Friday, August 26, 2016

Maleducar



Toda institución educativa asume y presume hacer bien lo que debe hacer: educar. Para hacerlo debe tener condiciones para educar bien, son muchas, entre otras: contratar y retener al personal cualificado y facilitarle su formación continua con incentivos y condiciones justas de trabajo; currículos pertinentes, revisados con regularidad y con criterios racionales que la comunidad educativa acuerda; recursos materiales y tecnológicos suficientes y adecuados; organización inteligente y eficaz, que incluye maneras de dirigir, coordinar y tomar decisiones de seres racionales, no torpes ni autoritarios; financiamiento que permita operar con balance de ingresos y gastos; familias involucradas y comprometidas; una pedagogía adecuada, y esas dos palabras son enormes, no puedo entrar en eso ahora; etcétera. Una institución que no posea condiciones para educar bien, lo que hace es maleducar. ¿Qué es educar bien, y no mal, qué criterios lo deciden, hay experiencias que con razón pudiéramos decir son educativas? son preguntas en filosofar la educación; preguntas difíciles por complejidad, variabilidad de interpretaciones, dependientes del contexto; sin respuestas tajantes; no son del tipo cómo saber si el riñón hay que extirparlo. Pero en materia educativa, con sentido común, se puede olfatear si algo huele mal y se maleduca, cuando, por ejemplo: 

Cuando las fallas provienen de educadores:
  • Ignoran los contenidos que enseñan
  • Lo que conocen es obsoleto, es falso, es irrelevante, no se actualizan
  • Sí conocen, pero ineptos en enseñar bien, carecen de habilidad pedagógica
  • Lo que enseñan no tiene pertinencia a la realidad o al contexto del educando
  • Neuróticos, inmaduros, amargados, dementes, afligidos, sufrientes
  • Si fuese poco lo anterior, injusto, cínicos, crueles, violentos
  • Y para empeorar, vanidosos, arrogantes, soberbios, prepotentes, endiosados
  • Carecen de pasión de educar con entusiasmo, sin afecto, sin amor

Es trágico que los adultos transmitan a jóvenes generaciones la aflicción, ignorancia y desaciertos psicosomáticos que padecen.

Cuando las fallas provienen de los estudiantes:
  • Por no asumir responsabilidad y autodisciplina de su educación
  • Por falta de hábitos para aprender con esfuerzo y perseverancia
  • Por carecer habilidades de interacción social positiva
  • Por su estupidez y distracción con aparatos tecnológicos que los adormecen
             
Educar exige disposiciones internas del sujeto que hagan posible su autoeducación. Es cierto existen situaciones externas problemáticas, pero eso no excusa el sentido de responsabilidad personal en las decisiones que cada cual toma en su vida.

Cuando las fallas provienen de currículos incoherentes y pedagogía defectuosa
  • Currículos fragmentados, balcanizados, desarticulados
  • Currículos sin pertinencia al contexto de la realidad circundante
  • Irracionalidad en organización por grados, edades y materias
  • Métodos de enseñar ineficaces, disfuncionales, medievales 
  • Sistemas de evaluación irrelevantes, irracionales, antipedagógicos
  • Pedagogía que inhibe la creatividad, el pensar imaginativo y crítico
  • Pedagogía que inhibe las interacciones sociales del aprender comunitario
  • Pedagogía limitada y limitante de libertad del educando y su responsabilidad
  
Se maleduca cuando la pedagogía infantiliza a estudiantes y maestros, por continuar la tradición escolar iniciada en el siglo XVI, de una escolaridad industrial de fábricas, hospitales y carcelaria.

Cuando las fallas provienen del ambiente, la organización y dirección:
  • Espacios estéticamente feos, incómodos, insalubres, disfuncionales
  • No hay incentivos al personal docente y de apoyo
  • No hay sistemas de trabajo que estimulen la inteligencia colectiva
  • Falta de mecanismos de tomar decisiones con inteligencia, eficiencia
  • No hay liderazgo colectivo auténtico, sino autoritarismo jerárquico
  • Intervención del partidismo político o el fundamentalismo religioso
  • Leyes, reglas, normas, procesos, estructuras, anticuadas, torpes y estúpidas

Se maleduca en cultura organizacional diseñada como corsé o prótesis que amarra, inhibe, impide moverse con iniciativas, libertad, confianza, talentos, creatividad; con un aparato burocrático rígido, tóxico, pesado, que asfixia, contamina y paraliza.  Y si problemas provienen de una sociedad enferma, ¿escuela y universidad son el contrapunto salubrista que reforme la sociedad? Si la institución respira atmósfera social de locura y violencia, ¿esa institución es monasterio de paz, amor, cordura? El perenne asunto sociológico de relaciones entre sociedad y las instituciones.   

La erosión de credibilidad en instituciones privadas y públicas, gobiernos, sociedad en general, proviene de hipocresías, mentiras, demagogias, fraudes, corrupciones, las constantes y sonantes estupideces en decisiones, acciones y resultados.

La educación -en sociedad, familias, instituciones- podría ser antídoto en aprender los mínimos de virtudes cívicas, digamos, integridad, veracidad, libertad, justicia, igualdad, decencia, responsabilidad, generosidad, reciprocidad en intereses del bien común. En fin, aunque esto no tiene fin, ya que el mal es más visible y ruidos que el bien, conviene tener listas las tarjetitas amarillas y rojas para sacar del juego lo que maleduca, y conviene tener prendida la luz verde del semáforo educativo, a algo que se parezca, lo mejor posible, a una educación sana, cordial e inteligente. Si no por nosotras y nosotros hoy, al menos, por compasión a nuestros descendientes.





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