Saturday, January 14, 2017

Apuntes sobre una educación auténtica


Educación sin un único lenguaje privilegiado, sin una voz en monólogo que colonice a las demás voces. Habitamos un mundo configurado lingüísticamente, no hay lenguaje con clave definitiva para decir lo que el mundo es y debería ser. Somos múltiples voces. Los lenguajes son plurales y ambiguos, los seres humanos han de comprender que no hay una única verdad, un único sentido, única realidad, sino el sentido, la verdad, la realidad, son finitos, relativos a los múltiples contextos históricos en que se manifiesta.

Educación sin esencias fijas. Educación sin palabra inicial ni final. Habitantes de un momento, un instante que no hemos necesariamente elegido, nos sabemos contingentes, sabemos que somos, pero podríamos no ser, somos de tal manera, pero podríamos ser de otra, en la libertad de decidir. Es que habitamos un mundo incierto, impredecible, inconstante, heraclitiano, cambiante.

Educación escéptica, pero no en sentido habitual de quienes dicen no saber nada, sino de los que no saben nada absolutamente, al margen de la relación y el contexto. Educación que dice adiós a dogmas absolutos, doctrinas petrificadas, ideologías expiradas, pero no significa educación sin supuestos, sin valores, sin un modo de qué y cómo pensar; siempre nos sostienen y guían creencias, ideas, alguna fe, aunque provisoriamente a pasar el crisol de la experiencia reflexiva que decida cómo y por qué vivir.

Educación subversiva que cuestiona todo orden institucional creído incuestionable. Es innegable que las instituciones ponen en marcha mecanismos sociales, psicológicos, legales y morales para el control del discurso y regimentación de prácticas. Una educación auténtica cuestiona radicalmente esos mecanismos, no en función de una utopía metafísica política o antropológica. La subversión es tal porque sabemos todo orden institucional es el primer paso del poder que tiende al autoritarismo. Las instituciones sociales que pretenden educar tienen fuertes ordenamientos anti-educativos, en las maneras de estandarizar al sujeto mediante exámenes arbitrarios que clasifican tipologías falsas e inhumanas, surgidas de siglos pasados en modelos clínicos de patologías psicológicas/pedagógicas.

Educación sin pretensión de neutralidad, imparcialidad, objetividad. Posicionamientos epistémicos, éticos, estéticos, políticos en educación no renuncian a una aspiración del bien común universal, especialmente en ética, pero sabemos no es posible ninguna afirmación de universalidad al margen de lo particular. De ahí que la práctica educativa atiende lo insustituible, lo singular, lo concreto, lo espontáneo, la creatividad del instante, del sujeto en busca de autenticidad, un sujeto cuya educación es por necesidad idiosincrática.

Educación sensible al otro, la palabra del otro, su presencia. Educación atenta y cuidadosa al dolor, al sufrimiento, a nuestra fragilidad, somos vulnerables, nos necesitamos en compasión y cuidado.

Educación sin centros de comando externos, lejos de la práctica educativa para asegurar su poderío de mando, puesto jerárquico, inmunidad. La educación no es acción bélica, educadores-educandos no se sitúan en pelea en línea de batalla, no son soldados de fila que requieren generales dirigiendo las operaciones en larga distancia, porque asumen saben más o son mejores u otro privilegio.

Educación en que quienes enseñan aprenden y quienes aprenden enseñan. Roles educador-educando se intercambian. Los mejores momentos hacen a educadores innecesarios.

Educación en rostros presentes que se miran y conversan en un clima de calidez emocional. Le emocionalidad es central en la educación, en otras palabras, el sentimiento de estar con otros, junto a otros, en experiencia de común-unidad en las diferencias y semejanzas. Educación como experiencia presencial, a darse permiso libre para dar la mano, saludar, dar abrazo, sentir que nos acogemos en un tiempo y un espacio de aprender a ser humanos. Dudamos que esa educación pueda acontecer en líneas tecnológicas, sobre todo durante la infancia, niñez, adolescencia, que se necesita el calor de la comunidad presente sin la que no hay auténtico sentimiento sustentando aprender a ser humanos. No se malinterprete esto como reacción retrógrada a las innovaciones en ciencia y tecnología. Eso es estúpido. Las tecnologías de diversa índole son útiles en la didáctica de la enseñanza, dependiendo del conocimiento y la habilidad que se desee enseñar. Por supuesto que eso no se objeta. Pero las tecnologías son medios de transmisión de data, no fines de educación. Data transmitida en líneas no constituye en sí conocimiento. Es el sujeto quien interiormente -pensamiento, volición, sentimiento- experimenta el proceso interior de conocer, en el contexto de su vida, necesidades e intereses. Nada de eso es transmisible tecnológicamente, al menos en este tiempo sin humanoides-cyborgs.         

