Universidad de Puerto Rico
Recinto Río Piedras
Facultad de Educación
Pedro Subirats Camaraza
Educación: significado conceptual
La educación es un hecho social que cualquiera siente que puede y debe opinar, sobre todo en las democracias en que existe la libertad de expresión como derecho constitucional. Las opiniones varían en un contínuum desde las inteligentes a las idiotas, con grados intermedios. Igual que en política y religión, son realidades que parecen ser conocidas por todo el mundo. Hay una razón que lo justifica: prácticamente todo el mundo ha recibido educación o cuando menos, ha sido sometido a unas actividades que conoció con ese nombre. Existe por tanto una experiencia más o menos común y compartida que apoya querer opinar. Sin embargo, oyendo tales opiniones, se percibe una discrepancia notable en cuanto a los matices, significados y rasgos básicos de qué es educar, para qué se educa, cómo hacerlo eficazmente. El significado conceptual de educación, a primera vista, no está claro, y sus referentes son confusos.
También ocurre con otros conceptos, a cuyo valor se asiente unánimemente, pero su sentido y alcance resulta discutido a penas se empieza a hablar con una cierta precisión: verdad, justicia, bien, libertad, igualdad, democracia, dios, amor, derechos, etc., conceptos centrales en la vida personal y social. Conviene, pues, como primera tarea para el conocimiento del quehacer educativo, hacer una reflexión sobre el término y el concepto de educación .
El término educar tiene una etimología polisémica y ambivalente, pues procede tanto de educare como de educere, términos latinos de gran riqueza significativa. Educare significa “criar, cuidar, alimentar, formar o instruir”. Educere significa “sacar, extraer, avanzar, elevar”. Tal polisemia es fecunda. Podemos pensar la educación a partir de esos significados originales en su etimología.
En primer lugar, vemos referencia a actividades materiales de alimentar y cuidar, relacionadas con la nutrición. El término griego paideia, que designa educación, significa originariamente “nutrición”, y es más que un dato histórico o lingüístico, pues perdura a lo largo del tiempo, casi hasta nuestros días: todavía a finales del siglo pasado se podía encontrar un libro con el título de La educación de las abejas que era un tratado de apicultura de la nutrición y cuidado de las abejas. La etimología de “educación” muestra unos sentidos materiales de las actividades físicas usuales en una sociedad, y también se implica un sentido de acciones inmateriales o espirituales (“espiritual” se refiere a los sentimientos, sensibilidades y cualidades humanas por encima de lo estrictamente material). De estas consideraciones, podemos indicar algunas notas conceptuales implicadas en la noción de educación:
1) la educación, más que “poner dentro” (educación bancaria en Freire) es más bien “sacar afuera”, o sea, extraer, lo cual supone que hay algo en el educando, un potencial latente cuya actualización proviene de adentro, con la ayuda de otros humanos; ese potencial es el “rollo” de capacidades naturales genéticas y cognitivas a desenrollar, es decir, “desarrollo” humano;
2) “criar”, más que “alimentar”, sugiere la existencia de un dinamismo propio del educando que debe favorecerse o promoverse; no se trata de una tarea productiva o fabril; la causa propia de tal dinamismo reside en la persona, es ajena al educador, que puede, eso sí, potenciarla, ayudarla;
3) el significado de “avanzar” supone alguna progresión, perfección; la acción de educar conlleva una mejora para quien se educa;
4) “elevar”, por otra parte, acentúa este sentido de mejora, en la dimensión simbólica de ‘altura’, esto es, de las aspiraciones y realizaciones más elevadas en la vida humana;
5) “conducir” remite a una acción inteligente de quien educa, orientada por una finalidad;
6) estos sentidos recogen el carácter de relación que tiene la acción de educar; no es nada que un sujeto -educador o educando- pueda realizar por separado o sin contar con reciprocidad en la actuación del otro; en otras palabras, no se puede educar uno mismo, ni tampoco se puede educar sin contar con la acción activa de quien se educa;
