Friday, May 11, 2012

Fines Educativos V


Universidad de Puerto Rico
Recinto de Río Piedras
Facultad de Educación

Fundamentos Filosóficos de la Educación: EDFU 4019
Profesor: Pedro I. Subirats Camaraza.

Fines Educativos V

28. Iniciamos las reflexiones (parte I) proponiendo que lo fundamental en filosofía educativa es la cuestión antropológica: la perenne búsqueda a la pregunta crucial del vivir, ¿quién o qué es el humano? Una cuestión de identidad y de sentido. Quién soy, dónde estoy, a dónde voy, para qué vivo, qué haré, son preguntas inseparables en buscar -y encontrar- razones para vivir, motivos o propósitos que nos sostengan en la lucha diaria, habitualmente dura y difícil.  El sentido de vivir y la identidad del ser constituyen, a mi entender, los planteamientos centrales de la educación, y de su reflexión filosófica. Adentrémonos ahí en el último ensayo.
29. Por más que se ignore o descuide, es imposible educar sin una visión antropológica humana. Si yo tuviese, Dios permita, el poder dictatorial de “dictar” el contenido curricular antropológico de la escuela primaria hasta la universidad, éste es mi núcleo temático:
- el ser humano como problema y como enigma para sí mismo
- el origen evolutivo del ser humano
- la constitución cultural del ser humano
- la carencia de instintos y la necesidad de cultura
- la autodeterminación consciente y libertad para decidir
- la construcción social de la inteligencia, la razón teórica, la razón instrumental y la razón ética - - la igualdad de la especie humana
- el cuidado del cuerpo y de la mente
- el conocimiento como construcción social en un contexto histórico
- los humanos como seres sociales
- las dimensiones de la persona humana -cuerpo, sexualidad, sentimientos, cognición, espíritu-
- el aprendizaje comunitario y solidario
- ética universal para todos
- los poderes que corrompen al humano (política, negocios, religiones, sistemas mediáticos, etc.)
- los cuatro mundos en que viven los humanos -mundo personal, mundo natural, mundo social, mundo lingüístico o simbólico-
- el sentido de la existencia.  

30. Debería ser obvio que ningún tema está centrado o se origina en las asignaturas escolares tradicionales. Las incluye y las trasciende a todas, las actuales y por inventar. Es un contenido transdisciplinario en un mundo complejo que exige conocimientos diferentes a los enseñados actualmente. No existe ningún asunto humano en ninguno de los cuatro mundos en que vivimos que se pueda estudiar, investigar, comprender, aprender y atender desde asignaturas aisladas del conocimiento y la realidad compleja. Los hechos no son estrictamente biológicos o sociales o tecnológicos o geológicos. Todo está entrelazado, relacionado, todo está conectado con todo.
31. Las tres aspiraciones que propuse para la educación de nuestras generaciones futuras, y por qué no, también de las actuales, se relacionan con esa temática. Me parece muy conveniente a la sobrevivencia de la especie, tan amenazada por estupidez y maldad, que los humanos aprendan a pensar argumentos y evidencias en buscar la verdad y descartar lo falso, que posean actitud y disposición de aprender y desaprender y que se cuiden mutuamente con inteligencia bondadosa.
32. Al concluir estos ensayos, redefino esas aspiraciones en fines generales de la educación que entiendo son razonables. Es deseable que los humanos aprendan los fundamentos básicos que les permita no sólo mantenerse como especie, sino disfrutar su existencia. Por tanto, es bueno:
  • Aprender por sí mismos a ser personas que vivan con dignidad
  • Aprender por sí mismos a convivir como ciudadanos del mundo
  • Aprender por sí mismos las competencias profesionales y de trabajo que necesiten
  • Aprender por sí mismos a cuidar y a defender el Planeta Tierra como ecosistema
  • Aprender por sí mismos a conocer, investigar y aprender continuamente
  • Aprender por sí mismos a reconocer y dominar su tendencia al egoísmo destructor

Y colorín…





Fines Educativos IV


Universidad de Puerto Rico
Recinto de Río Piedras
Facultad de Educación

Fundamentos Filosóficos de la Educación: EDFU 4019
Profesor: Pedro I. Subirats Camaraza.

Fines Educativos  IV

22. La historia de la educación en escuelas y universidades, desde el siglo XIX al presente, es el registro de fracasos[1] de currículos con predominio del conocimiento académico de las materias o asignaturas tradicionales. Los enfoques curriculares reseñados reflejan una manera de educar que ha demostrado la incapacidad de contrarrestar o por lo menos de minimizar la tendencia salvaje y la estupidez humana. Una educación que no enseñe a conocer y controlar el poder destructivo del ego y que sea incapaz de educar virtudes intelectuales y virtudes morales[2], es de dudosa utilidad a la supervivencia humana, aunque despliegue su avance científico y tecnológico. 

23. El conocimiento, o para ser exactos, la información o datos que el educando debe memorizar o aprender en la escuela pudiera ser instructivo a su edad. Pero como es imposible anticipar las circunstancias de su futuro ni tampoco los recursos que tendrá disponibles para enfrentarlas, ese aprendizaje memorístico de acumular información no es lo más importante que la escuela debería educar. Los adultos deberían educar a las jóvenes generaciones en lo primordial y básico:
quién ser y qué es capaz de hacer. Lo que determina la mentalidad, el carácter y acciones del ser humano no es lo que pudo demostrar, memorizar o comprender en un tiempo escolar pasado, sino su capacidad de aprender en cualquier momento, su disposición de hacer lo que deba hacer, su atención a lo que da significado, valor e importancia en su vida, para vivirla con inteligencia.