Educación convencida de que el sentido de la vida nunca se descubre desde un sentido pre-hecho de antemano, sino que se inventa en cada momento. En un mundo plural en que totalitarismos han de desaparecer para sobrevivir la especie humana, no podemos educar con absolutos sin respetar libertades y diferencias. El sentido no se des-cubre, no se quita el velo que cubre un absoluto que no se ve por oculto, disimulado o disfrazado. El sentido se inventa o reinventa, porque siempre surgen instantes, sucesos o acontecimientos que sorprenden y nos piden responder con la imaginación del presente, no del ayer ni del mañana.

Educación no es formación. Es transformación, o mejor, metamorfosis. La formación busca formar, y formar presupone forma previa a la que se ha de moldear, troquelar al sujeto inerte, in-formado, sin sustancia propia. Toda formación depende de un arquetipo ideal, es decir, la forma, a la que se ha de encajar, encajonar, ensamblar al sujeto humano. Ahí se establecen estándares en acreditación para examinar a todos por igual, en la misma línea de manufactura industrial de fábricas de la Revolución Industrial; insumo materia prima (humano), procesa en ingeniería del sistema (currículo), se obtiene producto final (perfiles del “educado”), que representan mercancía a circular en mercados de oferta y demanda; acreditan grados por créditos/hora, asignaturas que se fragmentan como piezas separadas del conocimiento; devienen en diplomas, títulos, etcétera. Eso es sólo instrucción para aprendizajes en conocimientos, destrezas, habilidades, comportamientos, es importante. Pero no es educación. 

Educación en transformarse, quien se transforma sabe es incierto su devenir en el tiempo, ha de crear. La realidad está a medio hacer, en espera de que hagamos algo con ella. Educación auténtica en la praxis, la metamorfosis, la metanoia, el despertar, la liberación, la salvación, hay mil maneras de decirlo en el lenguaje preferido, educere, salir de la caverna, soltar las cadenas, voltear la mirada al sol, volver en si en la consciencia del hijo pródigo, la luz del ser que ama y es amado.

Por ahí nos parecen los caminos de la educación auténtica.                            








Thursday, January 12, 2017

Acabando etapas de nuestra vida


Todo pasa. Acepta esa verdad. Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierdes la serenidad del ahora y la fuerza de renovarte. Acabar etapas, cerrar círculos, cerrar puertas, terminar capítulos, pasar la página, poner punto final, hay muchas maneras de decirlo: lo importante es cerrar el pasado, acabar ese resentimiento, sanar esa culpa, que estorba tu paz. Deja ir esos momentos que se te van clausurando, que pasaron, se fueron, quedaron atrás, no son parte de tu presente, no son tu realidad actual, no son tu verdad, no existen ahora.

¿Terminó tu trabajo? ¿Se acabó la relación? ¿Ya no vives más en esa casa? ¿Debes irte a otro lugar? ¿La amistad se acabó? ¿Tu marido no te ama? ¿Tu esposa se fue con otro? ¿Te traicionó quien menos imaginabas? ¿Creíste te amaba y al final sólo eras “una más”? ¿Te sorprende, acaso no lo intuías? ¿Llegó la muerte al ser amado? ¿Crees injusto e inmerecido lo que te pasó? ¿Por qué te entregas con tanta sinceridad, para terminar con tanta mentira? Si sigues con esos resentimientos, remordimientos, rencores, frustraciones, malgastas tu precioso presente rumiando innumerables porqués, repitiendo la escena de lamentar lo que pudiste hacer pero no hiciste, lo que pudo ocurrir y no ocurrió. Deja el melodrama trágico, suelta esa narración en tu memoria. Ese desgaste de energía no termina si sigues echando leña a la hoguera de recuerdos. Apágala ya. Recuerda que estamos abocados a cerrar capítulos, a terminar etapas, a clausurar momentos, a pasar la página, a dar por terminado, a poner punto final. Todo pasa. Acepta esa verdad. Con serenidad. Vive tu presente. En paz. 

