Universidad de Puerto Rico
Recinto de Río Piedras
Facultad de Educación
EDFU 4019: Fundamentos Filosóficos de la Educación
Pedro I. Subirats Camaraza
Filosofar: siete apuntes para filosofar
1. Filosofar es una actividad mental que piensa todo (objeto de filosofar), usando la razón (medio de filosofar) en la búsqueda de la sabiduría (finalidad de filosofar). Filosofar es pensar mejor para vivir mejor. Es una concepción de filosofar que te propongo considerar. Hay otras que lo contradicen. Veremos argumentos a favor y en contra. Te formarás tu propio criterio. Filosofamos con preguntas que lo cuestionen todo. Nada es ajeno a filosofar. Las preguntas clásicas en la historia de la filosofía interrogan grandes temas: el ente, lo que existe, lo real, el ser -metafísica, ontología-; la verdad, el conocimiento, lo falso -epistemología-; el bien, lo bello, la armonía -axiología, ética, estética-; la unidad de todo, lo trascendental. Estas son palabras fuertes y densas del lenguaje técnico en filosofía, pero no te asustes o aburras, que ese lenguaje especializado se conecta con asuntos concretos y prácticos del diario vivir.
2. La filosofía no es ciencia empírica como ciencias naturales que hacen experimentos, miden y cuantifican cosas. Filosofía es ciencia, pero en otro sentido: ciencia mental contemplativa. No experimenta en laboratorios con matemáticas ni protocolos de investigación que replican expertos en cualquier lugar para verificar los resultados iguales o distintos. Los filósofos han debatido por siglos los temas que piensan sin solución posible ni deseable. ¿Qué o quién es el ser humano?, tú leyendo, yo escribiendo, ¿quiénes somos, qué hacemos en el mundo?, ¿por qué nos matamos en guerras insensatas?, ¿cómo saber si lo que creo es verdad?, ¿es la verdad relativa en lo que cada cual piensa o tiene objetividad independiente de la persona?, ¿hay diferentes clases de realidades y de verdades y de conexiones entre sí, cuáles si las hay?
Es improbable que en el laboratorio de química obtengamos respuestas concluyentes.
3. Nos pasamos la vida haciendo preguntas de todo tipo para toda situación en todo tiempo que pida preguntar: ¿cómo uso Power Point?, ¿cuánto cuesta?, ¿dónde vives?, ¿te puedo llamar?, ¿tienes novio?, ¿lo quieres?, ¿cuántos gramos tomo de la medicina?, ¿eso duele?, ¿por qué el urólogo examinando mi próstata con tanto afán?, ¿me amas? Infinidad de preguntas que podemos hacer, incluyendo las de tono más filosófico: ¿es verdad?, ¿es real?, ¿existe?
4. Aristóteles le dio a su hijo Nicómano un sabio consejo. Recuerda que Aristóteles inventó una forma de pensar, la lógica. Si te enamoras de Herminia, y ella está enamorada de Jacinto, tan enamorada que le pidió su mano a la mamá de Jacinto; además, eres invisible para ella, no te mira cuando le pasas al frente; pues, parece lógico pensar tus probabilidades son mínimas o nulas. Si muere Jacinto, es lógico pensar sus probabilidades de resucitar al tercer día son nulas. Ten esperanza, pero sin lógica. Aristóteles, un tipo sumamente lógico, aconsejó a su hijo que si tiene un problema debía hacerse ocho preguntas:
¿en qué consiste el problema?, ¿tiene opciones?, ¿qué podría hacer?, ¿otros han tenido ese problema?, ¿a quién podría consultar?, ¿cómo otras personas sabias lo han resuelto? (insinúa hay personas ignorantes o idiotas, si las consulta a sabiendas, el imbécil es él), ¿cómo esas personas lo han resuelto?, ¿pudiera ser que no hay tal problema, que sea una ficción irreal?
5. En ocasiones la vida depende de qué preguntas hacemos. Lo que pregunto puede guiarme a saber de mí en lo que me es íntimo y personal, mis motivaciones, preferencias, prioridad, metas, al querer saber más de mí, quién soy, qué quiero, qué me conviene (viene bien), qué puedo y debo hacer. Las preguntas que hacemos pueden dar sentido y dirección a la vida. Lo real, el bien, la verdad, no hablan por sí mismos. Pero responden cuando interrogamos. Preguntar es hablar para hacer hablar. Lanzamos un interrogante buscando saber la verdad, la realidad, el bien, de algo, y por así decirlo, el interrogante lanzado rebota su llamada. Es un eco filosófico de preguntas y de respuestas que se continúan sin solución de continuidad.
6. Filosofía no es ciencia, y tampoco es un conocimiento más junto a otros conocimientos: es un saber subyacente a todo conocimiento, es un saber hermenéutico que interpreta los demás saberes. El filósofo Kant decía que no se puede aprender la filosofía: sólo se puede aprender a filosofar. Kant, en un texto famoso, reducía la filosofía a cuatro preguntas: ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué me está permitido esperar? ¿Qué es el ser humano? Las tres primeras “se remiten a la última”, decía el filósofo. Pero las cuatro desembocan, añado, en una quinta, la pregunta principal de la filosofía hasta el punto de definirla: “¿cómo vivir bien?”. Desde que se intenta contestar inteligentemente a esta pregunta, se hace filosofía. Y como la pregunta no se puede evitar, concluimos que sólo se elude la filosofía por necedad o torpeza. Concibo filosofar como pensar la vida y vivir el pensamiento para ser feliz. Pensar la vida es pensarla en la búsqueda del sentido de vivir bien, en paz. Es filósofo quien piensa la vida para vivirla con sabiduría. Tal es en los griegos la etimología del vocablo (philosophos: quien ama la sabiduría) y su sentido propiamente filosófico; antiguos -Sócrates, Platón, Aristóteles, Subirats…- y modernos -Montaigne, Spinoza, Kant, Schopenhauer, Nietzsche…- decían que filósofo no es alguien más erudito que los demás, ni autor de un sistema, sino alguien que intenta vivir mejor porque piensa mejor, o al menos lo intenta (“Juzgar bien para obrar bien” decía Descartes, es la filosofía misma), y por eso el filósofo es ese amante de la sabiduría.
7. Filosofar debe aprenderse temprano en la escuela para que los niños disfruten pensar sus experiencias cotidianas. Lo importante es empezar sin detenerse. Para filosofar nunca es muy pronto ni demasiado tarde, decía Epicuro, porque nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde para ser feliz. Sólo es demasiado tarde a quienes no quieren pensar, fanáticos políticos y religiosos. Razón de más para no demorarse en filosofar en las democracias en que podemos pensar con “relativa” libertad: pensar la libertad ¿qué es, existe, cómo se manifiesta?, pensar la verdad de las cosas ¿qué es, cómo lo sabemos?, pensar el lenguaje que usamos ¿cómo se relaciona las palabras con las cosas que designan?, pensar ciencias y tecnologías, pensar las religiones, pensar la política y la economía, pensar la educación propia y de nuestros hijos, la de futuras generaciones puertorriqueñas en la sociedad que quisiéramos legarles… filosofar para pensar todo lo humano en un mundo al que llegamos sin pedirnos permiso y al que saldremos irremediablemente acaso muy pronto, sin desear salir o muy tarde de tanto sufrir. Pero sin tanto dramatismo, filosofar también y sobre todo para disfrutar el juego de filosofar.
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