24. Es abstracta esta reflexión, así que hagámosla concreta con un ejemplo fácil de generalizar a otras experiencias. Supongamos estudiaste un curso de nutrición en tu escuela primaria en que adquiriste información sobre diferentes clases de alimentos y desarrollaste la habilidad de leer las etiquetas para interpretar las sustancias químicas de cada producto alimenticio, y por ello podías pensar la conveniencia o no de usar ese producto. El examen del curso lo pasaste con excelencia de 100, te dieron tu medallita. Pero te alimentas muy mal, comes lo que no debes comer, mucho o poco, con exceso o carencia, en suma, tu dieta es un desastre nutricional. Sabes la información, pero no te beneficias de la información que tienes en el cerebro. En definitiva, lo que determina la alimentación que ingieres, es tu actitud mental ante tu propia vida, la salud del cuerpo, y tu habilidad para beneficiarte de la información nueva y verdadera que conviertes en conocimiento práctico. Fíjate bien, es tu actitud mental y tu habilidad es lo que determina el uso, si alguno, que darás a la información aprendida en tu curso de nutrición. Sin duda que olvidaste mucho de lo aprendido entonces; incluso, esa información podría hoy no ser válida, es obsoleta o falsa, se ha invalidado por nuevos estudios y evidencias, pero si tienes habilidad de interpretar la nueva información, si quieres cuidarte y alimentarte bien para estar sano, esas deficiencias (tener en la mente datos falsos) se desaprenden y se remedian con facilidad. Al contrario, por más que te fuercen a aprender cómo alimentarte bien, de nada sirve si no te importa tu salud.

25. Una razón, no única, para destacar la finalidad de educar actitudes mentales, disposiciones de ánimo, hábitos de pensar, fortaleza de carácter (virtudes), capacidad de aprender y desaprender constantemente –un conjunto coherente de finalidades- es por la sencilla razón que mucho de lo aprendido o memorizado en la escuela, pronto se olvida. ¿Cuántos de nosotros podemos resolver problemas de química o física sin ser de esos oficios intelectuales? ¿O escribir un ensayo sobre un período de la historia estudiado en Historia Universal? ¿O explicar obras literarias y analizar la estructura de poemas? Etc. La memoria es porosa, en particular, de datos, hechos, información o ideas aprendidas en la escuela. La memoria expulsa por las rendijas moleculares del cerebro lo que se aprende pero que no tiene valor a la persona, sin pertinencia a su vida, sin saber qué y por qué hacer algo en la práctica de vivir. Es lamentable que ese hecho comprobado de la porosidad de la memoria se olvide a quienes han de pensar fines educativos, diseñar currículos, organizar escuelas o enseñar materias académicas. Deberían recordar que la memoria se olvida.

26. Afirmamos, pues, que la capacidad de aprender, la actitud o disponibilidad de hacer y lo que tiene valor para una persona, es de primordial importancia educativa. ¿A dónde nos conduce esta idea? ¿Acaso no hay infinidad de cosas por aprender, infinitas acciones que hacer e incontables valores o cosas de importancia para cada persona? ¿Quién lo decide? ¿La escuela, la sociedad, el mercado, el gobierno, las religiones, las familias, todos a la vez, y cómo ponerlos de acuerdo? Me parece tenemos una salida racional y sensata si hacemos un sencillo ejercicio prospectivo.

27. Imagina nos reunimos un grupo de ideas distintas para conceptuar fines educativos generales que sirvan a la educación de nuestros descendientes en el próximo siglo. Supongamos que somos incapaces de describir con exactitud los contornos de ese futuro. Es fácil, pues nadie tiene remota idea de qué pasará siquiera mañana. Supongamos que los fines de esa educación se enfocan en la dimensión más importante humana, la mente, donde pensamos y decidimos. El ejercicio consiste, pues, en identificar lo esencial que deben aprender nuestras futuras generaciones, pero sin saber en qué sociedad vivirán, ni rasgos personales o gustos, si se educan en el hogar o en escuelas o con tecnologías que hoy ignoramos. Es mejor no visualizar nada de eso para evitar que nuestros prejuicios o ideas se infiltren demasiado. Mi propuesta al grupo es una triple aspiración. Que nuestros descendientes futuros: 1) aprendan a pensar argumentos y evidencias de una acción, una conclusión o una decisión; 2) se dispongan a aprender la verdad y a desaprender la falsedad; 3) que deseen cuidarse a sí y los demás con inteligencia y con bondad. Tres aspiraciones fáciles de acordar, tres fines educativos razonables, sensatos, de sentido común para cualquier tiempo en que las personas necesiten usar su mente para vivir bien, vivir con sabiduría, sabia-mente.

Podemos derivar implicaciones concretas de estas tres aspiraciones. Lo haremos en el siguiente y último ensayo V.




[1] Basta constatar la barbarie de la raza humana al inicio del siglo XXI destruyendo su propia especie en las distintas formas del odio (las formas varían, pero el contenido es idéntico, el odio): injusticias, desigualdades, pobreza, exclusión, violencias, guerras y terrorismos; y por si fuese poco, destruyendo al Planeta. Es una doble demencia: autodestrucción y destrucción del hábitat.  Ninguna otra especie animal ha manifestado tal fuerza depredadora del hábitat y aniquilación de sí misma. Tal salvajismo y estupidez resta importancia a logros en el plano de las ciencias y las tecnologías, con la paradoja de que las mismas ciencias y tecnologías tienen un inmenso potencial deshumanizador y destructor.  
[2] Ver el ensayo sobre Las virtudes. 

Fines Educativos III


Universidad de Puerto Rico
Recinto de Río Piedras
Facultad de Educación

Fundamentos Filosóficos de la Educación: EDFU 4019
Profesor: Pedro I. Subirats Camaraza.

Fines Educativos  III

15. En definitiva ¿qué deberían hacer escuelas y universidades? Una respuesta rápida es educar. Pero “educar” es un concepto polivalente con diversos significados[1]. Las múltiples definiciones de educar tienen tres elementos comunes: una antropología de lo que somos y podemos llegar a ser; una concepción de la sociedad ideal por la que se debe luchar y alcanzar; y una noción de la realidad. En ese trípode conceptual se asienta la educación como el empeño de acortar la brecha entre una realidad insatisfactoria y el ideal que se deba lograr. En tal sentido, una teoría poderosa subyace en el origen de la universidad medieval (s.12) y moderna (s.19) y de la escuela moderna (s. 19): que educar equivale a conocer, pero conocer ¿qué?, pues lo que es obvio a conocer, los conocimientos, ¿cómo conocerlos?, pues con la facultad primordial de aprender, el intelecto. Poderosa idea que configura el currículo y la pedagogía.  ¿De dónde se origina tal teoría?