7) es una acción humana entre sujetos humanos que se realiza con delicadeza, tacto y cuidado, es decir, con sensibilidad espiritual; no es una actividad con cosas y objetos a manipular o producir;
8) educar tiene un sentido integrador y de integridad; no cabe atender separadamente el cuerpo, los sentimientos, la mente, en sus diversas potencialidades o capacidades operativas; la unión sustancial que define ontológicamente al ser humano comporta que la educación sea integral, del ser humano entero; y más aún, los conocimientos que se aprenden deben reflejar esa integralidad epistemológica en las disciplinas académicas que se estudian en los currículos educativos;
9) la educación, aunque atienda integralmente a todas las instancias operativas humanas, incide de modo primordial y directamente en la razón, el pensamiento, las facultades mentales, de tal manera que pudiendo alcanzarse gran eficacia en el ejercicio de algunas potencias, digamos en el cuerpo y sus sentidos, no cabe hablar propiamente de educación si ese desarrollo no ha supuesto una mejora en la racionalidad, en el uso inteligente de las potencias mentales que guían la vida; cuerpo robusto o atractivo por ejercicios o cirugías, con una mente mediocre o estúpida, no es la idea de educación que estamos pensando;
10) el crecimiento corporal tiene tope, de lo contrario, la materia no sería finita; pero el humano como tal es capaz de crecer sin barra material, por eso vivir es radicalmente crecer en cuanto ser pensante, racional, y la educación, en cuanto que ayuda a ese crecimiento irrestricto, dura toda la vida; dadas condiciones favorables, a pesar del cuerpo enfermo o envejecido, el humano puede cultivar su sanidad mental con lucidez, sabiduría y paz, siendo capaz de ayudar a otros;
11) la acción del educador tiene carácter de ayuda, de guiar o asistir a los dinamismos activos del educado; éstos pueden ser estimulados o modificados mediante la ayuda pedagógica en sistemas de enseñanza y aprendizaje, pero el principio y los modos de dichos dinamismos provienen del educando; el genuino agente de la educación es el mismo educando, y no el educador.
12) en la etimología original de educere y educare, según vimos, es posible hablar de la crianza y nutrición de los animales, a quienes se les cuida y cría para diversos propósitos (alimentar al humano, agricultura, guerra, jugar, entretener, zoológico, circo) que se les prepara en el ejercicio de determinadas habilidades que, de suyo, no hubieran “desarrollado” sin la acción humana, pues son ajenas a su naturaleza animal; se adiestran, pero no educan; Petunia la cotorra que dice “vete a la mierda” es proficiente en la mímica fonética, pero no decimos es “mal educada”.
Ya en la filosofía griega, los términos paideia y educare empiezan a significar la acción propiamente humana, espiritual. Se ve con claridad en Aristóteles, cuando plantea si la paideia debe ocuparse más de la inteligencia y del carácter del alma, es decir, si al educar debe atenderse más al entendimiento en la formación de una conducta racional (Aristóteles, Política, IV, 15, 1337 b 37-40). En nuestros días continúa vigente la pregunta de Aristóteles y la dificultad que le mueve a plantear entonces, y nosotros, hoy: educar ¿para qué?
Cuando las escuelas y las universidades se preocupan de adiestrar para ocupar puestos de empleo laboral y certificar en profesiones, es cuando el planteamiento aristotélico cobra actualidad: ¿qué es primordial en educación?
Graduandos de escuelas y universidades que carezcan de virtudes intelectuales y morales -areté- como seres racionales, libres y responsables del bien común, parece un desmérito educativo.
Estas consideraciones sobre el término “educación” brindan valiosas notas conceptuales. No obstante, el análisis etimológico es una aproximación lingüística, cuyos resultados deben ser corroborados por la experiencia y la reflexión intelectual. Pero al menos ofrecer una conclusión que es confirmada por el estudio de los fundamentos educativos (historia, sociología, psicología, política, economía, antropología, filosofía): la pluralidad de significados muestra la complejidad que deberá afrontarse, tanto en la práctica como en la teoría educativa.
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