Todo pasa. Acepta esa verdad. Siempre es preciso saber cuándo se acaba
una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo
necesario, pierdes la serenidad del ahora y la fuerza de renovarte. Acabar
etapas, cerrar círculos, cerrar puertas, terminar capítulos, pasar la página,
poner punto final, hay muchas maneras de decirlo: lo importante es cerrar el
pasado, acabar ese resentimiento, sanar esa culpa, que estorba tu paz. Deja ir
esos momentos que se te van clausurando, que pasaron, se fueron, quedaron
atrás, no son parte de tu presente, no son tu realidad actual, no son tu verdad,
no existen ahora.
¿Terminó tu trabajo? ¿Se acabó la relación? ¿Ya no vives más en esa
casa? ¿Debes irte a otro lugar? ¿La amistad se acabó? ¿Tu marido no te ama? ¿Tu
esposa se fue con otro? ¿Te traicionó quien menos imaginabas? ¿Creíste te amaba
y al final sólo eras “una más”? ¿Te sorprende, acaso no lo intuías? ¿Llegó la
muerte al ser amado? ¿Crees injusto e inmerecido lo que te pasó? ¿Por qué te
entregas con tanta sinceridad, para terminar con tanta mentira? Si sigues con esos
resentimientos, remordimientos, rencores, frustraciones, malgastas tu precioso
presente rumiando innumerables porqués, repitiendo la escena de lamentar lo que
pudiste hacer pero no hiciste, lo que pudo ocurrir y no ocurrió. Deja el melodrama
trágico, suelta esa narración en tu memoria. Ese desgaste de energía no termina
si sigues echando leña a la hoguera de recuerdos. Apágala ya. Recuerda que estamos
abocados a cerrar capítulos, a terminar etapas, a clausurar momentos, a pasar
la página, a dar por terminado, a poner punto final. Todo pasa. Acepta esa
verdad. Con serenidad. Vive tu presente. En paz.
No puedes vivir el presente resintiendo del pasado, maldiciendo lo que
ocurrió, ni preguntándote por qué Dios mío, por qué a mí, por qué si yo fui
sincera, si di lo mejor de mí, por qué sufrir. A lo sucedido, dale punto final.
Suelta esa página, pásala. Baja el telón. Hay que soltar. Despréndete. Esa escena
de tu drama ya se acabó. Telón bajado. No podemos permanecer como niños eternos,
ni adultos infantiles, ni empleados de empresa inexistente, ni aferrarnos si él
o ella no quiere estar vinculado, ni vivir de apariencias irreales, de
máscaras. Las cosas pasan, déjalas pasar. Suelta. Por eso a veces es tan
importante destruir recuerdos físicos, cambiar de casa, irnos del lugar, quemar
papeles, eliminar fotos, borrar textos, regalar ropas y prendas, no ver a esa
persona, tomar distancia, ir de vacaciones, cambiar peinado, relajar nervios,
andar descalzos en la tierra, hacer ritos simbólicos de echar apegos y
recuerdos a la mar, y más cambios externos que simbolizan procesos internos de
liberación. Suelta, despréndete, usa tu libertad de decidir, tu voluntad de
actuar, tu coraje de revivir y recrearte. En la vida no juegues con las cartas
marcadas, tienes que aceptar lo imprevisible, lo que no controlas, y es mucho
lo que no puedes controlar, aunque quieras. Hay que dejar ir, pasar la página, empezar
de nuevo. El pasado pasó. Suéltalo. Déjalo ir. Sólo vives el presente, ahora, sin
pasado de resentimientos ni presentes de culpa ni futuros de miedos. Ahora
estás en paz. Ahora no pasa nada. Tu serenidad es un presente libre.
No esperes que te devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes
que alguna vez se den cuenta de quién eres en verdad. No vivas con expectativas
queriendo controlar a los demás para que se molden a lo que tú crees deben ser.
Deja la obsesión de cambiar y controlar a los demás.
Suelta esa amargura, sana esa memoria, deja ir ese recuerdo obsesivo, apaga
ese programa mental que repite constantemente las mismas escenas y los mismos
recuerdos, que ya no existen, dejaron de ser, ya pasaron, no existen ahora. Lo
único que consigues es envenenar tu vida de recuerdos inexistentes, de lágrimas
inútiles, de depresiones innecesarias, de tristezas sinsentido.