16. De la filosofía griega que inventa el logos -razón, pensamiento-, la seña humana que nos separa de los animales. El distintivo humano es su razón que busca conocer las verdades que expliquen el mundo natural, humano y sobrenatural. La idea de un ser racional en búsqueda del conocimiento que sea verdadero está enraizada en la mente humana Occidental. Las raíces son tan hondas que incluso se denomina la época histórica actual como del era del conocimiento (no creo correcta esa expresión, pero ese es otro asunto). Durante siglos se ha comprendido educar como enseñar conocimientos verdaderos a ser aceptados de fuentes de tradición o autoridad que los encontraron antes que uno. No sólo tenemos herencia genética, sino herencia cultural. De ese árbol filosófico con raíces profundas brotan diversas ramas curriculares, en apariencia diferentes pero de igual fundamento. Los conocimientos contenidos en el currículo representan el legado de tradiciones culturales de lo estimado valioso a ser transmitido a nuevas generaciones[2].  Educar equivale a disciplinar el intelecto para aprender disciplinas del conocimiento [3]. En el fundamento filosófico de universidades y escuelas se privilegia la dimensión del intelecto o pensamiento[4] que se alimenta del conocimiento para perfeccionar al humano. ¿Qué currículo puede disciplinar el intelecto mediante las disciplinas del conocimiento? Esa es la cuestión crucial que debe decidir una institución educativa. Repasemos brevemente cinco enfoques curriculares que han tenido notable presencia en los sistemas educativos.




17. Un enfoque plantea que el conocimiento a educar depende de los requerimientos del trabajo según los oficios, profesiones, empleos, etc., del mercado económico. El estudiante universitario debe prepararse para la vida productiva, es decir, aprender habilidades que le permita insertarse exitosamente en el mundo del trabajo[5]. Al estudiante escolar le preparan para su adultez laboral, su vocación de trabajo, por eso, la escuela secundaria da pruebas vocacionales para identificar trabajos según características psicológicas. ¿Y si un estudiante decidiera tener vocación a ser un ser humano? Las universidades privilegian este enfoque: títulos son pasaportes al trabajo. 

18. Un segundo enfoque sostiene que se deben transmitir conocimientos factuales, es decir, los hechos que han demostrado sobrevivir la prueba histórica en ciencias empíricas, humanidades, ciencias sociales, etc. El énfasis es aprender hechos, recordarlos en la memoria y demostrar por exámenes que conoce el “material”. El intelecto –músculo mental- se ejercita con ejercicios que le fortalece repitiendo los hechos memorizados de fuentes o textos de autoridad. 
  
19. Un tercer enfoque es el canónico: estudiantes deben aprender la tradición cultural grecolatina y judeocristiana de la civilización Occidental en sus construcciones de las ciencias, la moral, la estética, las artes, etc. El conocimiento civilizado está depositado en un canon del saber que una persona educada debe conocer. Por tanto, la educación es exégesis e interpretación de textos y obras culturales que han sido, son y serán vitales a la sobrevivencia de la civilización.

20. El cuarto enfoque intenta educar el pensamiento con temas o asuntos que sean pertinentes al estudiante. El pensamiento no acontece en abstracto, en un vacío, siempre se piensa en algo, en un contenido. La tarea curricular y pedagógica consiste en determinar, por un lado, los procesos cognitivos a educar, y por el otro, los contenidos a educar. Los procesos cognitivos se refieren a los modos de pensar o en sentido amplio a la inteligencia en sus diversas manifestaciones, que se aplican a los temas o asuntos de relevancia o importancia a los sujetos educandos.  

21. Un quinto enfoque plantea la insuficiencia de conocer intelectualmente sin demostrar que se es capaz de hacer algo con ese “conocimiento” en un contexto de aplicación. Si alguien sabe, debería saber ejecutar una habilidad práctica que otros puedan comprobar. El assesment es el intento de verificar del modo más objetivo posible, con instrumentos confiables, si el educando en verdad conoce. Puesto que la mente es inaccesible, la persona debería demostrar una conducta que refleje lo que dice saber.  

Estos enfoques tienen sus méritos, al fin y al cabo la mayoría de nosotros aprendimos así. Pero son insuficientes por razones que seguiré reflexionando. Si te apetece, podemos continuar.     


[1] Ver el ensayo Definiciones de educar.
[2] Ver el ensayo Epistemología o conocer el conocimiento.
[3] Foucault explica en Vigilar y Castigar por qué “disciplina” tiene los dos significados: control de conducta y materia de estudio.   
[4] Uso indistintamente ambos vocablos, aunque hay diferencias significativas, pero para este ensayo representan la dimensión cognitiva que la educación fomenta por encima de otras dimensiones (emocionales, corporales, sociales, espirituales).
[5] Algunas universidades adoptan la moda del empresarismo  (traducción de entrepeneurship) para formar egresados que se las ingenien por cuenta propia en iniciativas empresariales buscando nichos de oportunidad en el mercado. Es la respuesta universitaria al desempleo y la paradójica situación que el egresado no encontrará trabajo en su profesión, por lo cual deberá buscárselas a sobrevivir siendo su propio empresario. Esta teoría mercantil de la educación es no sólo problemática, sino absurda, pues educar el empresarismo es como querer educar para… Aprender a ser poetas 101.  

Tuesday, May 8, 2012

Fines Educativos II


Universidad de Puerto Rico
Recinto de Río Piedras
Facultad de Educación

Fundamentos Filosóficos de la Educación: EDFU 4019
Profesor: Pedro I. Subirats Camaraza.

Fines Educativos II 

8. En una escuela, ¿dónde podemos ver los fines educativos que promocionan o fomentan? No es fácil responder pues se trata de algo invisible o intangible, a diferencia de ver las condiciones físicas o materiales del plantel escolar, los recursos en la biblioteca, el patio, la infraestructura tecnológica, etc. Existen criterios para observar y evaluar el estado de situación material de una escuela. Pero ¿dónde buscar los fines educativos, con qué criterios pensarlos? Exploremos esto.

