un vacío conceptual.

Algunas ideas, entre otras: felicidad, justicia, libertad, autoridad, verdad, bien y mal, ciencia, arte, poder, virtud, carácter, cultura, racionalidad, falsedad, sufrir, morir… ineludibles en comprender al humano y su educación.

Filosofamos educación para pensar, conversar y obrar un bien llamado educación.

¿En qué consiste ese bien? Para eso filosofamos la educación.








[1] Hablamos de educación institucional, no educación que acontece en cualquier tiempo, espacio y circunstancia, sin organizaciones que asuman ese rol. La vida educa, la sociedad educa, la polis educa, cada persona se educa.
[2] Ver ensayo Conversar, discutir y dialogar: no se parecen ni son iguales. 

Tacto educativo


De las varias acepciones de la palabra “tacto” en el diccionario, me refiero a la habilidad para tratar con una persona de manera sensible y respetuosa o para actuar con acierto en asuntos delicados. Es una habilidad básica en el trato cotidiano en que los humanos se educan en simplemente la presencia, influencia, imitación, socialización, así como en el trato o las relaciones más formales en instituciones que asumen roles de educación reglamentada. En éstas, quizá la falta de tacto sea uno de los problemas más graves en las relaciones educativas de signo pedagógico, que explora con amplitud y profundidad Max van Manen[1].  Por intuición y experiencia los estudiantes se quejan, con razón, de esta carencia al decir que un maestro es inaccesible, insensible, indiferente en ayudar, arrogante, se cree superior por el simple hecho de “saber” una materia que el estudiante desconoce. Claro está, los estudiantes podrán no saber la materia, pero sí perciben al maestro/a con genuino interés en ayudar: entonces nace el respeto, la consideración, el confiar, el afecto, condiciones básicas en el proceso educacional de aprender y enseñar.   

J.F Herbart (1776-1841) fue el primero en referirse al tacto pedagógico. El pedagogo tomó la palabra tiempo usada en música que se mide por la aguja de un metrónomo que oscila entre dos polos, que son la pura teoría y la acción no razonada. Con la noción de tacto se expresa la necesidad del educador de vincular esos dos extremos. Es un obrar en un espacio intermedio entre teoría y práctica; un juicio rápido, o mejor, una intuición en la acción en una situación determinada que no requiere aplicar directamente una teoría preconcebida. Si se tiene una teoría educativa reflexionada y verificada en la experiencia, que es parte de la mentalidad actitudinal del educador, entonces esa teoría opera en el trasfondo de la consciencia. La intuición del educador se “encarga” de adaptar o modular la teoría a la situación concreta.

El tacto es habilidad de razón práctica intuitiva, actúa en la inmediatez del aquí/ahora. Se aprende esa habilidad al actuar habitualmente, repetidas veces, con tacto. Apropiado el juego de palabras: que el contacto educativo sea con tacto. Podemos comprender el tacto educativo en dos sentidos: una sensibilidad especial en las relaciones humanas que ayuda a no violar o invadir la intimidad de la persona; y una capacidad o disposición del educador en su modo de interpretar y comprender la realidad de los educandos.

En el primer sentido, el tacto se identifica con virtudes éticas del trato entre personas y en sociedad: humildad, justicia, buena fe, generosidad, tolerancia, compasión, prudencia, urbanidad -virtud olvidada-, buen humor, solidaridad, camaradería, etc., esas virtudes en relaciones humanas en culturas y sociedades que privilegian y custodian dignidad, derechos, civismo ciudadano. El tacto educativo es capacidad de percibir las situaciones en actuar correctamente cuando el educador carece, respecto a la situación, de un saber seguro derivado de teorías generales. En el relato del Buen Samaritano, paradigmático en actuar compasivo budista y cristiano, Jesús no asume hizo un cálculo premeditado y analítico derivado de teoría moral (que debió ser en el sacerdote y el levita, doctores en ley mosaica, quienes ignoraron al herido). El obrar del Samaritano no resulta de aplicar una teoría moral a la práctica concreta, al contrario, es obrar espontáneo fruto de disposición de ánimo compasiva en un hábito natural. Pero ello no implica que personas virtuosas carezcan de reflexión o investigación de su experiencia, en que aparece la teoría que aclara, ilumina e inspira la práctica. También de acuerdo con este sentido, el tacto es la cualidad en virtud de la cual sabemos mantener distancia, evitar lo chocante, herir, el excesivo acercamiento y la violación de la esfera privada e íntima, como ocurre con chisme, el entrometimiento o la indiscreción, en la humillación y burla a los demás.

