Monday, January 7, 2013

Para qué, por qué educar II



Universidad de Puerto Rico
Recinto de Río Piedras
Facultad de Educación

Fundamentos Filosóficos de la Educación (EDFU 4019)
Profesor: Pedro I. Subirats Camaraza       

¿Para qué educar? ¿Por qué educar? II

7. ¿Jugar para disfrutar jugar o jugar para ser deportista? Tienen diferentes intenciones. Ese ejemplo sencillo de jugar al que estamos familiarizados, lo aplicamos a filosofar la educación. Dos aspectos relevantes en educación escolar son el currículo y la pedagogía: currículo como el programa de cursos académicos diseñados a partir de los conocimientos validados en la tradición histórica de una cultura y sociedad, es decir, las disciplinas de estudio; pedagogía como el conjunto de complejas acciones de enseñar y evaluar, recompensar y castigar, que los maestros y otro personal en la implantación del currículo que esa institución establece. Un grave problema actual en las instituciones escolares es el desfase entre el currículo y la pedagogía, por un lado, y por otro, los resultados en estudiantes que “no aprenden” lo que se les enseña. Miles de estudiantes evidencian deserción, aburrimiento, desinterés, distracción, bajo aprovechamiento (según estándares escolares), alta repetición de grados, violencia, y otros problemas atribuidos a la desconexión entre sujetos que deben aprender unas cosas, de un lado, y del otro, la pedagogía y el currículo que se les transmite para que las aprendan, son pena de castigos de diversa índole, que terminan por la deserción, expulsión, violencias, etc. Es un hecho bien establecido: los estudiantes no aprenden. Pero ¿por qué?[1]

8. Una respuesta es la motivación, de la cual sabemos lo suficiente en investigaciones, conocimientos y experiencias sobre la inutilidad de “motivar” al estudiante desde fuera de sí, ofreciéndole estímulos de recompensas o castigos, para que sienta el deber de aprender… sabemos no aprende si piensa que “eso” que le obligan estudiar (currículo, pedagogía) no lo necesita, no le interesa, no lo comprende, no le da importancia, no se conecta con su vida existencial, no lo a-precia ni valora[2]. La motivación es un resorte interior que mueve a actuar al ver (mentalmente) la conexión entre el acto y el significado del mismo según necesidades e intereses existenciales. Del exterior se podrán facilitar condiciones que estimulen, pero sin motivación interna no hay “motivación” que “motive” a nadie.




9. El concepto pertinencia se usa en educación para explicar la conexión o no entre el acto y el significado. Si no es pertinente, no involucra psicológicamente. La idea de “si X entonces Y” es correcta en el comportamiento de aparatos tecnológicos, pero no en las motivaciones del comportamiento humano. Si toco tecla X prende Y, es así, lo hacemos infinitas veces. Pero el humano no se motiva de modo tan simple. Por más que las organizaciones (negocio, política, religiosas, educativas, etc.) pretendan concebirnos como aparatos a manipular y controlar, por fortuna seguimos siendo humanos que pensamos y sentimos la vida desde una misteriosa libertad interior inaccesible a otros; libertad de consciencia en querer y hacer lo que convenga; no califico de bien o mal, sólo señalo un resorte motivacional privado, a veces inconsciente. La educación que se proponga educar la consciencia, es decir, hacer consciente al sujeto de “darse cuenta”, verse por dentro, de lo que piensa, cree, dice y hace, debe ser una educación que valores tres fuentes de motivación del ser humano: Autonomía, queremos tener control de nuestra vida; Maestría, queremos ser mejores en lo que hacemos y somos; Propósito, queremos ser parte de ideales mayores o superiores a uno mismo.

10. En educación necesitamos saber las motivaciones de hacer algo, por qué y para qué. Si llevas a tu hija llorando el 1er día al 1er grado, la obligarán aprender un montón de cosas que olvidará al cabo de 14 años al graduarse.  Yo ignoro la química del jugo gástrico en mis tripas. Al dejar tu hija en la escuela te preguntas: ¿para qué, por qué? Sugiero razones inherentes al acto-en-sí-de-educar que trascienden conocimientos especiales del currículo, que suponen interpretaciones antropológicas de la educación con nuevos diseños curriculares y prácticas pedagógicas. Educar para y porque al humano interesa y conviene -viene bien al ser-:

  • Saber quién soy, la mayor sabiduría, identidad del ser, autenticidad,  veraz conmigo
  • Vivir conscientemente, estar atento de lo que pienso, siento y hago
  • Cuidarme, atender mis necesidades y mi bienestar físico, emocional y mental
  • Inteligencia, saber enfrentar la vida con propósitos, resolución y eficacia
  • Razonar, sopesar argumentos y evidencias de conclusión o acción a efectuar
  • Desaprender, cuestionarlo todo, eliminar ideas falsas, estar abierto a nuevas ideas
  • Aprender, habilidades de aprender diferentes métodos en diversos conocimientos
  • Responsabilidad, hacerme cargo de mi vida sin culpar otros ni dar excusas
  • Buena voluntad, desear el bien de los demás, su felicidad, no entorpecer su dicha
  • Decidir, con inteligencia entre las opciones que tengo, eligiendo la mejor
  • Preguntar, el modo por excelencia del pensamiento para aprender
  • Tolerar, saber convivir con diferencias y discrepancias sin tomarlas personalmente
  • Buen humor, sonreír, ver el lado paradójico del vivir sin angustias ni temores
  • Perdonar, soltar resentimientos pasados, venganzas presentes
  • Ser libre, saber gobernar la propia mente

11. Quizá es mi limitación cognitiva, pero no imagino materia curricular en que se aprenda nada de eso, que, por cierto, es el ABC básico en la alfabetización de saber vivir bien.



[1] Consulta el ensayo La microeconomía del trabajo de aprender en las escuelas.
[2] Apreciar en sentido de valorar una acción por el bien y satisfacción inherente a ella misma, que por tanto no tiene precio; por el contrario, al darle precio externo a una acción se le puede desvalorar su significado intrínseco. Los sistemas de premios y castigos escolares son factores de motivación extrínseca, que ciertamente tienen influencia en obligar a estudiar, pero de dudoso valor educacional. 

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