Sunday, August 25, 2013

Posibilidad y Necesidad de la Educación


Universidad de Puerto Rico
Recinto Río Piedras
Facultad de Educación

Fundamentos Filosóficos de la Educación (EDFU 4019)
Pedro Subirats Camaraza

Posibilidad y Necesidad de la Educación

El ser humano nace con una forma o modo de ser, como el resto de los seres vivientes, pero no nace formado. Cualquier animal nace con unas tendencias definidas y completas -conformadas- que permanecerán a lo largo de su existencia; en estado germinal, todo animal tiene ya su modo de ser propio, que irá actualizando con el tiempo. No así en el ser humano; su nacimiento sólo es la aparición de múltiples posibilidades que irán actualizándose, o no, a lo largo de su existencia. Cabe pensar en la clonación animal como reproducción de una identidad, pero no así en el ser humano, pues su código genético condiciona, pero no determina su vida: un posible clon humano de alguien nunca sería otro él o ella sino a lo sumo, un semejante.

Desde unas perspectivas antropológica y biológica, la diferencia radica en la determinación animal de las potencias frente a los objetos y el medio. El humano, en cambio, nace abierto ante lo que le rodea, no está determinado en sus potencias (capacidad, habilidad) como el animal, por eso también es el ser vivo más inerme frente al medio circundante. Tal es la plasticidad humana. El ejemplo concreto más evidente de esa plasticidad ya lo propuso Aristóteles: es la mano. Como extremidad corpórea del animal, la pezuña es apta para correr pero no para coger, y la garra es idónea para atacar, pero no para manipular; la mano podría decirse que no sirve para nada en concreto, y ahí está precisamente su potencia, en que está indeterminada y por eso sirve para muchas cosas. La mano, además de órgano corpóreo, es símbolo antropológico de la naturaleza humana. 

La existencia animal consiste en el crecimiento espontáneo de sus potencias mediante nutrición, ejercicio y la imitación de la conducta de sus congéneres. En los primeros años de la conducta humana, aparentemente se siguen las mismas pautas, pero poco a poco la existencia se revela diferente, precisamente porque surge -y con especial fuerza en la infancia- la tendencia a la creatividad, o sea, a salirse de las conductas que podría imitar, ensayando otros modos de actuar. Esta diferencia la percibe Aristóteles, al notar que debe distinguirse entre potencias racionales e irracionales, en cuanto que éstas sólo producen un mismo efecto, mientras que las racionales pueden inducir tanto un efecto como su contrario (Metafísica, IX, 2,1046 a 10). Existe, pues, una independencia de la capacidad racional respecto de su medio que la libra de estar determinada o fija. La razón, junto a otras capacidades humanas -potencias, en lenguaje aristotélico- como son la capacidad de imaginar, de anticipar, la volición (voluntad), tienen un crecimiento inmanente, esto es, en y desde ellas mismas. Ciertamente requieren del ambiente para su estímulo, pero no se originan ni dependen de lo externo. 

En un animal o en una planta, su crecimiento está predeterminado, y sólo es modificado por una influencia exterior; así por ejemplo, un árbol puede crecer torcido por el empuje de fuertes y constantes vientos, y un animal puede llegar a variar su dieta natural por la ausencia de los elementos alimenticios de su ambiente natural, al ser domado por los humanos; dejado en su ambiente propio, el animal crece naturalmente según su especie, sin necesidad de vacunarlo o de alimentarlo con porciones artificiales. En el ser humano lo natural es trascender su ambiente dado, ir más allá de las influencias recibidas; ello se debe al sentido inmanente de su crecimiento, fruto de su naturaleza racional.

Para el ser humano, por tanto, la educación es posible y necesaria. Es posible, pues la misma indeterminación y plasticidad permite se abra a diferentes posibilidades. Es necesaria, pues el humano tiene necesidad de recibir ayuda a su crecimiento para que éste sea óptimo; ayuda de otros humanos. La más temprana expresión de esta realidad radical antropológica y biológica -posibilidad y necesidad- se encuentra en Platón, bajo la forma de un mito expuesto en el Banquete para contar la concepción de Eros, el dios del Amor. En la mitología religiosa griega, donde hay dioses para cualquier realidad física o sentimientos humanos, Eros es hijo de Penia, la diosa de la escasez, y de Poros, el dios de la abundancia. De su madre recibe su indigencia congénita que busca remediarse insistentemente; y como hijo de su padre busca siempre el excederse en la retribución a su necesidad. Se ensancha así la indigencia original: el amor no se conforma en nada y siempre quiere más. La posteridad histórica ha interpretado a Eros en este mito, no sólo como representación del amor humano, sino como figura de la propia esencia humana, imperfecta originariamente, pero también tendente a una perfección inconmensurable. 

La culminación de esta doble raíz de la condición humana es la cultura y la educación. La cultura -precisamente en su variabilidad histórica, fruto del continuo hacerse y rehacerse- es posible por la indigencia humana y por la trascendencia que va más allá del límite dado. La educación, en cuanto que remedio a la indigencia y ayuda a la trascendencia, es posible y necesaria por la dimensión social de la vida humana. La naturaleza social del ser humano no es mera tendencia gregaria, sino parte esencial de su existencia, que no puede darse sin la ayuda de otros humanos. La antropología ha podido estudiar casos de los llamados niños-salvajes, criaturas abandonadas o perdidas desde su nacimiento y criadas por animales, como un cachorro más de la manada. Por su forma corporal, aunque desfigurada, parecían humanos, pero por su modo de ser, no; potencialmente lo eran, pero no habían actualizado su condición por el vacío de sociabilidad en su existencia. Ninguno pudo integrarse a una vida normal, ni en la cultura, ni las costumbres, ni en sentimientos, ni en lenguaje, ni en su potencia racional. Fueron la penosa prueba empírica de la naturaleza social humana.

En el estudio de la educación, concurren con la filosofía en este reflexionar las posibilidades y las necesidades humanas, las demás disciplinas que se ocupan de teorías y prácticas educativas, como son sociología, psicología, historia, economía, y otras.

La educación es una de esas realidades que parece ser conocida suficientemente por todo el mundo; al menos así lo parece cuando se observa la seguridad y rotundidad con que cualquiera opina de ella. Retomamos la educación en significados conceptuales e imperativos prácticos en otros ensayos. 

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