9. Un buen día la maestra de tercer grado entra al salón a enseñar. Por rutina inconsciente lo primero que hace es observar a sus estudiantes, es una acción sensorial automática cuando entra al salón. Una simple mirada casual, nada fuera de lo ordinario. Lo hacemos habitual-mente en nuestra vida diaria. Millones de estímulos externos impactan nuestros sentidos en cada instante, pero el cerebro no atiende esos estímulos de modo consciente y detallado –autistas savant son excepcionales-. El cerebro es un órgano autoorganizado con una inteligencia formidable para ahorrar energía, así, envía los estímulos a las redes neurales que los registran en el almacén del inconsciente. Durante años la maestra entra al salón observando casual-mente a sus estudiantes. ¿Qué ve? Pues ve los cuerpos de sus estudiantes sentados en pupitres y ve el entorno material del escritorio, la pizarra, las paredes, etc. Pero hoy rompe su rutina inconsciente con una curiosidad filosófica. De su inconsciente brotan las preguntas maravillosas que con espontaneidad hacen los niños-filósofos que buscan conocer, antes que adultos miedosos o ignorantes les refrenen seguir preguntado e inhiban su curiosidad. El niño-filósofo se admira ante el mundo que desea conocer y pregunta con candidez, ¿qué es esto?, ¿por qué?, ¿cómo así? Grandes preguntas metafísicas, epistemológicas y éticas de la niñez en su búsqueda de sentido, razones o justificaciones que expliquen su experiencia cotidiana. Estupenda lección magistral del niño al adulto. La maestra, honrando su propia niñez, al entrar hoy al salón se queda perpleja ante la nueva observación filosófica: ¿por qué este salón es así?, ¿qué es esto?, ¿por qué los estudiantes miran al frente?, ¿qué es eso de pupitres en fila india?, ¿qué está ocurriendo aquí en mi salón?

10. Ahora las preguntas de la maestra adquieren peso y densidad diferente. Se adentra a filosofar. Ya no busca ver cuerpos de estudiantes sentados en pupitres en fila frente ella y la pizarra detrás. La interrogante es radical, ¿quiénes son esos estudiantes?, pero no María o Junior, no nombre, edad, tamaño, aspecto físico, sino, ¿quién está sentado ante mí, qué hacen ahí, para qué están aquí, qué sentido tiene esto que hacemos, por qué, para qué quiero educarles? No son preguntas inconsecuentes. El intento de pensarlas marca una diferencia en la conciencia de la maestra. Ha entrado en el arco de la filosofía educativa. En un polo, la antropología del ser, en el otro, la pedagogía del quehacer. En ese contínuum se mueve la filosofía educativa, del lado teórico al práctico y viceversa, en ida y vuelta, proceso pendular de pensar y hacer, preguntar y responder, cuestionar respuestas y preguntar de nuevo, dialéctica interminable. Ahora la maestra trasciende su observación casual y rutinaria de ver un estudiante sentado ante ella para copiar y memorizar lecciones. ¿Qué ser humano está ante mí?: cuestión antropológica. ¿Para qué, por qué educarle?: cuestión pedagógica. Inseparables.

11. La filosofía educativa, en rigor, es el intento de pensar ambas cuestiones. No es suficiente ni basta con arreglar edificios, equiparlos de tecnologías y recursos, financiar, etc., si no sabemos ¿para qué, por qué? Los fines de la educación condicionan la función social de las instituciones educativas, justifican currículos, determinan procesos pedagógicos y la misma organización y el funcionamiento del sistema depende de la idea de quiénes se educan, qué es educar y para qué.

12. Si como dicen los arquitectos, en diseño la forma sigue a la función, también en educación las formas –recursos, medios- siguen a la razón filosófica de educar (=función). Decimos a los estudiantes para eso vas a la escuela. Decimos a las familias a eso tu hijo viene a aprender. Decimos a la sociedad para eso apoyamos la educación. ¿Qué es eso? Es el fin de la educación.

13. Lo demás viene por añadidura; pues bien, volvamos a la pregunta original ¿dónde ver eso de los fines educativos? Puesto que es algo intangible y tácito en la mente del ser humano, de algún modo ha de traducirse en algo tangible y explícito. Empecemos por ver los fines educativos en los textos oficiales de las instituciones en que declaran su misión o propósitos. Sin duda que se puede escribir cualquier demagogia, el papel no ofrece gran resistencia. He leído innumerables declaraciones filosóficas que se desmienten con la realidad de la experiencia de los estudiantes.
No obstante, esos documentos nos ofrecen una idea general de las intenciones y deseos de una escuela o universidad. Es habitual en instituciones educativas con interés de elevar su estatus académico que traduzcan su misión o “filosofía educativa” en un texto denominado perfil del egresado, la especificación de cualidades o competencias que el egresado debe exhibir –vocablo técnicamente correcto[1]- al graduarse de la escuela o universidad de marras. Los perfiles cumplen usos pragmáticos para desarrollar currículos, establecer ofertas académicas, definir estrategias de enseñar, evaluar estudiantes, etc. Un cínico advertirá que no es más que un laundry list, pero a la filosofía educativa le interesa saber qué piensa una institución sobre el estudiante educado en su oferta educacional: carácter, comportamiento, habilidades, pensamiento, conocimientos, valores, etc., que sean indicativos que ese estudiante merece graduarse… pues se educó bien.

14. Magna tarea, pues, redactar un perfil del egresado. Hay que pensar cuestiones de fondo sobre el ser humano, la sociedad, el conocimiento, la verdad, el bien, la economía, el trabajo, el ocio, la alegría, el dolor, el amor: desde esa matriz concebimos al educando y su educación[2]. Regresemos con la maestra. ¿Qué quisiera ver en sus estudiantes que se educan en su grado y en su escuela?

Continuamos.


[1] Las graduaciones son exhibiciones públicas con atuendos medievales que simbolizan a egresados certificados bajo los perfiles de la institución que los diploma en ese evento memorable. Hans Christian Andersen pone en boca de un suspicaz niño ante el galante Emperador la célebre frase inocente The King is Naked! Da qué pensar.
[2] Ver ensayo sobre Perfil del graduado de escuela superior.

Fines Educativos I


Universidad de Puerto Rico
Recinto de Río Piedras
Facultad de Educación

Fundamentos Filosóficos de la Educación: EDFU 4019
Profesor: Pedro I. Subirats Camaraza.

