La inteligencia
fracasada
Es una desgracia para la humanidad la
cantidad de personas cuya inteligencia ha fracasado. Seres humanos que producen
malestar, injusticia, corrupción, mentiras, fraudes, odios, sufrimientos de
todo tipo. Son una calamidad al género humano. En nuestra evolución a modos
superiores de existir y convivir, estas personas cuya inteligencia ha
fracasado, son una calamidad pues detienen, dificultan, obstaculizan, la
evolución humana. ¿Cómo los identificamos?
Abre el periódico, prende radio o tv con
noticias del día, sal a la calle, al tapón, al trabajo, escuela, vecindario, al
mundo poblado de gente jodiendo con sus estupideces y maldades. Tan pronto uno
se entera que un imbécil salvaje mete a un recién nacido en una nevera o un
micro onda, en ese momento de indignación, uno se percata que la maldad y la
estupidez reinan en este infierno llamado mundo. Es una desgracia para la
humanidad la cantidad de seres salvajes que pueblan las calles. ¡Qué lamentable
ver que ese mundo lo estamos dejando de herencia a hijos, nietos y futuras
generaciones. Lo vemos en todos los sistemas e instituciones de la sociedad: en
sistemas educativos ineficientes y disfuncionales, en sistemas políticos
corruptos, en sistemas económicos que producen más pobreza e injustica, en las
organizaciones religiosas con hipocresía, intolerancia, egoísmo, vanidad…
etcétera. Ningún sistema de la sociedad es inmune a los estragos de la falta de
inteligencia, esto es, de la estupidez colectiva.
Hay dos infinitos en el Universo: la
Misericordia Divina y la estupidez humana. La última se infiltra y envenena
todas las organizaciones: en los procesos, en las normas, en la estructura, en
el funcionamiento y operación, en la jefatura, en la base, en los servicios y
productos, en los recursos, en los sistemas, en absolutamente todo lo que hace
un humano imbécil y estúpido en cualquier organización. ¿Cómo actúan? Cada vez
que:
Emprenden
metas disparatadas, erróneas o equivocadas.
Empecinan
tercamente en aplicar medios ineficaces, improductivos o inútiles.
Aferran a
ideas y creencias falsas y erróneas a pesar de evidencias en contra.
Apoyan
prejuicios o supuestos no examinados.
Repiten
tercamente hábitos que han demostrado ser contraproducentes.
Niegan o
resisten cambiar, hacer ajustes, adaptarse a lo que conviene, hace bien.
Distorsionan
hechos, manipulan evidencias, falsean información.
No ven ni
aceptan la realidad tal cual es.
Desaprovechan
oportunidades.
Aplican
“soluciones” a “problemas” que no lo son.
No
distinguen causa de efecto.
Juzgan,
culpan y condenan a otros por sus propios errores que no ven.
Indiferentes
e insensibles al sufrimiento ajeno.
Esos fracasos de inteligencia se proyectan
en modos de pensar que se llaman:
Dogmatismo Fundamentalismo Fanatismo
Intolerancia Prejuicios Supersticiones
Infantilismo Pesimismo Negativismo
Cinismo Apatía Confusión
Adicción Desenfoque Negación
Resistencia Negar la negación Negar la resistencia
Mentalidades del ego. Podemos
conversar cada una, o las que prefieras.
Cuando el ego controla la mente, la
persona adopta una personalidad que refleja el modo de pensar del ego:
Criticón Chismoso Pedante
Trepador Sabelotodo Soberbio
Perfeccionista Autoritario Discutidor
Insultador Burlón Hipócrita
Traicionero Envidioso Vengativo
Rencoroso Violento Insensible
Indiferente Insidioso Intrigante
Personalidades del ego. Podemos
conversar las que prefieras.
Andemos atentos. Es fácil detectar y
observar estas características en los demás. Lo difícil es darse cuenta que
también están dentro de uno, quizá en modos sutiles o leves, porque lo tenemos
controlado. O reprimido. Y no somos conscientes que el ego está en todos, en
unos más y en otros menos, en unos muy intenso y en otros más oculto. Pero ahí
está en nuestra mente, esperando y acechando salir a joder a los demás. Eso se
llama proyección, tema que tratamos en otro artículo, pero lo recordamos otra
vez: yo veo afuera lo que está dentro de mí. Mis pensamientos los proyecto al
mundo. Es un fenómeno inconsciente. Por eso Jesús, ese gran maestro de la
espiritualidad, aconsejaba el mandamiento más revolucionario de todos los
tiempos: ama al prójimo como a ti mismo. Y dijo algo más radical: ama al
enemigo.
De más está decir, que han pasado dos mil
y pico de años y la humanidad aún no entiende a Jesús. Y si lo entiende, es en
palabras, un acto intelectual, abstracto, artificial, que no se vive en la
experiencia cotidiana. Es decir: entendemos las palabras, pero no sabemos
vivirlas.
Pedro Subirats Camaraza
No comments:
Post a Comment