En el segundo sentido, el tacto es manera de conocer (episteme), ser (ontología) y obrar (ética), unión indisoluble. Es función del desarrollo intelectual, ético, estético, histórico, que define la idea filosófica alemana Bildung, de difícil traducción, cuyo significado es la “formación” integral que unifica conocimiento y sentimiento; formación en que fluyen armónicamente la sensibilidad y el carácter del intelecto refinado con moral profunda.

En el primer sentido el trato supone cierta dotación natural, en el segundo sentido el trato es educable. Educación intelectual discierne lo verdadero y falso. Educación ética diferencia bien y mal. Educación estética distingue bello y grotesco. Educación histórica hace comprender lo posible y deseable a partir de las experiencias pasadas, que a la vez capacitan para prever el futuro aún incierto.

El tacto es cualidad relacional, un “tono”, tonalidad, en el comportamiento del educador con sensibilidad y flexibilidad en cada situación. Se traduce en amabilidad, en confiar, en la libertad benevolente que no pre-juzga, que sabe cambiar percepciones prejuiciadas por miradas positivas, ver lo mejor en otro, su potencial que acaso subestima. Similar al coach deportivo que cree en jugadores, puso mirada en el potencial no realizado. Tacto es también una cualidad reflexiva en decisiones rápidas en contextos singulares en que hay incertidumbre, porque problemas a resolver son siempre únicos -podrán parecerse a problemas en situaciones anteriores, pero siempre lo que ocurre en el presente es inédito, como si fuese por primera vez-. Es el zen budismo en el presente.

El tacto pide al educador confianza en sí y libertad de improvisar. Es una lástima que en la educación de educadores se ignore la dimensión teatral y lúdica en la vida humana. Nadie como actores saben la importancia crucial, por un lado, de la disciplina mental de reflexionar en y sobre la actuación, y por otro, de saber fluir en la improvisación del momento -cada momento es irrepetible e irreversible, pero se aprende de ellos-.

El tacto educativo conecta la sensibilidad y simpatía del educador con la necesidad del educando. El educador no educa “a la fuerza”; no se puede ayudar a quien no quiere ser ayudado, o a quien no sabe necesita ayuda y la rechaza; el educador ha de jugar necesariamente con una variable definitiva: la libertad del educando. Así, es necesario reflexionar sobre las mejores condiciones en que la libertad y la responsabilidad es orientada y asumida por quien se educa. Respetar la autonomía y la esfera de intimidad del educando es esencial. Si actúa con criterio educativo, el educador será capaz de influir, es influencia que no es autoritaria, manipuladora. Detrás del egocentrismo y del autoritarismo de los educadores suele ocultarse la inseguridad, el miedo, la culpa propia proyectada en los demás, como atinadamente estudia el psicoanálisis.  

Algunas características del tacto educativo son las siguientes: 
·         preserva el espacio de libertad e intimidad del educando
·         protege lo que es vulnerable, el sufrimiento oculto o abierto
·         previene y defiende del daño
·         acentúa y busca el bien del otro
·         acompaña al educando aprendiendo uno mismo en el proceso educativo

Tómese en cuenta un factor importante, uno de los problemas más graves en educación: la obsesión por el control, la manía de querer planificar lo imposible de prever ni dirigir. 
El tacto educativo no se puede planificar. Es imposible, surge en la espontaneidad que se intuye. Ciertamente podrá estar inspirado por ideas o reflexionado por teorías, pero se rige por los sentimientos y la afectividad.

Actuar con tacto es ser consciente de los sentimientos de los demás, especialmente en la vulnerabilidad, en las zonas de intimidad, de silencio, del secreto personal en todos que guardamos para no herirnos al ser descubierto por otros. Al actuar con tacto vemos una situación que reclama sensibilidad en entender qué hacer, cómo, por qué.

El tacto educativo subraya la dimensión terapéutica educativa, rehaciendo las roturas humanas -dudas, frustraciones, culpas, miedos-. En la modernidad se perdió la tradición que integraba paideia y therapeia, es decir, educación en su crucial función sanadora. El ser humano sufre, es un dato indiscutible, y el educando -niño, joven, adulto- entra en una relación educativa con su carga de sufrimientos, angustias, perplejidades, fracasos.

¿Se desentiende la educación de la condición humana?

