Friday, May 11, 2012

Fines Educativos IV


Universidad de Puerto Rico
Recinto de Río Piedras
Facultad de Educación

Fundamentos Filosóficos de la Educación: EDFU 4019
Profesor: Pedro I. Subirats Camaraza.

Fines Educativos  IV

22. La historia de la educación en escuelas y universidades, desde el siglo XIX al presente, es el registro de fracasos[1] de currículos con predominio del conocimiento académico de las materias o asignaturas tradicionales. Los enfoques curriculares reseñados reflejan una manera de educar que ha demostrado la incapacidad de contrarrestar o por lo menos de minimizar la tendencia salvaje y la estupidez humana. Una educación que no enseñe a conocer y controlar el poder destructivo del ego y que sea incapaz de educar virtudes intelectuales y virtudes morales[2], es de dudosa utilidad a la supervivencia humana, aunque despliegue su avance científico y tecnológico. 

23. El conocimiento, o para ser exactos, la información o datos que el educando debe memorizar o aprender en la escuela pudiera ser instructivo a su edad. Pero como es imposible anticipar las circunstancias de su futuro ni tampoco los recursos que tendrá disponibles para enfrentarlas, ese aprendizaje memorístico de acumular información no es lo más importante que la escuela debería educar. Los adultos deberían educar a las jóvenes generaciones en lo primordial y básico:
quién ser y qué es capaz de hacer. Lo que determina la mentalidad, el carácter y acciones del ser humano no es lo que pudo demostrar, memorizar o comprender en un tiempo escolar pasado, sino su capacidad de aprender en cualquier momento, su disposición de hacer lo que deba hacer, su atención a lo que da significado, valor e importancia en su vida, para vivirla con inteligencia.

24. Es abstracta esta reflexión, así que hagámosla concreta con un ejemplo fácil de generalizar a otras experiencias. Supongamos estudiaste un curso de nutrición en tu escuela primaria en que adquiriste información sobre diferentes clases de alimentos y desarrollaste la habilidad de leer las etiquetas para interpretar las sustancias químicas de cada producto alimenticio, y por ello podías pensar la conveniencia o no de usar ese producto. El examen del curso lo pasaste con excelencia de 100, te dieron tu medallita. Pero te alimentas muy mal, comes lo que no debes comer, mucho o poco, con exceso o carencia, en suma, tu dieta es un desastre nutricional. Sabes la información, pero no te beneficias de la información que tienes en el cerebro. En definitiva, lo que determina la alimentación que ingieres, es tu actitud mental ante tu propia vida, la salud del cuerpo, y tu habilidad para beneficiarte de la información nueva y verdadera que conviertes en conocimiento práctico. Fíjate bien, es tu actitud mental y tu habilidad es lo que determina el uso, si alguno, que darás a la información aprendida en tu curso de nutrición. Sin duda que olvidaste mucho de lo aprendido entonces; incluso, esa información podría hoy no ser válida, es obsoleta o falsa, se ha invalidado por nuevos estudios y evidencias, pero si tienes habilidad de interpretar la nueva información, si quieres cuidarte y alimentarte bien para estar sano, esas deficiencias (tener en la mente datos falsos) se desaprenden y se remedian con facilidad. Al contrario, por más que te fuercen a aprender cómo alimentarte bien, de nada sirve si no te importa tu salud.

25. Una razón, no única, para destacar la finalidad de educar actitudes mentales, disposiciones de ánimo, hábitos de pensar, fortaleza de carácter (virtudes), capacidad de aprender y desaprender constantemente –un conjunto coherente de finalidades- es por la sencilla razón que mucho de lo aprendido o memorizado en la escuela, pronto se olvida. ¿Cuántos de nosotros podemos resolver problemas de química o física sin ser de esos oficios intelectuales? ¿O escribir un ensayo sobre un período de la historia estudiado en Historia Universal? ¿O explicar obras literarias y analizar la estructura de poemas? Etc. La memoria es porosa, en particular, de datos, hechos, información o ideas aprendidas en la escuela. La memoria expulsa por las rendijas moleculares del cerebro lo que se aprende pero que no tiene valor a la persona, sin pertinencia a su vida, sin saber qué y por qué hacer algo en la práctica de vivir. Es lamentable que ese hecho comprobado de la porosidad de la memoria se olvide a quienes han de pensar fines educativos, diseñar currículos, organizar escuelas o enseñar materias académicas. Deberían recordar que la memoria se olvida.

26. Afirmamos, pues, que la capacidad de aprender, la actitud o disponibilidad de hacer y lo que tiene valor para una persona, es de primordial importancia educativa. ¿A dónde nos conduce esta idea? ¿Acaso no hay infinidad de cosas por aprender, infinitas acciones que hacer e incontables valores o cosas de importancia para cada persona? ¿Quién lo decide? ¿La escuela, la sociedad, el mercado, el gobierno, las religiones, las familias, todos a la vez, y cómo ponerlos de acuerdo? Me parece tenemos una salida racional y sensata si hacemos un sencillo ejercicio prospectivo.

27. Imagina nos reunimos un grupo de ideas distintas para conceptuar fines educativos generales que sirvan a la educación de nuestros descendientes en el próximo siglo. Supongamos que somos incapaces de describir con exactitud los contornos de ese futuro. Es fácil, pues nadie tiene remota idea de qué pasará siquiera mañana. Supongamos que los fines de esa educación se enfocan en la dimensión más importante humana, la mente, donde pensamos y decidimos. El ejercicio consiste, pues, en identificar lo esencial que deben aprender nuestras futuras generaciones, pero sin saber en qué sociedad vivirán, ni rasgos personales o gustos, si se educan en el hogar o en escuelas o con tecnologías que hoy ignoramos. Es mejor no visualizar nada de eso para evitar que nuestros prejuicios o ideas se infiltren demasiado. Mi propuesta al grupo es una triple aspiración. Que nuestros descendientes futuros: 1) aprendan a pensar argumentos y evidencias de una acción, una conclusión o una decisión; 2) se dispongan a aprender la verdad y a desaprender la falsedad; 3) que deseen cuidarse a sí y los demás con inteligencia y con bondad. Tres aspiraciones fáciles de acordar, tres fines educativos razonables, sensatos, de sentido común para cualquier tiempo en que las personas necesiten usar su mente para vivir bien, vivir con sabiduría, sabia-mente.

Podemos derivar implicaciones concretas de estas tres aspiraciones. Lo haremos en el siguiente y último ensayo V.




[1] Basta constatar la barbarie de la raza humana al inicio del siglo XXI destruyendo su propia especie en las distintas formas del odio (las formas varían, pero el contenido es idéntico, el odio): injusticias, desigualdades, pobreza, exclusión, violencias, guerras y terrorismos; y por si fuese poco, destruyendo al Planeta. Es una doble demencia: autodestrucción y destrucción del hábitat.  Ninguna otra especie animal ha manifestado tal fuerza depredadora del hábitat y aniquilación de sí misma. Tal salvajismo y estupidez resta importancia a logros en el plano de las ciencias y las tecnologías, con la paradoja de que las mismas ciencias y tecnologías tienen un inmenso potencial deshumanizador y destructor.  
[2] Ver el ensayo sobre Las virtudes. 

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