¿Qué
es un mosquito? tiene respuesta clara y definida. Basta hacer tres tareas sencillas:
ir al diccionario, buscar un mosquito o consultar un experto. Muchas cosas en
el mundo y en la naturaleza tienen definiciones exactas y personas que pueden
explicar su significado, por sus estudios, conocimientos y experiencias. Pero
hay cuestiones difíciles de definir, sin un significado preciso, que no se
explican fácilmente. ¿Qué es educación? no se responde con diccionarios ni
expertos.
¿Qué
es amor? ¿Qué es el bien? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es Dios? Quizá el modo de formular
la pregunta “qué es” es incorrecto. En vez qué es, sería preferible dar una
idea de lo que se piensa, aceptando lo imposible de definir realidades
complejas como amor, bien, verdad, dios, con definición determinante que
clausure pensar otras posibilidades.
Así
es con “educación”, vocablo polisémico con infinidad de significados según los
puntos de vista o perspectivas del que interprete. Lo hablado, lo escrito y lo
practicado a nombre de la educación es incontable e inconmensurable. A veces
nos sentimos abrumados con las innumerables charlas, congresos, ponencias,
escritos, tesis, investigaciones, experimentos, “mejores prácticas”, leyes,
pronunciamientos, reuniones, en descifrar el enigma educativo. Propongo ver la polisemia
de la palabra en conocimientos que estudian la educación, más algunos ámbitos,
rostros y prácticas que asume la educación.
Educación:
históricamente, es transmisión de
cultura en mantener y mejorar la sociedad; antropológicamente,
es iniciar a jóvenes en ritos de paso que les prepare a participar como miembro
activo en sociedad adulta; sociológicamente,
es internalizar e institucionalizar las tradiciones culturales; políticamente, es preparación
para la ciudadanía en la vida pública; económicamente, es adquirir
conocimientos, valores, habilidades en entrenar el capital laboral; institucionalmente, es ordenar saberes
históricos a transmitirlos en programas que ofertan grados y títulos; existencialmente, es concienciación de
ser y estar en el mundo con sentido de vivir; religiosamente, es ascesis de salvación en lo sagrado; ecológicamente, es desarrollar la
sensibilidad de cuidar y preservar el hogar planetario. Etcétera.
La
voz “educación” es elástica, se estira hasta donde se quiera con el significado
de quien hable o escriba. Sin duda hay mejores interpretaciones que las mías. Pero
todas son meros constructos teóricos, es decir, son lenguaje simbólico. Educación
no “es”, propiamente, esos lenguajes interpretativos. Nunca lo
real es lo que se dice, se cree o se
piensa. Lo real vuela por encima de las redes mentales que nos atrapan en doctrinas,
dogmas, ideologías.
Educación:
también se comprende en varios sentidos, acentuando uno u otro de diversos modos
en prácticas sociales, como por ejemplo... En uso cotidiano, al hablar de educación
se suele entender una actividad conectada
con determinadas personas en sus roles
sociales -maestros, profesores, tutores-, con encargo de ‘educar’ nuevas
generaciones en transmisión del lote cultural. También se cree que la educación
ocurre en espacios y tiempos específicos en instituciones
formales que otorgan grados y certificados.
Educación:
en la familia como núcleo sociológico del nacer y del aprender básico, se habla
del derecho educativo de las familias,
del que surge el legítimo movimiento home-schooling.
Educación:
de modo más amplio, se dice es un proceso
de acción formativa en torno a fines educativos;
o en sentido de resultados evaluados
en función de logros; lo que implica,
por lógica, que esos logros dependen de estándares
y un aparato complicadísimo de protocolos, procedimientos, instrumentos, gente
con peritajes para emitir juicios válidos y confiables.
Educación:
en lo macro-social se habla de educación como sistema compuesto de factores organizacionales, financieros,
tecnológicos, humanos, en la producción y la distribución de la educación como
un bien socio-político, cultural,
histórico en un tiempo/espacio dado. Y esos sistemas educativos habitan en lo privado y lo público, según la autoridad que legitima la educación, sea el
estado o entidades privadas.
Educación:
por si fueran pocos los anteriores ámbitos, rostros y modalidades, la educación
acontece no sólo o no tanto, en escuelas, familias, iglesias, entidades privadas
o públicas, seculares o confesionales, sistemas, y todo ello de manera intencional
predeterminada, sino sobre todo, la educación acontece en la calle, el barrio, el
vecindario, la comunidad, con amigos, los grupos espontáneos, en juegos libres,
en acción autodidacta, en que educación per
se es la experiencia personal e intersubjetiva sin adjetivos ni etiquetas.
¡Qué
laberinto de caminos y destinos educativos! ¿Qué es educación? nadie sabe
respuesta. Nadie puede saberla. Porque no existe. Santo y bueno así sea.
No
encuadremos la educación, ella es libre y espontánea, experiencia y
acontecimiento, en la zona epistémica intermedia entre el saber y el misterio.
Por
sus frutos la conoceréis.
Educación:
metamorfosis del humano en saber vivir bien. La sabiduría. ¿El amor?
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