Palabra
La palabra “filosofía” aparece en Grecia hace unos 2,600 años; consta de vocablos “philos”, que significa amigo, familiar, enamorado; y “sophia” que equivale a sabiduría. Así, filósofo es amigo de la sabiduría Platón explica la palabra “philos” como amante de la sabiduría, que no la posee, ni lo pretender, sino que aspira a la misma en simplicidad de vivir sabiamente. Lo pone en boca de Sócrates hablando con el joven Fedro: “Fedro, llamar sabio a alguien me parece algo grande, que sólo puede atribuirse a Dios; pero ser amante de la sabiduría o algo parecido, podría convenirle mejor y estar más a tono” (Fedro, 278d.). La filosofía no es un estado, sino un movimiento, se aleja de, y se encamina, a algo. Diferente de religión y mitos, la filosofía no busca creer sino saber; se aleja de superstición y se encamina a la razón.
Significados
Los significados de “filosofía” son diversos a lo largo de la historia:
Modos de comprender vida, mundo, al humano.
Reflexión racional de primeros principios de lo existente.
Análisis conceptual y clarificación del lenguaje, sus usos y significados.
Interpretación o hermenéutica de textos y contextos.
Pensar todas las cuestiones que ameriten investigación filosófica.
Cuestiones
Una cuestión se convierte en interés filosófico cuando se piensa desde ciertas preguntas: ¿qué es x?, ¿por qué x y no z?, ¿cómo es posible x?, ¿cómo saber la verdad o falsedad de x? y cuestionamientos similares sobre fundamentos, principios, razones de x. Tales preguntas designas el paso de la actitud mecánica de vivir, a la actitud teórica de comprender. Por lo general, estamos inmersos en actuar, hacer, manipular, las rutinas del piloto automático no cuestionadas: ¿qué es esto?, ¿por qué? Decimos “necesito espacio, tiempo”, sin preguntar ¿qué es espacio?, ¿qué es el tiempo? Experimentamos con animales, sin preguntar “¿qué significa para un animal ser animal?, o ¿con qué derecho los mato?, ¿sufren los animales?”. Utilizamos a humanos y animales para intereses personales que en nada les concierne y en mucho les perjudica. Ese vivir inconsciente e insensible, somnoliento, se perturba por preguntas filosóficas, el wake–up-call a vivir conscientemente.
El filósofo no se asombra de lo extraordinario, sino de lo habitual que generalmente ya no causa asombro. Así como uno deja de percibir un sonido cuando lo escucha de continuo, como ocurre con oleaje del mar (yo nací frente a la playa), así dejamos de prestar atención a lo habitual. Para el filósofo, lo habitual se convierte en asombro que pregunta. La filosofía no necesita, a diferencia de religión, de milagros. El filósofo contempla aquello que en razón de su omnipresencia insignificante por rutinaria, ya ni siquiera merece atención. El filósofo tiene algo que decir sobre lo que nadie dice nada. Tiene que hablar de aquello sobre lo que el mundo calla, no por no verlo, sino porque no lo “notan” por familiar. Como lo que pasa inadvertido suele ser lo obvio, eso precisamente es puesto entre paréntesis por la filosofía.
¿De qué? De todo. Filosofía tiene al todo como cuestión, la razón como medio y la sabiduría como fin. Todo se filosofa si se hacen las preguntas adecuadas. Lo real. La existencia. El conocimiento. La verdad. El lenguaje. El bien y el mal. La causalidad y la casualidad. Lo que permanece y lo que cambia. La racionalidad. La emoción. El pensamiento. El poder y la autoridad. El estado y el gobierno. La cultura. La educación. El sufrimiento. La felicidad. La paz y la guerra. El crimen y el castigo. La religión. Dios. La muerte. La justicia. La igualdad y la equidad. El derecho y la ley. La virtud y el vicio. Las ciencias. Lo necesario y lo contingente. Las técnicas y las tecnologías. El arte y la belleza. El amor. Lo trascedente… El interrogante ¿qué es?, sirve para ilustrar estos ejemplos.
a) ¿Qué es lo que existe? Es la pregunta básica de la doctrina de lo que existe, del ser, (“doctrina” en sentido del término aristotélico del conjunto ordenado de ideas sobre algo, la ciencia, la sabiduría, no en el sentido de rigidez dogmática que suele entenderse hoy). Y en vez de doctrina del ser podemos también decir de qué “es” lo real. Aristóteles y muchos otros filósofos hasta nuestros días han considerado la cuestión acerca de lo que “es” como la pregunta fundamental de la filosofía. Cuando decimos “no todo lo que parece ser, lo es realmente” sobre una persona o una cosa, estamos diferenciando lo aparente de lo real, una importante diferencia que hizo el filósofo I. Kant (1724-1804), entre lo que se nos aparece como fenómeno y lo que en realidad es en cuanto noúmeno.