Camina hacia delante. ¿Qué ganas con caminar mirando atrás con el
espejo retrovisor? Proyéctate a la persona que puedes ser, que quieres ser, que
ansías ser, que debes ser. Que en verdad eres. Si andas por la vida dejando
"puertas abiertas", por si acaso, fantaseando a que el pasado vuelva
de manera diferente, no podrás desprenderte de ese pasado que te aprisiona. Noviazgos
acabados, amistades frustradas, matrimonios terminados, relaciones que no
clausuran, posibilidades de "regresar" (¿a qué?), necesidad de
aclaraciones, palabras que no se dijeron, expectativas que empeoraron la
situación. Enfrentarte ¿a qué? Luchar ¿para qué? Vuela libre. Salta por encima
de esas luchas y enfrentamientos que no sirven de nada a tu vida. Cierra el capítulo,
pasa la página, termina ese drama, acaba esa escena, baja el telón. Comienza de
nuevo. El futuro lo creas ahora. Empiezas con tu página en blanco. ¿Para qué
dañarla con los borrones de ayer?
Dite a ti misma que no, definitivamente no, no vuelves al pasado, a esa persona, a esa situación, a ese recuerdo, a ese lugar, a esa tristeza, a ese dolor, a ese llanto inútil. Pero no por orgullo ni soberbia, sino porque tu ya no encajas allí, en ese lugar, en esa persona, en esa habitación, en esa casa, en ese trabajo, en ese pasado. Tú no eres la misma que se fue, hace dos días, tres meses, hace años, por tanto, no hay nada a que volver. Cierra la puerta, pasa la hoja, cierra el círculo. Ni tu serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida todo fluye, nada es estático, todo pasa. Vives fluyendo por encima de las cosas. Te amas, te cuidas y te quieres. Si te amas sabrás desprenderte de lo que ya no es tu vida, y acaso ni siquiera fue. Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, ni un objeto, ni un recuerdo, absolutamente nada es vital para vivir porque cuando viniste al mundo llegaste desnuda sin ese adhesivo. Sólo te acostumbraste a vivir pegado a él o ella o de cualquier apego innecesario. Ahora disponte a aprender a vivir sin él o ella, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir.
Puedes aprender a hacerlo, haciéndolo. Aprendes a soltar soltando, a
dejar dejando, a cerrar cerrando, a terminar terminando, a liberar liberándote.
Lo puedes lograr, lo vas a lograr, lo logras por el poder espiritual de tu
mente libre que decide. Sólo es costumbre, apego, adhesión, manía, neurosis. Pero
en verdad no necesitas para nada eso que crees te esclaviza, son cadenas
ilusorias. Así que decide ahora mismo, no luego ni mañana, sino ahora en este
instante, actúa para cerrar, clausurar, limpiar, abandonar, retirar, tirar,
botar, desprender, soltar esa carga que te pesa, no te deja avanzar hacia
delante, te impide ver opciones. Escoge
tu palabra preferida que te atraiga: cerrar, soltar, liberar, clausurar,
terminar, acabar, sanar, cualquiera te ayudará definitivamente a caminar hacia
delante, en paz. Confía en tu poder de tomar decisiones, en tu libertad de
actuar, en tu inteligencia para saber lo que más te conviene. Confía en Dios o
el Ser que desees imaginar. Ten fe. Basta muy poca, sólo un granito. Confía en
tu corazón, tu intuición, tu corazonada, la voz de sabiduría que aprendió a
escuchar el Principito.
Un valle de lágrimas, dicen es el mundo. Vivir duele, a veces. Pero no seas
melodramática. Si tienes la fortuna de comer dos veces hoy, dormir bajo un
techo, tener ropa que ponerte, eres privilegiado del mundo. Deja esa amargura
que detiene tu vida, suelta esa depresión que te entristece. Recupera la
alegría de hacer el bien a los demás, la satisfacción de hacer algo bueno por
el mundo, la ilusión de ayudar a otra persona que sufre. Mucha gente sufre de
soledad, viven en abandono. Ora por ellos. Si puedes, ayuda a aliviar el
sufrimiento. La generosidad es un poder sanador. Amar es la auténtica
felicidad. Ama tu vida, si no te amas ¿cómo vas a ser feliz? Y si no tienes
alegría en tu alma ¿cómo harás feliz a otros?
Ahora empieza la nueva página de tu vida, está en blanco, a recrear de
nuevo. Date permiso a ser feliz, en paz contigo. Todo pasa. Ya ves, esta
lectura ya pasó, hace un rato empezaste a leer. Todo se acaba. Todo está bien. Todo
tiene un propósito: cada situación es una oportunidad de aprender. Y seguir
adelante. Con una sonrisa.
No comments:
Post a Comment