No puedes vivir el presente resintiendo del pasado, maldiciendo lo que ocurrió, ni preguntándote por qué Dios mío, por qué a mí, por qué si yo fui sincera, si di lo mejor de mí, por qué sufrir. A lo sucedido, dale punto final. Suelta esa página, pásala. Baja el telón. Hay que soltar. Despréndete. Esa escena de tu drama ya se acabó. Telón bajado. No podemos permanecer como niños eternos, ni adultos infantiles, ni empleados de empresa inexistente, ni aferrarnos si él o ella no quiere estar vinculado, ni vivir de apariencias irreales, de máscaras. Las cosas pasan, déjalas pasar. Suelta. Por eso a veces es tan importante destruir recuerdos físicos, cambiar de casa, irnos del lugar, quemar papeles, eliminar fotos, borrar textos, regalar ropas y prendas, no ver a esa persona, tomar distancia, ir de vacaciones, cambiar peinado, relajar nervios, andar descalzos en la tierra, hacer ritos simbólicos de echar apegos y recuerdos a la mar, y más cambios externos que simbolizan procesos internos de liberación. Suelta, despréndete, usa tu libertad de decidir, tu voluntad de actuar, tu coraje de revivir y recrearte. En la vida no juegues con las cartas marcadas, tienes que aceptar lo imprevisible, lo que no controlas, y es mucho lo que no puedes controlar, aunque quieras. Hay que dejar ir, pasar la página, empezar de nuevo. El pasado pasó. Suéltalo. Déjalo ir. Sólo vives el presente, ahora, sin pasado de resentimientos ni presentes de culpa ni futuros de miedos. Ahora estás en paz. Ahora no pasa nada. Tu serenidad es un presente libre.

No esperes que te devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres en verdad. No vivas con expectativas queriendo controlar a los demás para que se molden a lo que tú crees deben ser. Deja la obsesión de cambiar y controlar a los demás.

Suelta esa amargura, sana esa memoria, deja ir ese recuerdo obsesivo, apaga ese programa mental que repite constantemente las mismas escenas y los mismos recuerdos, que ya no existen, dejaron de ser, ya pasaron, no existen ahora. Lo único que consigues es envenenar tu vida de recuerdos inexistentes, de lágrimas inútiles, de depresiones innecesarias, de tristezas sinsentido.   

Camina hacia delante. ¿Qué ganas con caminar mirando atrás con el espejo retrovisor? Proyéctate a la persona que puedes ser, que quieres ser, que ansías ser, que debes ser. Que en verdad eres. Si andas por la vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, fantaseando a que el pasado vuelva de manera diferente, no podrás desprenderte de ese pasado que te aprisiona. Noviazgos acabados, amistades frustradas, matrimonios terminados, relaciones que no clausuran, posibilidades de "regresar" (¿a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, expectativas que empeoraron la situación. Enfrentarte ¿a qué? Luchar ¿para qué? Vuela libre. Salta por encima de esas luchas y enfrentamientos que no sirven de nada a tu vida. Cierra el capítulo, pasa la página, termina ese drama, acaba esa escena, baja el telón. Comienza de nuevo. El futuro lo creas ahora. Empiezas con tu página en blanco. ¿Para qué dañarla con los borrones de ayer?

Dite a ti misma que no, definitivamente no, no vuelves al pasado, a esa persona, a esa situación, a ese recuerdo, a ese lugar, a esa tristeza, a ese dolor, a ese llanto inútil. Pero no por orgullo ni soberbia, sino porque tu ya no encajas allí, en ese lugar, en esa persona, en esa habitación, en esa casa, en ese trabajo, en ese pasado. Tú no eres la misma que se fue, hace dos días, tres meses, hace años, por tanto, no hay nada a que volver. Cierra la puerta, pasa la hoja, cierra el círculo. Ni tu serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida todo fluye, nada es estático, todo pasa. Vives fluyendo por encima de las cosas. Te amas, te cuidas y te quieres. Si te amas sabrás desprenderte de lo que ya no es tu vida, y acaso ni siquiera fue. Recuerda que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, ni un objeto, ni un recuerdo, absolutamente nada es vital para vivir porque cuando viniste al mundo llegaste desnuda sin ese adhesivo. Sólo te acostumbraste a vivir pegado a él o ella o de cualquier apego innecesario. Ahora disponte a aprender a vivir sin él o ella, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir. 