Fines Educativos I  

1. La primera cuestión en filosofía educativa es antropológica: quién es el ser humano. Filosofar la educación comienza pensando la identidad humana. ¿Quién soy (somos) y que hago (hacemos) en el mundo?, son las preguntas nucleares de las que se des-prenden las demás cuestiones educativas: ¿por qué, para qué educar? (fines educativos), ¿sobre qué? (contenidos educativos o currículo), ¿cómo, dónde, con qué? (métodos, espacios, recursos), ¿en qué sistemas? (instancias, organizaciones, estructuras), etc. La segunda cuestión en filosofía educativa es pensar los fines educativos, las razones para educar. Los fines educativos suponen una concepción antropológica: quiénes somos, qué define al ser humano, en qué se diferencia de un chimpancé (su inmediato antecesor), qué sentido tiene la vida, qué hemos de hacer con nuestras vidas… ese tipo de interrogantes que por milenios ha ocupado las mejores mentes de la humanidad. En esta serie de artículos nos enfocamos en el segundo gran tema, los fines educativos[1]. Empecemos por aclarar equívocos o problemas y sugerir una actitud filosófica adecuada para pensar la educación.  

2. Un equívoco es confundir fines con medios. Los medios son instrumentos para otra cosa. Whitehead decía que cuando se ignoran los fines se multiplican los medios. Ello explica la proliferación de tecnologías educativas en ausencia de saber ¿para qué fin educativo? La más elemental observación empírica enseña que ninguna tecnología mejora la educación. Lo que debe mejorar no es el instrumento mediático, sino la comprensión de la condición humana, quiénes somos. Otro equívoco es confundir fines con metas. Meta es un término deportivo, Fulano llegó a la meta es correcto en la carrera de pista y campo, pero Fulano no “llega” a una meta educativa, a la educación no se llega como se llega a un destino deportivo o de turismo, en la educación se está, se es.

3. Otro equívoco similar a la palabra “meta” es el término “objetivo” aplicado a la educación. El ser humano es un sujeto, no un objeto: un sujeto ontológico no un objeto a objetivar. Me corrijo, se puede objetivar, de hecho, es frecuente en educación objetivar al sujeto humano en un objeto a manipular, controlar, infundir miedo al fracaso escolar, culpabilizar si fracasa al no lograr los “objetivos”, penalizar con mala nota, castigar obligando a repetir el curso por no “llegar” a la “meta” establecida de modo “objetivo”, etc. Semejante demencia educacional la aceptamos como lo más natural del mundo. Un objetivo educativo es como si fuese un objeto lanzado al exterior que el alumno debe alcanzar (¡apurado y de prisa!) para agarrar ese objeto (asignaturas y asignaciones) y traerlos al maestro, como esclavo al amo en analogía de Hegel.
Doble objetivación: se objetiva al estudiante como cosa (Freire: educación bancaria) y se objetiva el conocimiento como mercancía a depositar en el almacén de memoria de la cosa humana. Doble tragedia educativa.

4. Es curioso notar las trampas de los juegos del lenguaje con palabras ambiguas o confusas. Una palabra usada frecuentemente en educación es “currículo”. Hasta los estudios graduados tienen rutas especializadas de maestría y doctorado en currículo. La frase típica que decimos a un estudiante “este es el currículo que debes seguir para graduarte de esa carrera” denota un interesante juego lingüístico. “Currículo”, del latín curriculum, diminutivo de currus, alude a una carrera y también con aquello que se hace la carrera, el carro o el caballo. El campo semántico del término es bien concreto: un combate, y por extensión, un juego que en última instancia simula un combate de guerra. La experiencia en combate de guerra es un corre-corre del guerrero en lucha de vida o muerte, experiencia de terror que se ejerce con furia violenta que segrega adrenalina que obnubila la conciencia moral del soldado quien debe matar o ser matado. Los juegos olímpicos simulan esa guerra con ganadores y perdedores (vivos y muertos). La analogía con educación es pavorosa: “estudia rápido este currículo para que termines pronto esa carrera, no fracases (te mueres), etc.” ¿Es incidental que las universidades privadas ofrezcan trimestres y cuatrimestres para graduarse una carrera universitaria?.\

5. El concepto “estándar” es otro problema como, por ejemplo, cuando se lee “los estudiantes aprenden a comunicarse oral y por escrito en su idioma natal de manera correcta y clara”. OK como estándar instrumental tener la capacidad de comunicarse correctamente con claridad y corrección. Pero, otra vez, se confunde el instrumento con el fin. Ese estándar instrumental no es un fin educativo. Alguien puede ser modelo de claridad en comunicarse correctamente con persuasión en varios idiomas y también ser un vil canalla y embustero que cumple a cabalidad con el estándar, pero no es tan educado que digamos.

6. Cuando las ideas se metamorfosean en ideologías[2] nos enfrentamos a otro problema grave. La ideología es un filtro mental para no pensar la complejidad de lo real. La ideología es una droga mental que simplifica la realidad –compleja- y reduce los factores – múltiples- que la componen, para ahorrar esfuerzo de pensar. Los ideólogos son inseguros, temen cambiar. Las peores ideologías se relacionan con ideas vinculadas a la religión, la política, la sexualidad, la moralidad y otras formas represivas y reprimidas de tendencias asociadas al poder (Freud y Foucault lo han estudiado ampliamente). Los ideólogos son fanáticos sin capacidad crítica de cuestionarse. Defienden sus ideas a ultranza, cegados de otras posibilidades. El ideólogo no ve evidencias, argumentos, pruebas o vivencias de otra posibilidad que explique la realidad, modifique una práctica, resuelva un problema o demuestre una verdad.

7. Puesto que las ideologías son drogas que fanatizan con una idea, es muy útil al educador tener a mano su botiquín filosófico de dos actitudes para prevenir la adicción ideológica: la duda y el escepticismo, signos saludables de racionalidad. Combinadas son muy potentes. La duda escéptica es una precaución ante modas y panaceas. Ayuda a examinar lo faso, tonto e irrelevante. Cuentan que un colega interpeló al economista J.M. Keynes de haberse retractado de una política fiscal que había endosado, y él replicó: “Cuando los hechos cambian, yo cambio mi mente. ¿Qué hace usted?”. Un ser pensante aprende de la experiencia, comprueba evidencias para cuestionar y modificar lo que piensa, permanece abierto a ideas diferentes…
A veces yo afirmo en clase lo opuesto a lo que defendí anteriormente. Si un estudiante me dice “profesor, usted se contradice”, le respondo sonriente tienes razón, hago conmigo mi principal derecho intelectual, el derecho de cambiar mi pensar”.

Te invito a continuar pensando y discrepando conmigo en los próximos ensayos.