Hannah Arendt advirtió el fracaso de Humanidad en el Holocausto. La rotura profunda del mal-estar humano no se rehace con tecnologías educativas, ni con objetivos o metas “educativas” enfocadas en la consecución de poder, prestigio, posesiones, en identidad a través del comercio humano, en el empresarismo y ese tipo de tonterías que “pasan” por ser fines educativos. La vulnerabilidad humana se trata, comprende, sana si es posible, en relaciones de contacto con afecto, sensibilidad, delicadeza, benevolencia en el trato.

La revolución copernicana en educación consiste en volver la espalda al proyecto del doctor Frankestein, educar es fabricar. La nueva educación se centra y concentra en la relación entre sujetos que se educan en reciprocidad, alteridad, acogimiento. La función central del educador, digamos en las instituciones, es abrir espacio micros en salones de clase, en que estudiantes sientan y experimenten la libertad, la confianza, en construirse a sí mismo como sujeto en la vida, heredero de una historia humana en la que sepa qué está en juego: nada menos que salir de la ley de la selva (Hobbes), y entrar resuelto en la humanización que hospeda a todos en dignidad y paz. El tacto educativo, así, consiste en descubrir con mirada delicada las aptitudes del educando, y guiarle con prudencia. O decirlo diáfanamente: tacto educativo es la mirada amorosa.



1] Max van Manen,  The Tact of Teaching: the meaning of pedagogical thoughtfulness, una obra fundamental para docents en todo nivel de enseñanza. En este ensayo, sin embargo, parto de las reflexiones de Rousseau, Emilio; M. Scheler, Sobre la simpatía; y Alain, Conversaciones sobre educación.

Qué es educación: filosofar el concepto


Es transformar al recién nacido en humano. Nacemos idénticos al chimpancé, 99% ADN, pero con una diferencia radical: ego se cree dueño de todo, y destruye -planeta, animales, mundo, semejantes, a sí-.  Educar para humanizar al salvaje adentro, amaestrarlo, domesticarlo. En la especie humana no existe transmisión hereditaria de cultura, sólo hay genética corporal. La humanidad es una adquisición: nacemos hombre o mujer, nos transformamos en humanos, en el cuidado de bien. Quienes actúan para destruir no se apropian de la educación que humanice.

Educar no es un privilegio exclusivo de instituciones “educativas”, que a veces maleducan. La evidencia histórica es abrumadora. No son analfabetos campesinos ni gente sencilla y buena en campos y montañas quienes destruyen el mundo, no, son graduandos de instituciones quienes hacen las violencias, injusticias, corrupción. Instituciones sólo transmiten herencia cultural de lenguaje, ideas, conocimientos, programas curriculares con diplomas. Esa transmisión, por importante que es, no constituye en sí educación.

Adultos en instituciones que asumen tarea de educar nuevas generaciones no deberían cometer la infamia de reproducir errores históricos del mundo inhumano. Si no saben o no pueden darles un mundo mejor, lo menos por hacer es no impedir encuentren sus propios caminos, no estorbar con las locuras del pasado. Y darles la confianza, facilitar la libertad, guiar con inteligencia y benevolencia para que ensayen mejores maneras de ser mejores humanos.  

Educar no es enseñar, aprender, evaluar, eso se puede hacer con eficacia de resultados medibles. Pero nada de eso en sí educa; son acciones neutras, su valor educativo depende de intencionalidad y práctica. Educar no es transmitir información del aparato tecnológico. Mirar pantalla transmitiendo información a leer, memorizar, quizá aprender, y hacer un test que califique, eso no es educar. La información no educa. In-formación es data sin forma, contexto ni significado. Información no es conocimiento, ni comprensión, sólo es data in-formada sin forma.

Educar acontece si el sujeto interioriza la relación yo-tu-nosotros en la comunidad de saber vivir bien, con inteligencia bondadosa, procurando paz y felicidad a todos, sin excluir nadie.             


John Dewey incitó a filosofar la educación en 1938 (conferencia Kappa Delta Pi, sociedad honoraria de educación, que se publicó en Experience and Education. Cito este magnífico pasaje:

The basic question concerns the nature of education with no qualifying adjectives prefixed. What we want and need is education pure and simple, and we shall make surer and faster progress when we devote ourselves to finding out just what education is and what conditions have to be satisfied in order that education may be a reality and not a name or a slogan. It is for this reason alone that I have emphasized the need for a sound philosophy of experience”.