Puedes aprender a hacerlo, haciéndolo. Aprendes a soltar soltando, a dejar dejando, a cerrar cerrando, a terminar terminando, a liberar liberándote. Lo puedes lograr, lo vas a lograr, lo logras por el poder espiritual de tu mente libre que decide. Sólo es costumbre, apego, adhesión, manía, neurosis. Pero en verdad no necesitas para nada eso que crees te esclaviza, son cadenas ilusorias. Así que decide ahora mismo, no luego ni mañana, sino ahora en este instante, actúa para cerrar, clausurar, limpiar, abandonar, retirar, tirar, botar, desprender, soltar esa carga que te pesa, no te deja avanzar hacia delante, te impide ver opciones.  Escoge tu palabra preferida que te atraiga: cerrar, soltar, liberar, clausurar, terminar, acabar, sanar, cualquiera te ayudará definitivamente a caminar hacia delante, en paz. Confía en tu poder de tomar decisiones, en tu libertad de actuar, en tu inteligencia para saber lo que más te conviene. Confía en Dios o el Ser que desees imaginar. Ten fe. Basta muy poca, sólo un granito. Confía en tu corazón, tu intuición, tu corazonada, la voz de sabiduría que aprendió a escuchar el Principito.   

Un valle de lágrimas, dicen es el mundo. Vivir duele, a veces. Pero no seas melodramática. Si tienes la fortuna de comer dos veces hoy, dormir bajo un techo, tener ropa que ponerte, eres privilegiado del mundo. Deja esa amargura que detiene tu vida, suelta esa depresión que te entristece. Recupera la alegría de hacer el bien a los demás, la satisfacción de hacer algo bueno por el mundo, la ilusión de ayudar a otra persona que sufre. Mucha gente sufre de soledad, viven en abandono. Ora por ellos. Si puedes, ayuda a aliviar el sufrimiento. La generosidad es un poder sanador. Amar es la auténtica felicidad. Ama tu vida, si no te amas ¿cómo vas a ser feliz? Y si no tienes alegría en tu alma ¿cómo harás feliz a otros?

Ahora empieza la nueva página de tu vida, está en blanco, a recrear de nuevo. Date permiso a ser feliz, en paz contigo. Todo pasa. Ya ves, esta lectura ya pasó, hace un rato empezaste a leer. Todo se acaba. Todo está bien. Todo tiene un propósito: cada situación es una oportunidad de aprender. Y seguir adelante. Con una sonrisa.



Inteligencia Bondadosa


En general, la mayoría de nosotros quisiéramos ser inteligentes y además parecerlo a los demás. Es patético otros piensen soy tonto, pero si lo soy sin darme cuenta ¡qué tontería! ¿Inteligente? Lo aclara la etimología. El vocablo inteligencia procede de los vocablos latinos intus y legere que significan “leer adentro”; intelligens, el “que entiende”; legere, saber leer.

La inteligencia es la más grande alfabetización en saber leer y escribir. Es leerse por dentro. ¿Dentro de qué? De la propia vida, de los demás, del entorno. Cada persona es su propio texto, libro abierto para sí, a escribir, a borrar, a editar, a reescribir de nuevo. ¿Para qué? Para entenderse, entender la vida, para leer los acontecimientos que vive con serenidad emocional, lucidez mental, aplomo de carácter, equilibrio en sopesar decisiones y acciones. En otras palabras, para vivir con sabiduría. Pero la inteligencia sola no basta. Necesita algo más, enseguida lo vemos.

La persona inteligente posee estas características, entre otras:

Saber observar sus pensamientos, sentimientos y acciones
Cultiva sus buenas cualidades
Reconoce y corrige sus defectos lo mejor posible
Vive con un propósito, da sentido a su vida a pesar de los sinsentidos de vivir
Suelta el pasado, deja atrás anclas que detienen y ataduras que esclavizan
Es responsable de sí, no culpa a los demás ni a la circunstancia
Ve qué opciones tiene, elige la más adecuada, que hace bien -o menos daño-
Anticipa consecuencias de decisiones con olfato precavido, ve banderillas rojas
Observa los resultados de sus acciones, hace ajustes y adaptaciones oportunas 
Aprovecha toda situación para aprender alguna lección, la que convenía aprender
Cambia su manera de pensar y actuar si ve razones, motivos, evidencias para hacerlo
Sabe adoptar la actitud de espectador impersonal en los dramas de la vida
Disfruta la aventura de vivir

La persona inteligente navega con dos brújulas: sentido común y sentido de humor. Este mundo es un mar tormentoso, caótico, impredecible, a veces nos hundimos o naufragamos; eso no importa a quien vive con sabiduría de sentido común y humor; se nada por la vida sin dramatismos, sin quejas, sin lamentos, muchas cosas están fuera de nuestro control, ¿por qué culparse? Hay que flotar, fluir, nadar, sin miedos. Cuando las cosas se ponen peor, la inteligencia sonríe.