[1] Ver los ensayos Hacia una  Antropología Educativa I-II y el ensayo Fundamentar la educación en que explicamos nuestra concepción de la identidad o la condición humana, que en algunas filosofías tradicionales se conoce bajo el concepto de “naturaleza humana”, hoy disputado.
[2] Los adversarios del filosofar son la ignorancia, la estupidez y la ideología. El ignorante cree que sabe pero en verdad no sabe. El estúpido actúa torpemente haciéndose daño a sí y a otros sin darse cuenta. El más peligroso es el ideólogo, del que hablamos aquí. A la ignorancia y estupidez le dedicamos otros ensayos.  

Monday, May 7, 2012

Comenzar a filosofar la educacion: mito y filosofia


Universidad de Puerto Rico
Recinto de Río Piedras
Facultad de Educación

Fundamentos Filosóficos de la Educación (EDFU 4019)
Pedro I. Subirats Camaraza

Un comienzo de filosofar la educación: mito y filosofía

Iniciamos la filosofía educativa con una narración mítica y una tradición filosófica. El mito es el origen de la condición humana en el Paraíso del Edén. La tradición filosófica proviene de la antigua Grecia. Este ensayo es tu primer análisis del Portafolio de Filosofía Educativa. Primero el mito, luego filosofía y después filosofía educativa.

Volvamos al Paraíso en los capítulos II al IV del Génesis. “Paraíso”, del griego paradisos, un huerto” en la región del Edén. “Edén” en hebreo significa “placer”. En ese lugar hay todo lo placentero para los primeros humanos. Sin culpas, ni castigo, sin ceguera, ni pecado. Sin tragedia. Estamos en el Edén. Hay ríos, árboles, hay sombra, hay frutos, hay varón y mujer. Son felices. ¿Qué es la felicidad? Lo dice el Génesis en el libro II: “estaban ambos desnudos. El hombre y la mujer, pero no se avergonzaban”. ¿Por qué habrían de avergonzarse?

Nuestra lectura es que en el mito algo falta a Adán y Eva mientras se pasean por el paraíso original. Una doble ignorancia los sitúa en el Edén: no saben lo que sólo el fruto del árbol del conocimiento les revelará; tampoco saben de un saber que ignoran: del bien y del mal[1]. Esa ignorancia es inocencia original. Y es respecto de ella que entendemos la tentación a que se rinden Adán y Eva. Lo que les tienta no es sólo un saber prometido, sino algo más profundo: la creencia de tener ese saber conservando la inocencia del paraíso; que pueden saber sin pagar por ello el precio de tal saber que es perder su condición inocente. La palabra tentación, “tentatio”, tiene doble significado en latín: impulso, y prueba o experimento. Lo que les impulsa es probar lo desconocido sin que ello los transforme en otro ser. Al probar el fruto del saber tendrán el instante de goce del que sabe, pero creyendo siguen inocentes. Dilema existencial. Por un lado, tentación irresistible de experimentar el saber del bien y mal y ceder a la inclinación a probar lo prohibido. Por otro, esperarían no sucumbir al mal una vez experimentado; al probar lo prohibido ¿tendrán voluntad de no corromperse?



Con el término “corrupción” designa Aristóteles un cambio de sustancia, desaparece algo y se convierte en otra cosa, se pervierte lo que le hace ser lo que es. En filosofía política la corrupción significa abusar el poder del gobierno, que se pervierte en personas y sistemas por arbitrariedad, injusticias y favoritismos, derrochando los recursos y robando los bienes comunes. La forma más grave de corrupción es la institucionalizada, que al convertirse en costumbre cumple la sentencia de Séneca: “lo que antes fueron vicios, ahora es costumbre”. El desafío post-tentación del Paraíso es precisamente no convertir en hábito los vicios de la condición humana.

La mitología tiene profundas y extensivas ramificaciones en las instituciones del poder social: religioso, político, económico, jurídico, educativo, por sólo mencionar las principales. Muchas y peligrosas son las deformaciones mentales que provienen de imágenes arquetípicas de caída, pecado, culpa, condena, pérdida de inocencia, expulsión del paraíso, que obliga a la pareja humana a esconderse avergonzados del cuerpo y disimulando la sexualidad.      

La importancia de tal narración mítica tiene implicaciones en filosofía educativa. “Filosofía” es el nombre que podemos dar al segundo paraíso que Adán y Eva por un instante gozaron. El primer paraíso es inocencia sin saber, el segundo paraíso es saber con inocencia. Pero no “inocencia” en sentido del necio o ingenuo, sino en el sentido de Sócrates, Lao Tsé, Buda y Jesús[2] del saber no malicioso, inofensivo, sin daño[3]. La conciencia contradictoria de un ser escindido en dos voces (contra-dicción), tendencia a biofilia (vida) y necrofilia (muerte)[4]. Conciencia de la contradicción, pero sin desesperar, sin abandonar la lucha. Consciencia que en su perplejidad busca la sabiduría de vivir bien, a pesar de. Drama griego en tres tiempos. Inocencia ignorante. Experimento del bien y mal, poder de elegir. Elegir el segundo paraíso de la sabiduría socrática. El significado de “sabiduría” es gusto o sabor. Al sabio le sabe bien la vida buena, incluso a merced de la injusticia y la violencia, como Sócrates, Boecio, Ghandi y tantos héroes ejemplares en la historia. El dilema: ¿cómo ser y actuar con inofensividad en un mundo inclinado al mal? La filosofía introduce una transgresión en el mundo de violencia y odio. Transgresión de desobedecer la ley de sistemas políticos, económicos, religiosos, que se fundan en el individualismo y egoísmo: ley suma 0 en que para uno ganar otro tiene que perder. Desobediencia que transgrede el Leviathan en Hobbes de vivir en un estado de  naturaleza en guerra de todos. Transgresión del esclavo que se libera de la sombra en el mito de la caverna platónica. La apuesta: el mal no tiene la última palabra. Educar con esperanza de una vida que merece vivir, de lo contrario ¿valdría la pena educar o filosofar la educación?


La filosofía educativa, saber teórico y actuar práctico. Educar: práctica del bien. Filosofar: reflexión de la práctica. En el Prontuario describimos el curso según esa doble dimensión. De nuevo: filosofía educativa es la hermenéutica de un proyecto ético.

