Universidad de Puerto
Rico
Recinto de Río
Piedras
Facultad de Educación
Fundamentos
Filosóficos de la Educación (EDFU 4019)
Profesor:
Pedro I. Subirats Camaraza
¿Para
qué educar? ¿Por qué educar? II
7. ¿Jugar para disfrutar jugar o jugar
para ser deportista? Tienen diferentes intenciones. Ese ejemplo sencillo de
jugar al que estamos familiarizados, lo aplicamos a filosofar la educación. Dos
aspectos relevantes en educación escolar son el currículo y la pedagogía:
currículo como el programa de cursos académicos diseñados a partir de los conocimientos
validados en la tradición histórica de una cultura y sociedad, es decir, las
disciplinas de estudio; pedagogía como el conjunto de complejas acciones de
enseñar y evaluar, recompensar y castigar, que los maestros y otro personal en
la implantación del currículo que esa institución establece. Un grave problema actual
en las instituciones escolares es el desfase entre el currículo y la pedagogía,
por un lado, y por otro, los resultados en estudiantes que “no aprenden” lo que
se les enseña. Miles de estudiantes evidencian deserción, aburrimiento, desinterés,
distracción, bajo aprovechamiento (según estándares escolares), alta repetición
de grados, violencia, y otros problemas atribuidos a la desconexión entre sujetos
que deben aprender unas cosas, de un lado, y del otro, la pedagogía y el
currículo que se les transmite para que las aprendan, son pena de castigos de
diversa índole, que terminan por la deserción, expulsión, violencias, etc. Es
un hecho bien establecido: los estudiantes no aprenden. Pero ¿por qué?[1]
8. Una respuesta es la motivación, de
la cual sabemos lo suficiente en investigaciones, conocimientos y experiencias sobre
la inutilidad de “motivar” al estudiante desde fuera de sí, ofreciéndole
estímulos de recompensas o castigos, para que sienta el deber de aprender…
sabemos no aprende si piensa que “eso” que le obligan estudiar (currículo,
pedagogía) no lo necesita, no le interesa, no lo comprende, no le da importancia,
no se conecta con su vida existencial, no lo a-precia ni valora[2]. La motivación es un
resorte interior que mueve a actuar al ver
(mentalmente) la conexión entre el acto y el significado del mismo según
necesidades e intereses existenciales. Del exterior se podrán facilitar
condiciones que estimulen, pero sin motivación interna no hay “motivación” que
“motive” a nadie.
9. El concepto pertinencia se usa en educación para explicar la conexión o no entre
el acto y el significado. Si no es pertinente, no involucra psicológicamente. La
idea de “si X entonces Y” es correcta en el comportamiento de aparatos
tecnológicos, pero no en las motivaciones del comportamiento humano. Si toco
tecla X prende Y, es así, lo hacemos infinitas veces. Pero el humano no se
motiva de modo tan simple. Por más que las organizaciones (negocio, política,
religiosas, educativas, etc.) pretendan concebirnos como aparatos a manipular y
controlar, por fortuna seguimos siendo humanos que pensamos y sentimos la vida
desde una misteriosa libertad interior inaccesible a otros; libertad de
consciencia en querer y hacer lo que convenga; no califico de bien o mal, sólo señalo
un resorte motivacional privado, a veces inconsciente. La educación que se
proponga educar la consciencia, es decir, hacer consciente al sujeto de “darse
cuenta”, verse por dentro, de lo que piensa, cree, dice y hace, debe ser una
educación que valores tres fuentes de motivación del ser humano: Autonomía,
queremos tener control de nuestra vida; Maestría, queremos ser mejores en lo
que hacemos y somos; Propósito, queremos ser parte de ideales mayores o
superiores a uno mismo.
10. En educación necesitamos saber las
motivaciones de hacer algo, por qué y para qué. Si llevas a tu hija llorando el
1er día al 1er grado, la obligarán aprender un montón de cosas que olvidará al
cabo de 14 años al graduarse. Yo ignoro la
química del jugo gástrico en mis tripas. Al dejar tu hija en la escuela te
preguntas: ¿para qué, por qué? Sugiero razones inherentes al acto-en-sí-de-educar
que trascienden conocimientos especiales del currículo, que suponen interpretaciones
antropológicas de la educación con nuevos diseños curriculares y prácticas
pedagógicas. Educar para y porque al humano interesa y conviene -viene bien al
ser-:
- Saber quién soy, la mayor
sabiduría, identidad del ser, autenticidad, veraz conmigo
- Vivir conscientemente, estar
atento de lo que pienso, siento y hago
- Cuidarme, atender mis
necesidades y mi bienestar físico, emocional y mental
- Inteligencia, saber enfrentar
la vida con propósitos, resolución y eficacia
- Razonar, sopesar
argumentos y evidencias de conclusión o acción a efectuar
- Desaprender, cuestionarlo
todo, eliminar ideas falsas, estar abierto a nuevas ideas
- Aprender, habilidades de
aprender diferentes métodos en diversos conocimientos
- Responsabilidad, hacerme
cargo de mi vida sin culpar otros ni dar excusas
- Buena voluntad, desear
el bien de los demás, su felicidad, no entorpecer su dicha
- Decidir, con inteligencia
entre las opciones que tengo, eligiendo la mejor
- Preguntar, el modo por
excelencia del pensamiento para aprender
- Tolerar, saber convivir
con diferencias y discrepancias sin tomarlas personalmente
- Buen humor, sonreír, ver el
lado paradójico del vivir sin angustias ni temores
- Perdonar, soltar resentimientos
pasados, venganzas presentes
- Ser libre, saber gobernar la
propia mente
11. Quizá es mi limitación cognitiva,
pero no imagino materia curricular en que se aprenda nada de eso, que, por
cierto, es el ABC básico en la alfabetización de saber vivir bien.
[2] Apreciar en sentido de valorar una acción por el bien y satisfacción inherente
a ella misma, que por tanto no tiene precio; por el contrario, al darle precio
externo a una acción se le puede desvalorar su significado intrínseco. Los
sistemas de premios y castigos escolares son factores de motivación extrínseca,
que ciertamente tienen influencia en obligar a estudiar, pero de dudoso valor
educacional.
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