b) ¿Qué es el conocimiento? Esta es la cuestión fundamental que el filósofo francés René Descartes (1596-1650) antepuso a todas las demás. Porque el problema que él se plantea, es si no será un engaño todo aquello que nosotros creemos conocer, de modo que nuestra vida sería comparable a un sueño. Pero la finalidad de esta pregunta no es la de demostrar que nuestra vida es efectivamente un sueño (como lo hace un devoto de Vishnu). Mediante un proceso de duda radical, es decir, la que afecta de raíz nuestra capacidad para conocer el mundo tal como es, Descartes quería más bien llegar a lo que es indudablemente cierto. La pregunta “¿qué es lo que conocemos?” se transforma entonces en la de “¿cómo podemos conocer algo, al saber con certeza que lo conocemos?”.
c) ¿Qué es lo que decimos? Es la cuestión básica de la filosofía del lenguaje. Esta pregunta extiende la duda cartesiana de nuestro conocimiento al símbolo primario de comunicación, el lenguaje. ¿Es el lenguaje simplemente un medio para expresar nuestras ideas? ¿O puede también servir para orientar nuestras ideas en una dirección falsa? ¿Qué relación hay entre lenguaje y realidad, lenguaje y pensamiento? ¿Podría la palabra ejercer su poderío sobre la mente al extremo de dominarla? Entonces, ¿cómo es eso, por qué? Ludwig Wittgenstein (1889-1951) es uno de los pensadores más importantes entre aquellos que han convertido el conocimiento del lenguaje en la cuestión central de la filosofía. La pregunta “¿qué es lo que decimos?” se transforma para él en la de “¿Cuál es el significado de lo que decimos, o cuál es el significado de una palabra, o tiene sentido o no esa palabra?”.
d) ¿Qué es la verdad? Esta es la pregunta básica en una de las cuestiones fundamentales en la historia del pensamiento filosófico. Pero como no entendemos lo suficiente la expresión “verdad”, la doctrina de la verdad ha de empezar por aclarar la significación del término “verdad”. Y establecer unos criterios para saber cuándo podemos tener por verdadera una cosa, y cuándo por falsa otra cosa, o la misma que antes creíamos verdadera, pero, a juzgar por los criterios o estándares de verdad, ahora nos percatamos estábamos en un error. Y como ante esta cuestión pueden darse varios criterios contrarios, la filosofía tendrá que indagar finalmente cuál es el criterio de mayor fuerza racional, de más precisión científica o de mayor coherencia lógica.
e) ¿Qué es lo bueno? Esta es la pregunta fundamental de la ética, porque la ética es la teoría filosófica de lo bueno. Y dado que también decir “bueno” no se entiende por completo, o es una palabra elástica si no se aclara, incumbe a la filosofía moral -ética- explicar ante todo el significado de la expresión “bueno”. Porque aquello que es bueno también convendría o habría que hacerlo. Así, la pregunta ¿qué es bueno?, lleva a la cuestión ¿qué debemos hacer?, y ambas referidas a ¿existe una vida buena para el ser humano?
Ciertamente, con las preguntas por el “qué” no quedan formuladas todas las interrogantes de la filosofía. Es sólo para dar una idea de la importancia que debería tener la filosofía en la formación escolar y universitaria. Si algo carece el tiempo actual es la profundidad del pensar y si en algo se excede es la banalidad de ideas.
A quienes estudian educación, por vocación y profesión (profesan saber educación), es de gran utilidad saber filosofar la educación. Recordemos que en un sentido la filosofía no es útil para nada, si se pretende entenderla como un instrumento de hacer cosas o técnica de lograr resultados. El pensar filosófico no consiste en descubrir nuevos hechos ni tampoco el desarrollo de nuevas tecnologías, ya sea para producir pan o fabricar bombas. La “utilidad” de la filosofía radica en afinar planteamientos.
Que las preguntas y problemas se planteen de modo comprensible, porque son demasiado frecuentes los planteamientos superficiales, las preguntas irrelevantes, los falsos problemas, las acciones estúpidas.
El hecho de plantear cuestiones filosóficas se debe no sólo a que vivimos en la oscuridad de la caverna, sino que somos conscientes de la oscuridad; y en ocasiones vemos la luz que penetra la oscuridad. Entonces experimentamos algo de la liberación que habla Platón en el mito de la caverna (República, libro VII, 514a-515a.).
Entonces podemos reconocernos como aquél género que pasa de la oscuridad a la luz, de la inconciencia a la conciencia, del sopor a la lucidez: ese género es el humano. Porque sin pan no se vive, pero no sólo se vive de pan, ni tampoco se muere sólo de bombas.
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