Pasemos del mito a la filosofía. En el arco de los conocimientos, la filosofía se sitúa hacia al polo teórico, y la educación hacia el polo práctico. No son opuestos sino complementarios. La educación como transmisión de vida social, no hereditaria, viene de lejano tiempo en nuestro ancestro australopitecus hace 3 millones de años, hasta el homo sapiens sapiens, hace 200,000 años. Ha sido una lenta conexión de cerebro y mano en domesticar la especie humana. No tenemos noticia de nuestros ancestros filosofando cómo preservarse en grupos. Sí sabemos cuándo, dónde y por qué nace la filosofía que piensa la educación para preservar la especie humana lo más humana posible. Entre el siglo V y IV la filosofía griega llega a su madurez en la era ateniense que producirá, además de Sócrates, dos figuras mayores de la filosofía: Platón y Aristóteles. El fracaso de  grandes síntesis cosmológicas anteriores exigía una concepción distinta a la tarea del pensar, y en parte por el cambio en las circunstancias sociales y el establecimiento de la democracia en Atenas, el centro de atención de la filosofía se desplaza hacia el tema humano. El alma, la conducta individual, los fundamentos de organización política, el conocimiento y la acción, se convierten en los grandes problemas de la filosofía. El espíritu humano deja a un segundo plano el estudio del mundo externo, y reflexiona sobre sí mismo. ¿Por qué conocer el mundo -pregunta Sócrates- si no me conozco a mi mismo? ¿Qué soy yo mismo, y mi razón, ese instrumento de que me valgo para conocer? Filosofar en este período es inseparable de la ética, la política y la educación.

El experimento histórico de un constituir gobierno democrático en ciudades estado griegas en los siglos VI-IV a.C., requería ciudadanos con virtudes de cultura política. En esa época no se diferenciaban, como hoy, los conocimientos y acciones que llamamos ética, política y educación. Es imposible delimitar los bordes que diferencian el ámbito de la conducta moral de una persona, del ámbito de la conducta cívico-política de los ciudadanos, del ámbito de una cultura educativa (paidea) que forma a seres racionales y libres, del ámbito público en que se intenta gobernar democráticamente. Para entender la mentalidad político-filosófica de la cultura griega, no podemos pensar con la mentalidad actual que distingue individuo de sociedad. La distinción entre el interés de la comunidad contrapuesto por definición al interés particular, no se concebía en la cultura griega. El interés general de la comunidad cívico-política no es agregación de intereses particulares, sino la expresión de un bien superior encarnado en virtudes intelectuales y morales del ciudadano como miembro orgánico de la ciudad, la polis. El vocablo “virtud” significa fortaleza de carácter que tiende al bien. La cultura que fomenta el desarrollo de virtudes es la paideia, la sociedad educativa por excelencia. Es el comienzo del experimento democrático en que los ciudadanos aprenden a convivir en el bien común, el bien de todos que es de nadie en particular. Un experimento difícil, lento en ser incorporado, asimilado e institucionalizado en una cultura y sociedad.

La corriente dominante de la filosofía política griega pensaba que el gobierno justo era aquél en que los gobernantes se subordinaban a esa ética cívica, un ethos situado por encima y al margen de los intereses particulares. El intento de crear una democracia de ciudadanos libres con voluntad de argumentar racionalmente las decisiones del bien común en el foro público no tuvo éxito -condenan injustamente a Sócrates en un juicio irracional- pero legó a la historia la aspiración de constituir una sociedad de ciudadanos libres y racionales, formados en una cultura cívica-política-educativa, la paideia. De Atenas a hoy Puerto Rico la filosofía educativa piensa la pregunta: ¿qué humano en qué mundo con qué educación?

Desde la insuficiencia de vivir con anhelo de felicidad no encontrada, desde la angustia de recuperar un bien perdido, en todos los tiempos y todas las civilizaciones, los humanos han imaginado tiempos mejores, épocas doradas, el Paraíso. Si al Paraíso aspiramos es porque de allí venimos, quizá del seno materno (Freud). La humanidad desde que toma conciencia de sí misma se vio rodeada de enfermedades, dolencias, carencias, sufrimiento, amén del bien. Hubo de preguntar a qué se debe la presencia del mal. Inteligentemente dijeron: busquemos la causa. Y no puede estar sino en nosotros mismos. La violencia, el odio, la injusticia se apoderan de nosotros, estamos desesperados por un poco de esperanza de paraíso perdido (la modernidad dice “utopía”). Por grandes palabras salimos del Paraíso; por grandes egoísmos estamos perdiendo el valor y goce de vivir. Hay que volver. No atrás, porque atrás jamás se vuelve. Volver a la raíz que está atrás y delante, la raíz del Yo-Tu-Nosotros en que tenemos necesidad de comunicarnos y de convivir. Para pensar en la salvación, o en palabras actuales, en la liberación de injusticia y violencia, hay que dejar de pensar en el exterminio, cuya raíz es que el otro es mi infierno dijo Sartre y por tanto hay que eliminarlo. El otro, si no es mi paraíso, es mi infierno. No es nadie, y si no es, tampoco yo soy, dirá Martin Buber. 

Nacemos y estamos fuera. Somos en el exilio del paraíso que fue la vida intrauterina, y luego el exilio del paraíso del pecho materno, y luego el exilio del encuentro que se desmorona en separación, abandono, soledad, división, del mal-estar que habla Freud entre el irremediable antagonismo de pulsiones personales y restricciones sociales. Miedo, paranoia, desconfianza. Dice el sociólogo Max Weber que en la modernidad el mundo ha sido des-encantado, privado de luminosidad de verdad y de bien. Filosofar y educar son modos de recuperar la inocencia inofensiva en el mundo que nos duele. Filosofía educativa es hermenéutica y ética, decíamos en el Prontuario. Añadimos ahora que es un saber que emplea dos herramientas: narración y raciocinio. Filosofamos la educación para contar razones por las que vale educar la vida buena. El mito abrazado a filosofía y la filosofía que inspira la educación. El fundamento del curso.