La persona inteligente conoce y usa su poder mental: libertad, decisión y responsabilidad. La inteligencia imagina nuevas posibilidades, la realidad no es final ni acabada, está en espera de hacer algo nuevo o mejor, para crear realidad de lo que no existe, pero está en potencia esperando ser creada por la inteligencia. Somos libres de tomar decisiones en las que nos hacemos responsables.

La inteligencia es visión mental en cinco coordenadas: largo alcance, amplitud, profundidad, altura, unidad. Largo alcance, ver más allá del corto plazo, con mirada del horizonte posible. Amplitud, ver con mirada ensanchada, sin estrechez, se abre un amplio perímetro para ver múltiples perspectivas. Profundidad, ver con hondura, debajo de las superficies, buceando el fondo. Altura, ver con serenidad todo acontecimiento desde la cima, la montaña mental desde la cual vemos con desprendimiento, desapego, distancia, perspectiva. Unidad, ver que todo está conectado, cada parte existe en el todo, la vida es una interrelación.

¿Para qué ser inteligentes? Para tres fines: personal, público y comunitario. El fin personal es ser feliz. El fin público es el bien común. El fin comunitario la hermandad, la amistad.

Dijimos que la inteligencia sola no basta, es insuficiente para la felicidad, el bien y el amor. Necesita la bondad del corazón. Sin bondad, la persona inteligente puede ser peligrosa, viciosa, vil, manipuladora, embustera, hipócrita, deshonesta, corrupta, malévola.

Corazón bondadoso con inteligencia responsable es la alta cima de la evolución humana. La bondad corona la inteligencia.

Inteligencia sin bondad es fracaso de la inteligencia. Se llama estupidez, la perversión y la corrupción de la inteligencia. Las personas estúpidas:

Emprenden metas disparatadas y equivocadas que perjudican a otros y a sí mismos
Empecinan tercamente en aplicar medios ineficaces, improductivos, inútiles
Repiten tercamente hábitos que demuestran ser contrarios a su bienestar
Aferran a ideas, creencias y prejuicios falsos a pesar de razones y evidencias en contra
Niegan que andan equivocados, no aceptan sus errores, se resisten a mejorar
Distorsionan hechos, manipulan evidencias, falsean información
Desaprovechan oportunidades para mejorar que tienen ante las narices
Juzgan, culpan y condenan a otros, por sus propios errores proyectados afuera
Indiferentes e insensibles al sufrimiento ajeno
Provocan males e injusticias a los demás quizá con “buenas intenciones”
Se esclavizan por venganza, rencores, resentimientos, en ocasiones odio y violencia 
Dogmáticos y fundamentalistas creyendo poseen la única e inalterable verdad 
Fanáticos queriendo imponer sus creencias a los demás como mesías 
Soberbios, vanidosos y pedantes creyéndose superiores a los demás 
Hipócritas, embusteros, intrigantes, chismosos, mentirosos y manipuladores
Adictos al poder y seducidos por la adulación

Atentos al virus de la estupidez, se reproduce, se oculta, se reprime, se proyecta al mundo. El ego hace triple negación: niega que lo oculta; niega que lo reprime; y niega que lo niega. Freud y Jung, genios de psicoterapia, dicen lo mismo: veo afuera lo que proyecta mi mente. El pensamiento proyecta, entonces percibe afuera lo que proyecta del pensamiento. Pensar. Proyectar. Percibir. Hago a los demás lo que hago conmigo.  ¿Antídoto?

La mente inteligente guiada por el corazón bondadoso. Y sonreír.




Inteligencia flexible


Una característica notable de la inteligencia es ser flexible. La mente flexible es un estilo de vivir, una habilidad de guiar el rumbo y el destino de nuestras vidas, ver si es adecuado, y si no nos conviene ni beneficia, rectificar y cambiar viendo otra mejor opción. Flexibilidad de fluir en el Tao (hace bien meditar esa formidable lectura del Tao Te King).  

A veces las circunstancias en que estamos son estresadas por las clásicas cuatro P’s:
Prisa. Presión. Problemas. Preocupaciones.

