Ser inteligente I
Todos queremos ser inteligentes y también parecerlo a los demás. A nadie
le gustaría que otros piensen es un estúpido o morón, a no ser que sea estúpido
o morón, entonces, ni se da cuenta. Duele a nuestra autoestima que piensen
somos unos pendejos. OK, pero ¿qué es ser
inteligente? Analicemos el origen o etimología de la palabra. El vocablo
inteligencia
procede de los términos latinos intus y
legere que significan “leer dentro”; intelligens es el “que entiende”; legere es saber leer algo. De la
etimología deducimos que la persona inteligente es aquella que sabe leer
adentro, pero ¿adentro de qué? Pues de sí mismo, de la vida, de su
circunstancia. Ser inteligente es quien se conoce a sí mismo, es honesto
consigo, su vida es para él o ella un libro abierto; no se engaña, no se
miente, sabe lo que piensa, siente y hace. Claro está, a veces para sobrevivir
en la vida uno se ve en la situación de disimular o decir una mentirilla
inocente, digamos, ante la pregunta ¿qué
te parece mi nuevo peinado?, de la esposa, no conviene decirle ¡te ves
espantosa, como siempre!, sino ¡bellísima, espectacular! Es una leve hipocresía
que no afecta la autoestima.
Así que la
persona inteligente sabe leer-se honestamente y está en contacto con su
realidad, con el mundo y personas que le rodean. La gente inteligente usa la información que tienen a mano; aprovechan la
experiencia propia y ajena; aplican los conocimientos que saben; y todo eso
para saber vivir resueltamente, con efectividad en lograr sus propósitos y disfrutar
la aventura de vivir, pero no vivir de cualquier manera, sino de vivir bien. Algunas características de la
persona inteligente:
Se conoce a sí
mismo, sabe qué quiere de su vida, qué propósitos dirigen su ser.
Piensa por cuenta
propia, suelta las ataduras de ideas y creencias que le esclavizan.
Es responsable de
sí mismo, asume las consecuencias de sus decisiones y actos.
Resuelve
problemas con efectividad.
Es honesto en
reconocer la realidad tal cual es, no como quiere que sea, no se engaña.
Ve las
alternativas que tiene ante sí y elige la más adecuada, correcta o conveniente.
Cambia su manera
de pensar si ve razones o evidencias para hacerlo.
Cambia su modo de
actuar si encuentra mejores formas de comportarse.
Corrige sus errores,
sin menospreciarse ni juzgarse, ni culparse, ni castigarse.
Aprovecha toda
oportunidad para aprender algo bueno y necesario.
Disfruta la vida
a pesar de altibajos y obstáculos que se le presenten en el camino.
Es bondadoso, no
hace daño a los demás, su corazón es generoso y disfruta ayudar.
Vive en paz
consigo, es alegre, es feliz, se ama y ama a los demás.
La persona inteligente usa el poder de su mente: libertad, decisión y
responsabilidad. Dada una situación que debe atender o resolver, la
inteligencia piensa las causas de la situación, visualiza las alternativas, anticipa
consecuencias, nativas, decide la más correcta, actúa con resolución, observa
los resultados de su decisión y acción, hace ajustes, aprende lecciones de la
experiencia, y sigue haciendo camino al andar, como el poeta Machado. Ser
inteligente es saber actuar correcta-mente en cada situación;
entiende y se hace cargo de la realidad, vive
con propósito dándole sentido a su vida.
Un gran desafío de la educación es inventar una pedagogía de
la inteligencia desde temprana edad. El niño tiene la capacidad de pensar,
buscar y encontrar la verdad, el bien, la unidad. La educación debería
facilitarle experiencias y condiciones para ese gran aprendizaje. Una
manera de concebir esa educación es
visualizar la inteligencia con cinco coordenadas; una geografía de la
inteligencia: largo alcance, amplitud,
profundidad, altura y unidad. Veamos brevemente.
La inteligencia de largo alcance ve más allá del corto
plazo, tiene mirada del horizonte del futuro posible, que ahora no es, pero
puede ser con esfuerzo y voluntad. La inteligencia de amplitud ve el contexto de lo que ocurre, considera varios aspectos
de la situación, sin estrechez de miras, sino con capacidad de sostener en la
mente varias ideas simultáneas y contrarias. La inteligencia de profundidad ve que todo acontecimiento
tiene una razón de ser cuando se mira con hondura, no desde la superficie; en
lo más hondo y profundo de nuestro Ser habita el Espíritu que nos une. La
inteligencia de altura ve las cosas,
los acontecimientos y las luchas diarias con actitud serena, con tranquilidad y
calma, porque está en lo alto de la montaña, por encima de esas luchas, que no
las ignora pero tampoco se deja atrapar por el trajín, la prisa, el estrés o
incluso el dolor diario; la altura da a la mente una nueva dimensión de
desprendimiento, desapego y perspectiva con la que se sabe vivir mejor. La
inteligencia de unidad ve que todo en
la vida está interrelacionado, todo está conectado con todo, la realidad es una
en su aparente diversidad, existe una unidad subterránea por debajo de los
fragmentos dispersos de la vida, en esencia cada persona es parte del todo
Humano, somos Un Mismo Ser en la Unidad de Dios.
El objetivo de la inteligencia es la felicidad, la paz
interior. Somos inteligentes en tanto y cuanto sabemos salir bien parados, con
integridad y con satisfacción, de la situación en que estamos. Por eso no
confundamos la inteligencia con los conocimientos de libros, con la erudición,
con la gente escolarizada y académica adictos a títulos o diplomas. La
inteligencia no tiene que ver con eso. Es más, con frecuencia las personas con
títulos suelen ser pedantes, arrogantes, vanidosos, se creen mejores o
superiores porque cuelgan un diploma en la pared, y sin embargo, suelen actuar
de modo bastante torpe e ineficaz. Basta evidenciar el ejemplo del mundo: es
dirigido por gente “educada” en universidades que deberían saber resolver
problemas, y hacen lo contrario, es decir, crean, agravan y complican más los
problemas. Eso se llama estupidez: fracaso de la inteligencia es la estupidez,
tema de otro ensayo.
La inteligencia es creativa. La “realidad” no está decidida
del todo, no es final ni está acabada, aguarda a ser creada de nuevo. La
inteligencia hace descubrir o inventar posibilidades de qué hacer con la
realidad que somos y podemos ser. Para el bien y la felicidad de todos. La inteligencia es la mejor aliada de vivir bien
y ser felices.
Pedro
Subirats Camaraza