[1] Vocablos “bien” y “mal” no en sentido religioso, sino filosófico-psicológico con más elasticidad conceptual referidos a los aspectos nobles y viles del ser humano. Es la perplejidad existencial de un ser que se sabe escindido en su interior ante tendencias contrapuestas que le imponen elegir.  
[2] Grandes sabios que curiosamente no dejaron por escrito su voz.
[3] En Gandhi, el concepto satyagraha, alude al poder de la verdad y la paz. El ahimsa de Gandhi es el saber inofensivo de la paz. De esa tradición nacen los movimientos políticos de Mandela y Luther King. 
[4] Términos que acuña Erich Fromm en sus obras Miedo a la libertad; y Tener o Ser.

onceptos de educacion VI


Universidad de Puerto Rico
Recinto de Río Piedras
Facultad de Educación
Departamento de Fundamentos Educativos

Filosofía de la Educación (EDFU 4019)     
Pedro Subirats Camaraza

Conceptos de Educación VI

22. Si tuviéramos todas las definiciones o concepciones sobre educación, disponibles en la historia occidental, y buscáramos el denominador común más pequeño, podríamos distinguir tres modelos generales, los cuales, a su vez, se basan en tres diferentes antropologías o concepciones del ser humano, en tres conceptos de educación distintos, y en tres metodologías pedagógicas diferentes. Usaremos unas metáforas para ilustrar estos tres modelos.

23. En el modelo más conocido y ampliamente practicado se considera al recién nacido como una página en blanco (tabula rasa como dice John Locke), en la cual la educación escribe hasta llenarla con tanta información como sea posible. Las varias connotaciones que tiene el concepto educación para este primer modelo son instruir, adiestrar, amaestrar, adoctrinar, prescribir, programar, imponer, modelar, catequizar, ordenar, dirigir y tantas otras similares.

24. El segundo modelo representa la educación con una imagen de la naturaleza: se considera al embrión como una semilla que contiene ya toda la futura planta. Es así como la planta en la cual florece la flor está contenida en el bulbo; la enorme encina en la bellota; y el enorme elefante en un microscópico óvulo fecundado. Desde esta perspectiva antropológica el concepto educación cambia diametralmente. El primer modelo privilegia el “inscribir”, ahora se considera que está previamente determinado por la naturaleza. Las connotaciones cambian notablemente: crecer, madurar, desarrollar, cultivar, nutrir, custodiar, progresar, atender y otras parecidas.

25. El tercer modelo no se ilustra con ejemplos de la naturaleza o de la sociedad, sino que se concentra en la autenticidad de la persona humana. En los dos modelos anteriores, el educando es un objeto de la educación. Es un ser sin libertad, ya que es determinado por la naturaleza o se lo considera un ser que debe ser modelado por la sociedad. El tercer modelo toma al educando como sujeto de su propia educación. Es una revolución en la manera de considerar la educación, ya que la persona deja de ser educada pasivamente, ya sea porque la modela la sociedad o porque la naturaleza la determina. El educarse se transforma en un proceso activo. No se trata de recibir o de soportar la educación, sino de crear y de construir. La persona, a través de sus características constitutivas -razón, sentimiento, libertad y lenguaje- se forma a sí misma en un crearse y un construirse constante. Todavía podemos considerar al niño como “página en blanca” pero ahora como autor y creador que va escribiendo su propia historia, su biografía, la escritura de su vida. Las connotaciones pedagógicas cambian de nuevo, esta vez radicalmente: pensar, elegir, decidir, determinar, discernir, buscar, demandar, examinar, explorar, investigar, reconocer, comparar, resolver, comprobar, crear y muchas otras similares.

El siguiente recuadro caracteriza las teorías pedagógicas que corresponden a cada modelo.

       Mayor énfasis
         Naturaleza
      Mayor énfasis
          Sociedad

    Mayor énfasis
         Persona

Concepto  humano


         Semilla
    (contiene todo)

     Página blanca
    (contiene nada)

Autor de su historia
(puede escribir todo)

Concepto
educación  


      Crecimiento
       (desarrollo)
     Socialización
(internalizar normas, tradiciones, ideologías  y conocimientos)
Autoconstrucción de la persona
(realizar la razón, sentimiento,  libertad, lenguaje)

Característica del método


 Preparar el “terreno”
   (cuidar, proteger)

    Instruir, Enseñar
(implantar, depositar)
Ayudar al estudiante en autoconstruirse
(diálogos, ejemplos de vida, colaboración)


26. ¿Se cancelan entre sí los modelos? es una pregunta razonable. Quizá sí en teoría, pero no en la práctica. Si los que proponen una teoría son doctrinarios, rígidos o dogmáticos, van a convertir su idea en ideología a defender fanáticamente. Sin embargo, puesto que la educación es una práctica social compleja en múltiple factores, la realidad educativa siempre trasciende la teoría que la intenta definir o explicar. La práctica educativa acontece en y desde la condición humana que es paradójica y contradictoria, en consecuencia, no extrañe que en los procesos educativos institucionales -escuelas, universidades- ocurran los modelos de manera simultánea en diferentes modos, grados o procesos, pues no existe pureza absoluta en educación. Según el contexto social, la tipología institucional y las preferencias o necesidades de los actores -educandos, educadores- acaso un modelo tendrá preponderancia sobre los demás, será más explícito, mejor practicado, o más coherente con la filosofía educacional que inspire la institución y guíe a los educadores.

27. Evitemos, entonces, polarizar al ser humano en divisiones artificiales y falsas: naturaleza o sociedad o persona. Somos todo eso y mucho más que hoy ignoramos. El proceso educativo con énfasis en la naturaleza es correcto al afirmar que venimos al mundo con una genética que nos predispone y un potencial mental que está ya inscrito al nacer. El proceso educativo con énfasis en la sociedad es correcto al postular somos sociales por naturaleza lo que significa que desde el nacer es inevitable y necesario que se socialicen las pautas de conducta y los valores compartidos que permiten la convivencia en la comunidad propia. El proceso educativo con énfasis en la persona es correcto al plantear la autorrealización del sujeto, la conciencia de sí mismo, la libre expresión de la persona en la búsqueda del sentido que le da plenitud, y que permite la rica diversidad de modos de vivir.

28. Un ideal educativo, apoyado en una sólida teoría y sostenido por una práctica eficaz, debería integrar todas las dimensiones humanas:
-          las raíces en la naturaleza
-          que fructifican en la sociedad
-          desarrollando nuestro potencial de seres libres y solidarios.

29. Respeto a lo natural; tacto desde lo social; apertura a la realización de cada persona. Me parece una concepción educativa válida a explorar.[1]























[1] Ver la serie de ensayos Fines Educativos I-V; el ensayo Educación radical; y la serie de Educación Holista I-IV.