Universidad de
Puerto Rico
Recinto de Río
Piedras
Facultad de
Educación
Fundamentos
Filosóficos de la Educación: EDFU 4019
Profesor:
Pedro I. Subirats Camaraza.
Fines Educativos IV
22. La historia
de la educación en escuelas y universidades, desde el siglo XIX al presente, es
el registro de fracasos[1]
de currículos con predominio del conocimiento académico de las materias o
asignaturas tradicionales. Los enfoques curriculares reseñados reflejan una
manera de educar que ha demostrado la incapacidad de contrarrestar o por lo
menos de minimizar la tendencia salvaje y la estupidez humana. Una educación
que no enseñe a conocer y controlar el poder destructivo del ego y que sea incapaz
de educar virtudes intelectuales y virtudes morales[2],
es de dudosa utilidad a la supervivencia humana, aunque despliegue su avance
científico y tecnológico.
23. El
conocimiento, o para ser exactos, la información o datos que el educando debe memorizar
o aprender en la escuela pudiera ser instructivo a su edad. Pero como es imposible
anticipar las circunstancias de su futuro ni tampoco los recursos que tendrá
disponibles para enfrentarlas, ese aprendizaje memorístico de acumular
información no es lo más importante que la escuela debería educar. Los adultos
deberían educar a las jóvenes generaciones en lo primordial y básico:
quién ser y qué es capaz de hacer. Lo que determina la mentalidad, el
carácter y acciones del ser humano no es lo que pudo demostrar, memorizar o
comprender en un tiempo escolar pasado, sino su capacidad de aprender en
cualquier momento, su disposición de hacer lo que deba hacer, su atención a lo
que da significado, valor e importancia en su vida, para vivirla con
inteligencia.
24. Es abstracta
esta reflexión, así que hagámosla concreta con un ejemplo fácil de generalizar
a otras experiencias. Supongamos estudiaste un curso de nutrición en tu escuela
primaria en que adquiriste información sobre diferentes clases de alimentos y
desarrollaste la habilidad de leer las etiquetas para interpretar las
sustancias químicas de cada producto alimenticio, y por ello podías pensar la
conveniencia o no de usar ese producto. El examen del curso lo pasaste con
excelencia de 100, te dieron tu medallita. Pero te alimentas muy mal, comes lo
que no debes comer, mucho o poco, con exceso o carencia, en suma, tu dieta es
un desastre nutricional. Sabes la información, pero no te beneficias de la
información que tienes en el cerebro. En definitiva, lo que determina la
alimentación que ingieres, es tu actitud mental ante tu propia vida, la salud
del cuerpo, y tu habilidad para beneficiarte de la información nueva y verdadera
que conviertes en conocimiento práctico. Fíjate bien, es tu actitud mental y tu
habilidad es lo que determina el uso, si alguno, que darás a la información
aprendida en tu curso de nutrición. Sin duda que olvidaste mucho de lo
aprendido entonces; incluso, esa información podría hoy no ser válida, es
obsoleta o falsa, se ha invalidado por nuevos estudios y evidencias, pero si
tienes habilidad de interpretar la nueva información, si quieres cuidarte y
alimentarte bien para estar sano, esas deficiencias (tener en la mente datos
falsos) se desaprenden y se remedian con facilidad. Al contrario, por más que
te fuercen a aprender cómo alimentarte bien, de nada sirve si no te importa tu
salud.
25. Una razón,
no única, para destacar la finalidad de educar actitudes mentales, disposiciones de ánimo, hábitos de pensar, fortaleza
de carácter (virtudes), capacidad de aprender y desaprender constantemente –un
conjunto coherente de finalidades- es por la sencilla razón que mucho de lo
aprendido o memorizado en la escuela, pronto se olvida. ¿Cuántos de nosotros
podemos resolver problemas de química o física sin ser de esos oficios
intelectuales? ¿O escribir un ensayo sobre un período de la historia estudiado
en Historia Universal? ¿O explicar obras literarias y analizar la estructura de
poemas? Etc. La memoria es porosa, en particular, de datos, hechos, información
o ideas aprendidas en la escuela. La memoria expulsa por las rendijas
moleculares del cerebro lo que se aprende pero que no tiene valor a la persona,
sin pertinencia a su vida, sin saber qué y por qué hacer algo en la práctica de
vivir. Es lamentable que ese hecho comprobado de la porosidad de la memoria se
olvide a quienes han de pensar fines educativos, diseñar currículos, organizar escuelas
o enseñar materias académicas. Deberían recordar que la memoria se olvida.
26. Afirmamos,
pues, que la capacidad de aprender, la actitud o disponibilidad de hacer y lo
que tiene valor para una persona, es de primordial importancia educativa. ¿A
dónde nos conduce esta idea? ¿Acaso no hay infinidad de cosas por aprender,
infinitas acciones que hacer e incontables valores o cosas de importancia para
cada persona? ¿Quién lo decide? ¿La escuela, la sociedad, el mercado, el
gobierno, las religiones, las familias, todos a la vez, y cómo ponerlos de
acuerdo? Me parece tenemos una salida racional y sensata si hacemos un sencillo
ejercicio prospectivo.
27. Imagina nos
reunimos un grupo de ideas distintas para conceptuar fines educativos generales
que sirvan a la educación de nuestros descendientes en el próximo siglo.
Supongamos que somos incapaces de describir con exactitud los contornos de ese
futuro. Es fácil, pues nadie tiene remota idea de qué pasará siquiera mañana. Supongamos
que los fines de esa educación se enfocan en la dimensión más importante humana,
la mente, donde pensamos y decidimos. El ejercicio consiste, pues, en identificar
lo esencial que deben aprender nuestras futuras generaciones, pero sin saber en
qué sociedad vivirán, ni rasgos personales o gustos, si se educan en el hogar o
en escuelas o con tecnologías que hoy ignoramos. Es mejor no visualizar nada de
eso para evitar que nuestros prejuicios o ideas se infiltren demasiado. Mi
propuesta al grupo es una triple aspiración. Que nuestros descendientes futuros:
1) aprendan a pensar argumentos y evidencias de una acción, una conclusión o
una decisión; 2) se dispongan a aprender la verdad y a desaprender la falsedad;
3) que deseen cuidarse a sí y los demás con inteligencia y con bondad. Tres
aspiraciones fáciles de acordar, tres fines educativos razonables, sensatos, de
sentido común para cualquier tiempo en que las personas necesiten usar su mente
para vivir bien, vivir con sabiduría, sabia-mente.
Podemos derivar
implicaciones concretas de estas tres aspiraciones. Lo haremos en el siguiente
y último ensayo V.
[1] Basta constatar la barbarie de la raza humana
al inicio del siglo XXI destruyendo su propia especie en las distintas formas
del odio (las formas varían, pero el contenido es idéntico, el odio):
injusticias, desigualdades, pobreza, exclusión, violencias, guerras y terrorismos;
y por si fuese poco, destruyendo al Planeta. Es una doble demencia:
autodestrucción y destrucción del hábitat. Ninguna otra especie animal ha manifestado tal
fuerza depredadora del hábitat y aniquilación de sí misma. Tal salvajismo y
estupidez resta importancia a logros en el plano de las ciencias y las
tecnologías, con la paradoja de que las mismas ciencias y tecnologías tienen un
inmenso potencial deshumanizador y destructor.
[2] Ver el ensayo sobre Las virtudes.
No comments:
Post a Comment