Esas tensiones dificultan pensar, entorpecen la visión clara y correcta de las situaciones. La mayor parte de las circunstancias no están bajo nuestro control. Otras sí lo están. Hay que saber discernir.

El poder que tenemos en toda circunstancia es la mente flexible con amplio perímetro de perspectivas y posibilidades. Mente flexible, abierta, adaptativa, con más capacidad de ver situación, imaginar opciones, tomar decisiones, actuar con inteligencia (sin estupidez) y navegar por la vida fluyendo serenamente, a pesar de las jodiendas del medio ambiente.  

Al contrario, la mente rígida, inflexible, típica del estúpido y mediocre, es propensa a sufrir todo tipo de trastornos psíquicos, y peor, afectará mal a los demás y al entorno. En palabras más claras, la persona jodida consigo sale al mundo a joder a otros. Es una ley invariable de la estupidez colectiva en la historia de la humanidad.

¿Quién no ha sufrido los embates de la estupidez recalcitrante de quienes por su rigidez mental se nos quieren imponer con sus ideas estúpidas? ¿O que no cambian puntos de vista demostrados inútiles, falsos, obsoletos, peligrosos? ¿O que cometen errores habituales con olímpica torpeza?

Dogmáticos, fanáticos, fundamentalista, proyectando sus tonterías, en especial si se trata de moral, sexualidad, política, religión, esas áreas de la vida en que se invierten creencias fuertes, cargadas de emoción incontrolable por la inteligencia.   

Por fortuna la mente flexible fortalece sentimientos de sana autoestima, facilita mejores relaciones interpersonales, nos acerca a una vida tranquila, serena, en paz, feliz.

La persona de mente flexible no teme la incertidumbre de lo desconocido, o lo nuevo, o lo diferente. Una existencia sin riesgos, anclada en las rutinas y en lo predecible, empobrece la aventura de vivir, es un existir marchitado en sus posibilidades de evolución.

Insisto: mentes cerradas son un problema para sí mismas, un agobio a los demás y una tragedia para sociedades que viven. Impiden el progreso histórico, retardan la evolución de la consciencia humana, dificultan cambios necesarios -aunque dolorosos en ocasiones- para poder mejorar.

Mentes inflexibles, cerradas, dogmáticas, son un infierno al mundo.
Las mentes flexibles muestran, entre otras, estas características:

No temen discrepancias, pueden conversar temas difíciles con serenidad
Son capaces de dudar y cuestionar sus propias ideas y creencias
Con naturalidad y sentido de humor aceptan las críticas y evitan caer en justificaciones
Con apertura y sentido de humor cambian puntos de vista cuando la situación lo amerita
No necesitan solemnidades ni formalismos acartonados para ponderar o exponer sus ideas
No se inclinan ante las normas tradicionales si la ven absurdas, ridículas, obsoletas
Son inconformistas por naturaleza
Son transgresoras de la tradición cuando ésta ya impide el avance
Se oponen a toda forma de prejuicios, injusticias, discriminaciones, violación a la dignidad
Tienden a dar perspectivas amplias, esperanzadoras y optimistas
No son superficiales ni simplistas en sus análisis, apreciaciones, juicios sobre las cosas
Su manera de pensar es profunda, honda, abarcadora
Su manera de pensar acepta la complejidad, sin ser complicada
Rechazan los autoritarismos y totalitarismos, individuales y sociales
Defienden el pluralismo, las voces múltiples
Distinguen del pluralismo y la multiplicidad, las voces inteligentes de las torpes, necias

Personas con mente flexible no son un dechado de virtudes, no son paradigmas de santidad ni se erigen en modelos admirables, ni nada por el estilo. Simplemente buscan liberarse de las tonterías del mundo, las necedades en que vivimos, las mentiras e hipocresías.

Su fuerza radica en inventarse a sí mismo y fluir con los eventos sin lastimar ni lastimarse.

Su razón no se petrifica, es “razón que siendo razonable” refrenda en la vida buena.

No es veleta sometida a embates del viento que se mueve sin un norte, sino embarcación con motor propio, con timonel propio, que resuelve cambiar de ruta si era equivocada o de destino si éste no satisface ni da contentamiento.

Evita ese cóctel retardatario: negativismo, pesimismo, dogmatismo y oscurantismo.

Disfruta el buen vino de tu inteligencia, abierta, flexible, y recuerda, bondadosa.