¿Por qué Dewey interpela a “finding out just what education is? Precisamente porque nos pide filosofar la experiencia educativa. Adjetivos “pure and simple”, ¿no parecen extraños al aplicarse al sustantivo educación? ¿Qué debería ser experiencia educativa pura y simple? El filósofo educativo pide pensar la educación con devoción, es decir, con fidelidad a la verdad, sin adjetivos. Las preguntas de Dewey:

1) ¿En qué consistiría una experiencia que merezca llamarse educativa?
2) ¿Cuál es la naturaleza de la educación sin adjetivos prefijados que la cualifiquen?
3) ¿Qué es educación, pura y simple?
4) ¿Qué condiciones se necesitan para que educación sea realidad y no mero nombre?

Las tres primeras son similares. La cuarta es diferente. O la misma en variaciones.

¿En qué consiste una experiencia educativa? Pregunta válida. ¿En qué consiste la experiencia de jugar un deporte? ¿O experiencia del amor a la pareja? ¿O experiencia de una pasión sexual? ¿O experiencia de un alimento sabroso? Cierto es que sabemos si sentimos las experiencias, aunque nos sea difícil explicarlas.   

Hoy con Dewey y hace 2,300 años con Platón, nos interpelamos a filosofar la educación.  

Filosofar la educación se origina con Platón, el primer filósofo que sistematizó un ideal educativo en La República, la idea de entregar el cetro de su utopía a los más listos -los filósofos- para disolver así, en su raíz, la tensión de la verdad con el poder. En su tiempo, y hoy, es una cuestión de la aristocracia del ser y del saber, del poder de decidir, de la constitución de una política en los principios que la rigen.

Filosofar la educación es inseparable de filosofar la política, la ética, los conocimientos, las prácticas, las instituciones en una sociedad, y una noción antropológica de quién es el humano y su sentido de vivir.

En la historia de la filosofía educativa se han propuesto diversos conceptos para dar razones a educar, por ejemplo: desarrollo humano integral, bien común, unidad del ser, felicidad, excelencia o plenitud, sentido de vivir, progreso social y cultural, avance de conocimientos, evolución de consciencia, igualdad, justicia, libertad, paz, entre otros.

¿Qué significan esos conceptos a la hora de aplicarlos en concreto, en un contexto histórico, para unos seres de carne y hueso, no abstracciones metafísicas? Esa pregunta no se puede evadir. Hay que pensarla.

Cualquieras sean las respuestas y las interpretaciones, un hecho es irrefutable: los seres humanos nacen y necesitan ser socializados en una cultura. Se puede llamar educación a las relaciones directas e inmediatas entre seres humanos que intentan sobrevivir y perdurar.

Educación es ubicua, multiforme, diferentes planos y dimensiones, de ahí su complejidad en explicarla.

Educación es sin bordes, sin fronteras, impredecible, incierta, espontánea, permanente en la cotidianeidad.

Importa que el acontecimiento educativo sea experiencia en educere, extraer del ser humano su potencial de bien, verdad, belleza, dirán Platón y Aristóteles al unísono. Ésta es una interpretación que me atrae.  

Por extraño que parezca decirlo, educar no tiene un para qué en producir cosas, no sirve para nada externo a ella.

El valor de la educación es intrínseco.

Educar tiene que no servir para nada; o si hay para qué, basta ser feliz con sentido de vivir, es una buena razón al educar.

Que cada persona se de su proyecto de vida, lo que consideran da amor a su vivir sin perjudicar a otros.

Sigamos filosofando la educación.



Qué es educación: polisemia de la palabra


¿Qué es un mosquito? la respuesta es clara y definida, con tres tareas sencillas: ir al diccionario, buscar un mosquito o preguntar a un estudioso de mosquitos. Hay realidades con definiciones precisas, gente que las conoce. Otras realidades son difíciles de definir. O imposibles.

¿Qué es educación? no se responde tan fácil acudiendo a diccionarios ni preguntando a expertos. Además, ¿quién se atreve a decir es un “experto” en educación? Podrá tener un peritaje altísimo en la enseñanza de astronomía o de contabilidad, ¿pero eso es ser educado? Sin duda en NASA encontramos expertos astronautas. ¿En educación? Vayamos con cautela antes de responder.  

¿Qué es amor? ¿Qué es el bien? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es Dios? Quizá el modo de formular la pregunta “qué es” es incorrecto. Es preferible dar una idea de lo que uno piensa, cree o siente, y aceptar lo difícil o imposible de definir esas realidades complejas como amor, bien, verdad, dios, con una definición tajante y determinante que clausure pensar otras posibilidades.

