Tuesday, July 26, 2016

¿Cómo sería una educación auténtica?

1. Educación sin un único lenguaje privilegiado, sino múltiples. Habitamos un mundo configurado lingüísticamente, no hay lenguaje con clave definitiva para decir lo que el mundo es. Los lenguajes son plurales y ambiguos, los seres humanos han de comprender que no hay una única verdad, un único sentido, una única realidad, sino el sentido, la verdad, la realidad, son finitos, relativos a los múltiples contextos históricos y culturales en que se manifiesta.
2. Educación sin esencias fijas. Educación sin palabra inicial ni final. Habitantes de un momento, un instante que no hemos elegido, nos sabemos contingentes, sabemos que somos, pero podríamos no ser, somos de una manera, pero podríamos ser de otra. Educación escéptica, pero no en el sentido habitual de quienes dicen no saber nada, sino de los que no saben nada absolutamente, al margen de toda relación y contexto. Educación que dice adiós a dogmas absolutos, pero no significa educación sin supuestos, sin creencias, sin ideas que sostienen, aunque provisoriamente.
3. Educación subversiva, que cuestione todo orden institucional que se cree incuestionable. Es innegable que las instituciones ponen en marcha mecanismos sociales y legales para el control del discurso y prácticas. Pues bien, una educación auténtica y pertinente cuestiona radicalmente esos mecanismos, no en función de una utopía metafísica política o antropológica. La subversión es tal porque sabemos todo orden institucional es metáfora del poder, paso seguro al autoritarismo. Las instituciones educativas tienen ordenamiento impuesto por exámenes, estándares, clasificaciones, evaluaciones, reprobaciones, patologías clínicas psicológicas/pedagógicas, la mayoría falsas.
4. Educación que no tiene pretensión de neutralidad, ni de imparcialidad, ni de objetividad. Los posicionamientos epistémicos, éticos, estéticos, políticos en educación no renuncian a universalidad especialmente en ética, pero sabemos no es posible ninguna afirmación de universalidad al margen de lo particular. De ahí que la práctica educativa es atenta a lo insustituible, lo singular, lo concreto, lo espontáneo, la creatividad del momento, kairós.
5. Educación sensible al otro, a la palabra del otro, a la presencia del otro. Y concretamente es una educación atenta y cuidadosa al dolor, el sufrimiento, la fragilidad, la contradicción, la inseguridad de educadores y educandos -roles se intercambian-. Los mejores momentos educativos son los que hacen a educadores innecesarios, más allá de la presencia confiada. En tiempos difíciles, educadores saben el cuidado, la atención, es imprescindible. La educación es compasiva. Una palabra: amorosa.
6. Educación convencida de que el sentido de la vida nunca se descubre desde un sentido pre-hecho de antemano, sino que se inventa en cada momento. En un mundo plural en que totalitarismos han de desaparecer para sobrevivir la especie humana, no podemos educar con absolutos sin respetar libertades y diferencias. El sentido no se descubre, no se quita el velo que cubre un absoluto que no se ve. El sentido se inventa, inventar es siempre reinventar, porque siempre surgen instantes, sucesos o acontecimientos que sorprenden y nos piden responder con la imaginación del presente, no del ayer ni del mañana. Acontecimientos con potencial de transformarnos. Vivir es transformar-se, y quien se transforma sabe que su devenir en el tiempo es incierto, y tiene que reinventarse. La realidad está a medio hacer, en espera de que hagamos algo con ella, la espera de esperanza, desde la cual es posible la educación.









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