Así con “educación”, vocablo con múltiples significados y diferentes interpretaciones. A través de la historia, se ha escrito, hablado, propuesto y discutido tanto de educación, que uno se siente mareado de los incontables discursos que favorecen o atacan, y las innumerables prácticas que se cantan mejores o peores. ¡Qué lío con esa palabra!

Hagamos un recorrido por la polisemia de la palabra. ¿Qué se dice sobre educación?

Históricamente, transmisión de cultura en mantener y mejorar la sociedad.
Antropológicamente, iniciar jóvenes en ritos de paso a ser miembro activo en sociedad adulta. Sociológicamente, internalizar e institucionalizar las tradiciones culturales.
Políticamente, preparación para la ciudadanía en la vida pública.
Económicamente, adquirir conocimientos, valores, destrezas, en entrenar el capital laboral. Institucionalmente, ordenar saberes históricos a transmitirlos en programas que ofertan grados. Existencialmente, concienciación de ser y estar en el mundo con sentido de vivir.
Religiosamente, ascesis de salvación en lo sagrado.
Ecológicamente, cultivar la sensibilidad de cuidar y preservar el hogar planetario.
Etcétera.

La voz “educación” es elástica, se estira como quiera con el significado de quien hable o escriba. Las anteriores interpretaciones (hay otras) son meros constructos teóricos, lenguaje simbólico. Educación no es”, propiamente, esos lenguajes interpretativos. Nunca lo real es lo que se dice, se cree o se piensa. Lo real siempre escapa las redes mentales que atrapan en doctrinas, dogmas. 

La educación también se comprende en acentuar prácticas sociales. En el uso cotidiano al hablar de educación se suele entender una actividad de personas en roles sociales -maestros, profesores, tutores-, con encargo de ‘educar’ nuevas generaciones en transmisión de la cultura. Por tanto, se cree que la educación ocurre en espacios y tiempos específicos en instituciones formales que otorgan grados y certificados, como son las escuelas, colegios, universidades.  

La educación sin duda se asume es algo que, ante todo, acontece en las familias. Es un derecho, así se dice, anterior al estado. En la familia nacen las nuevas generaciones. Madres y padres no deberían descargar su responsabilidad en las instituciones educativas y en las personas que ahí trabajan. Una interesante modalidad, que yo defiendo si existen las condiciones apropiadas, es el legítimo movimiento home-schooling.

En otro sentido, se habla de educación como resultados evaluados en función de unos perfiles de estudiantes en cumplir o no estándares del estado y agencias acreditadoras. Estudiantes “salen” bien o mal en esas pruebas que los examinan. Por ignorancia o estupidez, se cree que educación se refleja en las evaluaciones. Pero ese tema lo trato en otros ensayos.

O se habla de educación en sentido macro-social, desde la sociología, economía y política, como un subsistema institucional, entre múltiples sistemas, que componen una sociedad compleja con diferenciación de funciones y distribución de trabajos. El subsistema educativo son las escuelas, universidades, institutos, etc., privadas o pública, con programas de estudios acreditados que otorgan certificados o grados o diplomas. Y se dice educación es un bien socio-político, cultural, histórico a ser enseñado y aprendido en una sociedad.

Por si fueran pocos los anteriores rostros de educación, se habla con frecuencia de la educación de la calle, la universidad de la vida, el barrio, los amigos, los juegos, la educación informal, la espontánea, sin planificar, nadie la controla fuera de las personas mismas y las reglas en uso.  

¿Qué es educación? nadie puede responder de manera definitiva, final, absoluta. Mejor así.

Entonces ¿para qué pensar y filosofar algo que no se sabe? Buena pregunta.

El que no exista única definición no significa que no exista la realidad del fenómeno educativo. Sí podemos pensar, estudiar, conocer de educación. Sí teorizamos con psicología, sociología, economía y otras disciplinas que investigan la educación. Sin duda se practica la educación por miles de años como un fenómeno social de aculturación, socialización, sobrevivir la especie.

Estamos ante una realidad compleja que se señala con una sola palabra: educación. La realidad a que se refiere es multidimensional. Por eso, es una palabra polisémica.

Me atrevo a insinuar lo más parecido a educación podría ser por sus frutos la conoceréis.

¿Qué frutos? Modos de ser en la vida con bondad, decencia, dignidad.

El fruto que la educación siembra podría ser el arte de vivir bien: sabiduría.

Si ahondamos al fondo del humano, educación, a falta de mejor palabra, es amar.